Los 80 días de retos para las voceras y portavoces en la campaña presidencial mexicana

JAVIER ESQUIVEL

Nada fácil será la tarea de aquellas personas que buscarán sumar adeptos para las candidatas que representan o restar simpatías al rival electoral a través de sus expresiones y participaciones mediáticas.

Durante la campaña electoral por la Presidencia de la República en México se aproximan cruentas batallas entre las y los voceros de campaña además de una serie de al menos 5 desafiantes retos que deberán superar durante los próximos cuatro meses.

1.- Atemperar e intentar comunicar con cambiantes estados de ánimo de 100 millones de electores.

El humor social de los miles de millares de personas registradas oficialmente en el listado nominal oficial del INE es más que inestable y voluble. La falta de empleo y oportunidades aunado a la inseguridad de la que son victima miles de familias en todo el país son los factores prioritarios por los cuales las y los mexicanos mutan del desencanto, al enojo y apatía para luego hacer que fijen la mirada y centren su atención en otros lugares para encontrar respuestas urgentes que no ofrece la política.

En el pasado reciente hemos visto a una sociedad cambiante que, en primera instancia, abiertamente dice estar dispuesta a confrontar y defender a las instituciones; llenan las plazas principales de las ciudades, gritan consignas y visten de rosa, pero también a la hora de la verdad es poco participativa en los procesos electorales claves recientes.

El proceso electoral del Estado de México, es un buen ejemplo, donde la participación fue escasa y no hubo ese voto de castigo al oficialismo que decían semana antes sucedería.

2.- El desencanto y la desconfianza de la población votante con respecto a todos los actores políticos es cada vez mayor; notables consecuencias que hace que estas emociones configuren el segundo reto que hará palidecer cualquier estrategia partidista o institucional para alentar a la participación en la jornada electoral.

Los más recientes escándalos nacionales de figura políticas de todos los colores e ideologías y el incesante abandono de un partido por otro con fines electorales acrecientan el desprecio y descrédito en la clase política y sus representantes.

El desaseo de las formas, la opacidad, la carencia de rendición de cuentas y la falta de resultados de aquellas personas que buscan su vigencia política a través de la figura de la reelección es otra de las agravantes que registran los estudios de opinión pública recientes.

El reparto de plurinominales y lugares en el Congreso, como salvoconductos de libertad y premios a la lealtad ciega pone nuevamente en entredicho que las alianzas sean con la sociedad civil. Difícil será que un vocero hable en nombre de la gente sin partido cuando no fueron tomados en cuenta para nada.

 La valoración negativa en la imagen de los partidos políticos de oposición y el desencanto documentado del oficialismo, se irá profundizando al surgir más golpeteo mediático, campañas sucias y las acciones naturales de las campañas de contraste, lo que agudiza el escollo que tendrán que superar quiénes presten su imagen y voz para dirigirse a los medios de comunicación y a la sociedad.

3.- Militancias lastimadas y divididas. Convencer a los suyos, al voto duro y a sus propias estructuras de militantes y simpatizantes -que hoy se sienten lastimadas por el reparto vía cuotas y cuates-, no será asunto menor para las voceras y portavoces de todos los partidos.

Hoy los miles de cuadros activos de todos los partidos, más que confundidos por la avaricia partidista, se sienten desilusionados, desmotivados y poco participativos primero, por no ser tomados en cuenta en el reparto de espacios, y segundo, por darle prioridad a los otrora rivales y enemigos para ocupar los pocos lugares de representación popular.

Las personas portavoces para medir su eficacia ante entornos difíciles, en primera instancia, deberán recuperar el entusiasmo, motivar la unión interna y llamar a la participación de los suyos antes de tratar de conectar, comunicar y convencer a públicos ajenos.

4.- El contexto internacional incierto. Preservar la confianza en México, en sus instituciones y su vida democrática en el ámbito global será fundamental no solo para beneficios de las candidatas y su campaña, sino también para la construcción inicial de imágenes de un nuevo gobierno.

Para las y los voceros designados para hablar de los temas internacionales durante la campaña supone un reto no menor ya que el desatender la construcción y colocación de mensajes asertivos para públicos y actores claves externos y de alta sensibilidad como los son los mercados internacionales pudiera generar más restas que sumas.

Los que sean portavoces para los exigentes públicos extranjeros deberán hacer gala de un cuidadoso uso del lenguaje y del intercambio de señales diplomáticas y de un extremo y meticuloso tratamiento mediático.

Las posturas de las y los voceros mexicanos sobre la campaña presidencial estadounidense merecen mención especial, no obstante, el hecho de que México sea el eje discursivo electoral generador de emociones negativas en los discursos de los candidatos republicanos y demócratas obligará a candidatas y a sus portavoces a fijar cuidadosas posturas de defensa nacional sin que se causal de dañar la relación bilateral en caso de llegar a ser jefas de Estado y de gobierno.

4.- Otra de las aduanas de mayor exigencia de las portavoces y voceros de campaña será transitar en el entramado institucional y comercial de los medios de comunicación.

