¿Las mujeres votarán en EEUU por las mujeres en 2018? Depende, si están (o no) casadas

SONIA LLORET

A propósito del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en Beers&Politics queremos rendir nuestro particular homenaje con una serie de artículos que versan sobre diferentes enfoques, historias y hechos relativos a la mujer y la política. Comenzamos con este texto publicado en The Conversation sobre los cambios en las tendencias de voto y las cuotas femeninas de poder en Estados Unidos.

De acuerdo a los autores del artículo Leah Ruppanner, profesora titular de Sociología en la Universidad de Melbourne; Christopher Stout, profesor asistente de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Oregón; y Kelsy Kretschmer, profesora asistente de Sociología también de la Universidad Estatal de Oregón: “Las elecciones de 2018 prometen ser el Año de la Mujer como nunca antes con más féminas que planean participar en las elecciones locales, estatales y federales”.

Y esto puede suponer un cambio significativo en un país que tiene una de las representaciones políticas femeninas más bajas del mundo: solo el 24.8% de los escaños legislativos estatales están ocupados por mujeres.

Según los investigadores, los comentarios, denuncias y supuestos comportamientos sexistas que rodean al presidente estadounidense Donald Trump han sido el pistoletazo de salido para que “más mujeres están considerando ingresar a la política”. Sin embargo, “los hallazgos del estudio sobre las actitudes de las votantes ofrecen una advertencia: los candidatos no deben suponer que las mujeres votarán por otras mujeres”.

Esa tendencia ya se evidenció en las elecciones presidenciales de 2016. “Hillary Clinton trabajó para atraer el voto femenino pero tuvo un desempeño pobre entre las mujeres blancas. Algunos han argumentado que la personalidad de Clinton fue la causa de su incapacidad para conectar emocionalmente con ellas”.

Quizá, pero el fracaso de Clinton para captar el voto femenino blanco también puede deberse -según estos autores- a algo que supera a la ex candidata, que va más allá y que resulta fundamental: el matrimonio. Para llegar a esta conclusión, entre otros aspectos, se utilizaron cifras del American National Election Study que recopila datos sobre la actitud de los votantes estadounidenses desde 1948.

Ya en 2012, se realizó la siguiente pregunta a más de 2.000 mujeres: ¿Crees que lo que sucede en a las mujeres en este país tiene algo que ver con lo que sucede en tu vida? Sin duda, la respuesta fue “sí”, pero a continuación se les pidió que indicaran en qué medida les afecta lo que les sucede a las demás.

Para identificar esta cuestión los autores utilizaron el criterio del “destino vinculado al género” o la medida en que las mujeres ven su futuro vinculado al de otras mujeres. Y los resultados indicaron datos como mínimo curiosos: “las mujeres blancas y latinas casadas tenían menos probabilidades de ver su destino vinculado al de otras mujeres”.

Tras este hallazgo se les preguntó si esa relación marital tiene también impacto directo en sus actitudes y creencias políticas. “Descubrimos que cuando las mujeres blancas casadas se sentían desconectadas de otras mujeres y respondían `no´ a la primera pregunta, era menos probable que se identificaran como demócratas y tenían más probabilidades de tener opiniones políticas conservadoras”.

En contraste con estas mujeres casadas blancas y latinas, las mujeres solteras y divorciadas tienen más probabilidades de ver su futuro ligado al de otras mujeres. Además, “también son más propensas a identificarse como demócratas y liberales”.

El estudio ofrece otros aspectos reveladores, cuando se les realiza las mismas preguntas a las mujeres de color o african american -con independencia de su estado civil- son más propensas a ver su futuro vinculado a las de otras mujeres, votan sistemáticamente demócrata y adoptan actitudes progresistas.

Para Ruppanner, Stout y Kretschmer, esta actitud puede tener directa relación con los mensajes que venden tanto republicanos como demócratas.  Los primeros han enfocado sus esfuerzos en corregir la desigualdad de género en una plataforma que enfatiza los valores familiares, mientras que los segundos han focalizado su oferta en igualar las oportunidades al reducir la discriminación institucional de género.

