Turismo Político en Moscú

GUILLEM PURSALS

La Tercera Roma, capital de Todas las Rusias, capital de la Opríchnina, capital de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y capital de la Federación Rusa. Moscú.

La ciudad más grande, el centro político, el centro cultural y científico más grande del continente europeo. Más de doce millones de persones viven en ella, una ciudad fundada en la Edad de Piedra, cuya primera referencia data de 1147, cuando Yuri Dolgoruki fundó el Moscú actual. Piedra sobre piedra y período sobre período, han hecho de la capital rusa lo que es actualmente, y por eso no es sorprendente encontrar edificios soviéticos junto a edificios modernistas, y al lado de iglesias medievales, los más modernos rascacielos. La combinación de las calles con adoquines y alquitrán junto a semáforos de leds, ver un Lada adelantar un coche hibrido, o ver pasear a un sacerdote y su asistente junto con sus feligreses bajo la atenta mirada de una estatua de Lenin, son cosas que son ya símbolos de la ciudad.

Es por eso que la mejor forma de ver la ciudad incluye tener en cuenta todo esto: los contrastes, el pasado y el futuro. Todo el pasado, porque en Moscú están presentes desde estatuas de santos, a monumentos con la hoz y el martillo, y a veces, uno al lado del otro. Pero hay una cosa que siempre persiste, y esta es el Kremlin, sede del gobierno de los grandes duques, de los zares y de los soviets, y actual residencia del presidente de Rusia. Así pues, imaginemos que formamos parte de una delegación diplomática y empecemos nuestra ruta turística después de salir de una reunión en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Ministerio de Asuntos Exteriores

Plaza de Smolensk o Smolenskaya Square. Una de las “Siete Hermanas”. Fue uno de los siete rascacielos ordenados construir por Josef Stalin. Su altura es de 172 metros y fue acabado en 1953. Desde los despachos de este edificio, entonces Ministerio de Asuntos Exteriores y Ministerio de Comercio Exterior, se guió la política exterior soviética durante la Guerra Fría. Actualmente es el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa. 

 

Calle Arbat o “El Arbat”

Rodeando el ministerio nos encontramos una de las calles más antiguas de la ciudad, pues data del siglo XV. Era una de las vías de entrada a la ciudad de una de las rutas comerciales más importantes. Hasta la invasión napoleónica se la consideró la calle principal de la ciudad. Y más adelante, vivieron allí aristócratas y altos funcionarios del partido comunista soviético.

 

Avenida Nueva Arbat / calle Vozdvizhenka

Al final de la calle Arbat llegamos a una encrucijada. Por un lado, tenemos la avenida Nueva Arbat, conocida por sus cuatro edificios idénticos que en el mayor apogeo de la URSS dibujaban CCCP, una letra en cada uno de ellos. Y por el otro lado, la calle Vozdvizhenka, una calle completamente recta donde al final vemos una de las torres del Kremlin, la Torre Kurafya. Mientras paseamos, podemos ver donde vivió León Tolstoi, el Palacio de Ivan IV “el terrible”, pasaremos por delante de la Biblioteca Estatal Rusa, con un monumento a Dostoievski en su fachada.

 

Ruedo al Kremlin

Si disponemos de tiempo, podemos visitar el Palacio del Kremlin, pero si estamos pocos días, dar un ruedo a todo el recinto de la ciudadela es una opción recomendable. Frente a la biblioteca cogeremos la calle Mokhovaya hasta la plaza de la Lubyanka. En este tramo pasaremos frente el monumento a los Patriarcas de la Iglesia Ortodoxa, el obelisco dedicado a los Romanov y el reloj de agua internacional que está coronado por un San Jorge, patrón de Rusia. Pasaremos a los pies de la estatua ecuestre del mariscal Zhukov, donde termina otra de las grandes arterias de la ciudad, la calle Tverskaya. Allí, la calle Mokhovaya cambia de nombre y pasa a ser Ulitsa Okhotnyy. Un poco más adelante nos encontramos con uno de los edificios más importantes del país, la Duma Federal o el Parlamento, edificio de estética soviética con la hoz y el martillo aún en lo alto de la fachada.

Después del edificio del poder legislativo llegamos a la insigne Plaza de la Revolución, donde una gran estatua de Karl Marx mira al Teatro del Bolshoi. En la misma plaza está el Hotel Metropol, en el que se instauró el primer gobierno comunista de la ciudad, antes de que trasladasen la capital de San Petersburgo a Moscú. Y junto al Metropol, la calle hace un poco de cuesta y llegamos a la plaza de la Lubyanka.