Si bien es cierto que las empresas de comunicación manejan un bien público de alto valor como lo es la información electoral y que se encuentran bajo supervisión electoral y de gobierno, también son actores económicos, con intereses propios y con líderes de opinión que ejercen su derecho de voz y voto.

En este contexto, para los voceros del oficialismo no será lo mismo enfrentar a representantes de los medios de comunicación, con los que tenían convenios publicitarios y que habitualmente daban laxas cuentas de sus actividades como funcionarios públicos en los gobiernos federal o local que, a los ávidos conductores, periodistas agudas y más profesionales, reporteros de investigación o avezadas figuras de las mesas de análisis político.

Para el gabinete de voceros del frente opositor será todavía más complejo el periplo ya que deberán evitar ser percibidos como favorecidos en aquellos medios de comunicación que no comulgan abiertamente con la Cuarta transformación o que hoy no tienen cabida en gobiernos estatales.

Las preguntas a modo o la desequilibrada rigurosidad periodística será la forma y el fondo que den sustento a la credibilidad de los equipos de portavoces en ambas coaliciones electorales que tienen posibilidades de ganar.

 Vocería de color naranja.

A pesar de que las autoridades electorales buscan garantizar la equidad de la contienda, a través de su monitoreo cuantitativo de medios, es evidente que el interés noticioso cualitativo no estará en el candidato del color de la fosforescencia.

El proceso de selección de voceros de campaña para el partido Movimiento Ciudadano deberá ser estratégico y de alta profesionalización.

Como movimiento de tercera vía proclive a subrayar lo nuevo contra lo viejo deberán evitar a toda costa la legibilidad de voceros que ostenten cargos públicos  o que violen la equidad de la contienda.

La efectividad de los voceros naranja deberá ser condición fundamental ya que no están en igualdad de condiciones de popularidad mediática que los voceros de los otros partidos y coaliciones.

Hoy la mayoría de sus cuadros de mayor nivel de conocimiento público y con mayor facilidad de palabra ejercen cargos públicos o son aspirantes que luchan su propia batalla.

Movimiento Ciudadano no solamente enfrenta el reto del tiempo para aumentar el nivel de conocimiento a nivel nacional de su candidato presidencial sino también de capacitar a un equipo profesional de voceros de campaña que les permita alcanzar la rentabilidad electoral y mediática deseada.

Aunado a lo anterior, para las portavoces y voceros de las tres opciones electorales no será fácil sortear la saturación del espacio público mediático. Los miles de anuncios propagandistas en medios de comunicación, redes sociales y en todo el territorio nacional derivados de la sucesión adelantada, las campañas internas y las precampañas están por fulminar el poco interés social en la materia.

La concurrencia de cientos de campañas para los procesos electorales en la que elegirán a la primera presidenta de México, a la Titular de la Jefatura de Gobierno de la CDMX; Gobernadores estatales, representantes de las Cámaras alta y baja, de los congresos locales y alcaldes terminarán por congestionar a un electorado poco dispuesto a prestarles más su atención.

5.-  La credibilidad, la reputación pública y la solidez argumentativa basada en la experiencia de las y los voceros. Sin estos valores personales difícilmente las voceras y portavoces podrán desempeñar con probidad sus funciones. En México hemos sido testigos de deficientes e impopulares voceros políticos.

Bajo la óptica de los partidos políticos en México el asignar funciones de vocería corresponde más a generar acuerdos de unidad o repartir puestos más que para ganar los corazones y razones de los electores a través de una estrategia mediática.

Hoy para lograr la rentabilidad de un proyecto presidencial se requerirá el pleno dominio de los temas, de la coyuntura y sobre todo la habilidad, las técnicas y preparación derivadas de una estrategia mediática y las métricas electorales de toda campaña.

En la actualidad el papel fundamental y el reto del vocero electoral en la elección presidencial mexicana -como apuntamos en esta reflexión- va más allá de entender y atender las necesidades de los representantes de los medios de comunicación.

La labor de vocería implica andar un paso adelante e ir más allá que tener la sensibilidad política en cada una de las entrevistas a favor de los intereses de su candidato o candidata.

Ser portavoz implica -por decir lo menos- una estrategia diferente cada día para transformar las emociones de públicos fastidiados a electores corresponsables e informados.

Si se persiste en designar a jefes o jefas de equipos de vocería y portavoces como acto de repartición de espacios políticos en las campañas por ser populares, vehementes o rijosos o muy técnicos no se pueden esperar mejores o diferentes resultados como los que hasta ahora atestiguamos en el cierre de la primera mitad de la contienda: Intención de voto paralizada y estancada con hartazgo y aburrimiento del elector.

En la capacitación estratégica y la evaluación de cada uno de los voceros y portavoces con métricas electorales por región, por indicadores demográficos, por tipología del elector está la solución y la respuesta.

 

Javier Esquivel es consultor político especialista en la capacitación estratégica de voceros de campaña a nivel internacional (@Javoesquivel)