Cuando llegó á mis manos el papel en que os saludó el señor general D. Pedro Antonio de Olañeta constituyéndose comandante general de las provincias del Río de la Plata y sustrayéndose de la obediencia del Excmo. Sr. virrey del Perú, no dudé por un momento que sus miras eran subversivas y revolucionarias. En las primeras ocurrencias de Potosí creí que sus resentimientos personales lo precipitaban y por el amor al orden di algunos pasos políticos de que me pesa desengañado de sus depravadas intenciones.
Olañeta, no dudéis, es un caudillo revolucionario porque no nos manifiesta las credenciales que deben convencernos de la facultad que se atribuye para derogar las leyes. ¿No es cierto que el rey nos mandó jurar la Constitución?. Sí; pues al rey mismo es a quien toca mandar observar el sistema que hubiese adoptado con la nación a que pertenecemos. ¿No es el Excmo. Sr. virrey nuestra cabeza y el conducto único por donde han de comunicarse y observarse sus superiores determinaciones?. ¿El general Olañeta se refiere acaso á algunas que directamente ha recibido en que pudiera fundarse?. Acordaos que Casteli os habló con el mismo lenguaje á nombre del Sr. D. Fernando VII nuestro augusto monarca y no dudéis que Olañeta en combinación con las provincias de Jujuy y Salta procura del mismo modo envolveros en vuestra ruina, bajo las apariencias de la religión y el rey, cuyos sagrados nombres profana.
Ninguna circunstancia nos cita que compruebe legalmente las ideas benéficas de Su Majestad, ya restablecido en el trono de sus mayores, según la expresión de su bando de 13 del presente: y entretanto debemos creer que sólo sus miras particulares lo dirigen. Cuando las órdenes del rey se circulen por el conducto que corresponde serán obedecidas con general satisfacción: así lo indica el Excmo. Sr D José de la Serna en su proclama de 5 del corriente dirigida á las corporaciones; pero mientras no llega este caso, toda otra cosa es procurar una anarquía funesta y trastornar el buen orden de los pueblos del Perú.
Precaveos, pues, de las desgracias que os prepara el Sr D Pedro; temed sus consecuencias y penetraos de que el Excmo. Sr. virrey saldrá con sus disposiciones al encuentro de unas miras tan viles, pérfidas y ambiciosas. ¿Quién ha hecho al Sr D Pedro comandante general de las provincias del Río de la Plata y menos virrey como lo ha publicado para seducir á los incautos y sencillos? ¿Da alguna razón positiva derivada de la corte de Su Majestad?: Ninguna. Sólo dice que el cielo lo ha elegido para tal empresa. ¿Qué revelación ha tenido para asegurar esta misión?. Persuadíos que él sólo la proyecta y que por un orden regular perecerá en ella.
Enviado por Enrique Ibañes