 

Plaza de la Lubyanka

Según un chascarrillo soviético de la época de la Gran Purga, el Palacio de la Plaza Lubyanka era el edificio más alto de Moscú, puesto que desde sus sótanos se veía Siberia. El Palacio Lubyanka es la antigua sede de la Cheká, el NKVD, posteriormente lo fue de la KGB y hasta hoy la FSB. En los sótanos de este palacio se encontraban aquellas celdas donde se torturaba a los disidentes, y que han pasado a la eternidad gracias a Solzhenitsin o Grossman. Frente al palacio hay un monumento en recuerdo de todas las víctimas de los servicios secretos.

 

Hacia la Plaza Roja

Después de la plaza Lubyanka retomamos una cuesta que nos lleva hasta el monumento a los Santos Cirilo y Metodio, padres de la Iglesia Ortodoxa e inventores del alfabeto glagolítico, que desarrolló el alfabeto cirílico, llamado así por San Cirilo. Entonces retrocedemos un poco y buscamos la calle Ulitsa Il’inka, y al final de todo, la Plaza Roja. Antes, podemos perdernos por los almacenes Gum, que son unos grandes almacenes que datan de antes de la Revolución Rusa y que luego sirvieron para albergar las oficinas de Stalin. Después del estalinismo volvieron a ser el centro Gum, Principales Tiendas Universales.

 

La Plaza Roja

La Krásnaya Plóshchad o Plaza Roja, con sus 330 metros de longitud y 70 de ancho, separa el Kremlin de Moscú. En esta plaza desfilaron zares, los misiles que partieron hacia Cuba, los voluntarios que partían hacia el frente para combatir el fascismo y el nazismo, además del desfile de la Victoria en 1945. El nombre de “roja” proviene del eslavo antiguo, que significaba bonita. En esta plaza también está la Catedral de San Basilio y el museo estatal de historia de Rusia, como también en la muralla del Kremlin descansa Lenin en su mausoleo, Stalin, los líderes principales del partido comunista y otras figuras relevantes. Una importante anécdota fue que el 28 de mayo de 1987, en plena Guerra Fría, el piloto alemán Mathias Rust aterrizó en ella con una avioneta Cessna. En uno de los extremos está la Torre Spasskaya, por cuya puerta sólo podían pasar jefes de Estado y altos cargos del politburó. En su reloj se marca la hora oficial de Rusia. La torre aún sigue coronada con la estrella roja que se implantó en 1935, quitando las águilas zaristas.

 

Panorámicas

Cruzando el puente Bol’shoy Moskvoretskiy veremos una de las panorámicas más bellas de la ciudad. En un mismo plano tendremos el río Moscova, el Kremlin y su muralla, San Basilio y la Plaza Roja. Y al fondo, la Catedral del Cristo Salvador de Moscú, una de las iglesias más importantes de toda la cristiandad.

En el puente de la avenida Kutuzovsky sobre el Moscova tendremos una de las vistas más frikis de la política, pues fue en uno de los extremos del puente donde Yeltsin detuvo los tanques que querían derrocar a Gorbachov. Desde este puente veremos la Casa Blanca, o edificio del gobierno ruso, otra de las “Siete Hermanas” de Stalin, el Hotel Radisson Royal, antiguo Hotel Ukrania, el entonces hotel más alto del mundo.

Al Parque de la Victoria o Park Pobedy les recomiendo ir en metro, puesto que su estación es de las más bellas de Moscú. En el parque están el Monumento y el Museo de la Gran Guerra Patriótica. Les recomiendo, ya que salimos de la calle Arbat, coger el metro en la estación de Arbat, bajar en la siguiente, Smolenskaya, que está dedicada al Ejército Rojo y es la más profunda de todo el metro. Y después suban de nuevo dirección al parque y bajen en la siguiente, Kiyevskaya. Esta estación tiene el mosaico más grande y muchos frescos que simbolizan los 300 años de unión de Ucrania y Rusia. La estación destino, Park Pobedy, está decorada con motivos de la Guerra Napoleónica. Debemos tener en cuenta que el metro tiene todas las indicaciones y nombres en cirílico por lo que es muy importante planificar la ruta previamente.

 

Guillem Pursals es politólogo y Director de Seguridad. Master en Seguridad. Columnista sobre Israel, Irán, Rusia y China en @RevistaEndavant. Vaticanista y analista de conflictos (@GPursals).

Ver artículo en PDF

Ver el resto del monográfico sobre turismo político