Las mujeres solteras y divorciadas se identifican más con el mensaje demócrata. De hecho, las respuestas en la encuesta crecen cuatro veces más al señalar que este partido hizo mejor su trabajo a la hora de buscar los intereses femeninos que el partido republicano. Entonces vayamos al quid del asunto, “¿por qué el matrimonio altera las alianzas políticas de las mujeres casadas blancas y latinas? Y, ¿por qué las mujeres negras no siguen la misma tendencia?”.

 

Tú y yo: el matrimonio cambia comportamientos

La investigación sugiere que el matrimonio generalmente cambia las actitudes y conductas de los individuos. “Por ejemplo, la evidencia muestra que las mujeres casadas se vuelven más conservadoras en cuestiones relacionadas con el género en el transcurso de su matrimonio y se perciben a sí mismas como personas que tienen menos en común con otras mujeres. En parte, esto indica el hecho de que muchas parejas casadas se vuelven más similares entre sí en sus actitudes y comportamientos”.

Pero por qué el matrimonio hace que las mujeres casadas sean más conservadoras, en lugar de hacer que los hombres sean más feministas. La respuesta es clara para estos autores: “Es una cuestión de poder y recursos. Las mujeres ganan constantemente menos dinero y tienen menos poder, lo que fomenta la dependencia económica con respecto de los hombres. Esta dependencia aumenta, además, si las mujeres reducen el empleo y dependen de los ingresos de los maridos después del nacimiento de un niño. Por tanto, se convierte en parte de los propios intereses de las mujeres casadas apoyar las políticas y a los políticos que protegen a sus maridos y mejoran su estado”.

La investigación, no obstante, indica que algunas mujeres casadas sí perciben avances para su género -como es el caso de las demandas para mitigar la discriminación salarial- y esto se produce a expensas de sus parejas masculinas.

Esto habla a su vez de otro elemento que se produce desde su individualización hasta la unión matrimonial. “Las mujeres que dependen de sus propios ingresos apoyan más las reivindicaciones feministas como el aborto, la igualdad en el comportamiento sexual, en los roles de género y las responsabilidades familiares, lo que amplía la brecha política entre las mujeres solteras y las casadas”.

De esto se desprende, por tanto, que en la arena política y en las estrategias de voto no se puede esperar ni dar por descontado que las mujeres votan en bloque en asuntos de género, sino que se debe realizar micro-segmentación para producir mensajes diferentes para cada target de electoras.

De nuevo donde se rompe esta dinámica es en el caso de las mujeres negras. Y esto puede deberse, como apuntan los profesores a través de estos estudios del Harvard University Press, a que la población negra femenina es más capaz de identificar formas sistemáticas de discriminación debido a sus experiencias y background histórico con este aspecto.

Por lo tanto, no sólo es más probable que vean su futuro vinculado al de otras mujeres afroamericanas, sino también -como indica el estudio- que esta conexión se extienda a todo el género. “Las mujeres negras son más capaces de identificar la discriminación de género independientemente de su estado civil y, en consecuencia, su voto es más progresista”.

 

Lecciones para mujeres políticas

Dado que las mujeres casadas representan alrededor del 30% del voto, ¿qué lecciones podrían sacar de la investigación las candidatas a cargos públicos este 2018?

  • “En primer lugar, orientar los mensajes a los datos demográficos de cada audiencia puede marcar la diferencia y esto incluye raza, clase social y estado civil”.
  • “En segundo lugar, no asumir que las mujeres casadas se conectarán con otras mujeres basándose en una noción de femineidad compartida”.
  • “Por el contrario, los mensajes feministas de discriminación y sexismo pueden ser más convincentes para las mujeres que soportan niveles desproporcionados de desigualdad, pobreza e inseguridad laboral: mujeres solteras, divorciadas y negras”.
  • Y finalmente, los mensajes sobre las luchas económicas deberían dirigirse no sólo a la mujer sino nivel familiar para así, captar mejor los desafíos de las parejas casadas.

Como concluyen los autores, a medida que se profundiza en la comprensión de los patrones de votación de las mujeres, las elecciones de 2018 podrían suponer un salto  trascendental de la representación política de las mujeres. Ojalá.

Sonia Lloret es Periodista. Máster en Asesoría de Imagen y Consultoría Política. Especializada en #Compol, #Análisis y #Estrategia. (@sonialloret)

Este es un resumen del artículo (CC) de The Conversation: Will women vote for women in 2018? It depends on if they’re married