SEBASTIÁN HURTADO
La nación es un concepto peligroso, pero bello, aunque la ciencia político-jurídica y la cultural tengan dos significados para ella; pero la sensación de pertenecer a un grupo determinado y sentir un apego a este y sus costumbres, a su territorio ancestral; todos somos parte de una o tal vez de varias, los efectos de la globalización han permitido viajar y vivir en otros lugares que seguimos sintiendo nuestros incluso luego de volver a nuestros hogares y costumbres.
Pero donde mejor podemos ver identificado este concepto es en Game of Thrones. Si bien es cierto que es una obra de ficción, en los Siete Reinos es donde mejor podemos observar este concepto.
Desde las heladas tierras más allá del muro, donde el pueblo libre vive bajo las normas y culturas de los primeros hombres, críticos de la vida fácil en las tierras del sur, apegados a los antiguos dioses del bosque, construyeron su nación a partir de esto, separándose de los pueblos al sur del Muro.
La guardia de la noche es una orden militar, compuesta por hombres de todo el continente, pero debido a su obligación y situación geográfica ha formado su propia nación, una basada en la guerra contra el pueblo libre a quienes consideran salvajes, con su propio territorio alrededor del muro y un sincretismo religioso entre los antiguos dioses y los siete; una hermandad entre cada individuo como miembro de la guardia de la noche hasta que su tiempo termine los cohesiona como pueblo.
Continuando nuestro viaje en dirección al sur nos encontramos ya dentro de uno de los Siete Reinos, el más grande en extensión con menos densidad poblacional, El Norte, hogar de grandes y antiquísimas casas, casi todas ligadas a la religión de los niños del bosque y sus dioses, genética y culturalmente más ligados a los primeros hombres que el resto del Estado. Son orgullosos, fríos, duros, aman su tierra por encima de cualquier cosa y lo más importante es que son precavidos. Saben que el invierno se acerca.
Las Islas de Hierro son otra muestra de separación nacional, con su propio dios, sus costumbres de saqueo y ataques marítimos y su apego por sus islas, donde prácticamente nada crece, excepto hombres de hierro dispuestos a tomar por la fuerza todo lo que deseen pagando el precio de hierro.
En Dorne prima es la cultura y nación Ronyhar, venidos del este, aman y defienden esa tierra árida y hermosa conquistada por sus grandes antepasados, la reina Nymeria y Mors Martell. Algunos incluso no aceptan la religión de los siete y buscan soporte espiritual en sus raíces más ancestrales, su desapego por las costumbres sexuales y hereditarias de sus vecinos son más que claras además.
El resto de los siete reinos, es decir las tierras del valle, los ríos, el oeste, la tierra de las tormentas y los terrenos de la corona, tiene varias diferencias, pero pueden agruparse en un grupo nacional de los Ándalos, ya que comparten costumbres, religión e historia, obviamente los territorios pueden marcar puntos algo diferentes entre unos y otros, pero en general son muy muy similares.
Así pues, podemos ver como en un continente como Westeros hay tantas culturas y naciones, ahora imaginemos como pasa en la vida real con cada uno de los lugares donde vivimos.
Sebastián Hurtado es politólogo y abogado (@shurtadocorrea)
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