Juego de Tronos, Maquiavelo y el Renacimiento italiano

MANUEL RODRÍGUEZ MORILLO

 

Una de las características que hace única la saga de Canción de Hielo y Fuego y Juego de Tronos es que no es pura fantasía. Aunque se hable de magia, dragones y muertos vivientes, las tramas políticas son creíbles. No sólo por su gran complejidad, sino porque muchas ya han sucedido: buena parte de los sucesos narrados en Poniente están basados en episodios de la historia. Aunque sabemos que la base de la trama está sacada de la Guerra de las Rosas entre los Lancaster y los York (Lannister vs. Stark… ¿te suena?), hay otra fuente que me fascina: la Italia del Renacimiento.

La época de Da Vinci y Miguel Ángel fue también la de la República de Venecia, los Borgia o Maquiavelo. En este artículo voy a repasar algunas semejanzas entre el Renacimiento italiano y Juego de Tronos.

(Aviso: este artículo puede contener spoilers)

Maquiavelo y lo maquiavélico en Juego de Tronos

Como hemos dicho alguna vez, si Juego de Tronos es tan útil para estudiar el poder y la ciencia política es porque está imbuida de la esencia del primer teórico político moderno: Nicolás de Maquiavelo (o Niccolò Machiavelli).

Maquiavelo es conocido por inaugurar la Ciencia Política moderna al estudiar los fenómenos ligados al poder y al Estado al margen de la ética o la religión. Sin embargo, tuvo una vida de película trabajando como diplomático para la República de Florencia, lo que le permitió conocer a protagonistas de su época como Fernando el Católico o César Borgia, el Duque Valentino. Esta experiencia le permitiría después reflexionar en sus escritos. También organizó el ejército popular de Florencia para no tener que recurrir a condotieros (mercenarios) para su defensa, tras comparar su época con la de la República Romana clásica.

La historia ha querido que hoy día la palabra “maquiavélico” sea sinónimo –según la RAE– de “astuto y engañoso”. Ello se debe su obra más famosa, El Príncipe (1531), en la que asesora a Lorenzo II de Médici sobre cómo conseguir y mantener el poder cueste lo que cueste. Pero hay mucho más.

En Juego de Tronos el pensamiento de Maquiavelo reside esencialmente en tres personajes:

1. Peter Baelish

Como el propio George R. R. Martin ha afirmado, Lord Baelish es el personaje más maquiavélico de Canción de Hielo y Fuego. Maquiavélico, dicho sea de paso, “en el mal sentido”: aparentando ser amigo de todo el mundo, su habilidad financiera le permite ascender socialmente. Su poder radica en ocultar sus intenciones y hacer que todo el mundo dependa de él. Todo ello sin ningún respeto a la ética ni a la moral. El único objetivo es ascender.

“Es preciso, pues, que tenga una inteligencia capaz de adaptarse a todas las circunstancias y que, como he dicho antes, no se aparte del bien mientras pueda, pero que, en caso de necesidad, no titubee en entrar en el mal”. El Príncipe (Cap. XVIII).

2. Lord Varys

Trayendo elementos de la tradición asiática, Varys representa al eunuco intrigante, al cortesano que teje hilos. No por nada le llaman “la Araña”. Con todo, este personaje resulta ser el único que de verdad parece creer de forma abstracta en “el Reino”. Su lucha por el bien común le lleva a apoyar a quienes tienen lo necesario para mejorar la vida de los demás: Ned Stark, Tyrion Lannister, Daenerys Targaryen.

Con todo, conoce la importancia de la apariencia y de la legitimidad. ¿Quién manda realmente? Para entender esta idea, os dejamos esta famosa escena.

“Todos ven lo que aparentas, pocos ven lo que eres realmente”. El Príncipe (Cap. XVIII).

3. Tyrion Lannister

Nuestro enano favorito tiene, en palabras de Varys, todo lo que hace falta para ser un buen gobernante: inteligencia, conocimientos, preocupación por los débiles y –muy importante– el apellido correcto. Tyrion es maquiavélico “en el buen sentido” y, de hecho, tiene cosas en común con el mismo Maquiavelo: ávido lector, conocimiento de la historia antigua, experiencia de gobierno, exilio de la política y, por qué no decirlo, predilección por la vida disoluta.

El camino que toma la serie es el de dar a Tyrion el papel precisamente de consejero de Daenerys. La joven reina no conoce la tierra que quiere gobernar, sus instituciones ni a sus gentes. Para eso tiene a su Mano de la Reina. Un primer ministro bajito pero que puede colmar esas lagunas.

“Porque ésta es una regla general que no falla nunca: un príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar, a menos que se ponga bajo la tutela de un hombre muy prudente que lo guíe en todo”. El Príncipe (Cap. XXIII).

Las Repúblicas y Principados

La Italia del Renacimiento no es el Estado que conocemos hoy. Cuando nace Maquiavelo en 1469 es un conglomerado de pequeñas repúblicas y principados en tensión o disputa entre sí. De entre ellos, la voz cantante se la reparten cinco actores: los Estados Pontificios bajo el poder del Papa, la República de Florencia, el Ducado de Milán, la República de Venecia y el Reino de Nápoles (perteneciente a la Corona de Aragón). Alrededor, tantos otros pequeños territorios como la República de San Marino, el Marquesado de Mantua o la República de Lucca.

Los particularismos entre territorios fueron señalados por Maquiavelo como uno de los grandes problemas de Italia, pues potencias extranjeras podían influir en el juego de alianzas y mantenerlos desunidos. Durante algunos años la península italiana pudo vivir en paz gracias a la magistral diplomacia de Lorenzo el Magnífico, gobernante de facto de Florencia.

“Todos los estados, todos los dominios que han tenido y tienen soberanía sobre los hombres, han sido y son o repúblicas o principados”. El Príncipe (Cap. I).

La muerte de Lorenzo de Médici en 1492 y la llegada al papado del temible Alejandro VI (Rodrigo Borgia) desestabiliza la situación en Italia, lo que es aprovechado por “España” (Fernando el Católico de Aragón) y Francia. En 1494 Carlos VIII de Francia invade la península itálica trastocando los gobiernos por donde pasaba (entre ellos Florencia).

Haciendo una analogía, podríamos hablar de la unificación de los Siete Reinos de Poniente con Aegon el Conquistador mediante la guerra y la diplomacia (Dorne fue federado) y los siglos de paz subsiguientes. Tras el período subsiguiente a la Rebelión, la muerte del rey Robert desestabiliza Poniente dando lugar a la Guerra de los Cinco Reyes y, en última instancia, a la invasión de Daenerys Targaryen.

Braavos y la República de Venecia

Una de las Ciudades Libres con más protagonismo en Juego de Tronos es Braavos. En el universo de Canción de Hielo y Fuego es la representación de la República de Venecia. ¿Por qué?

a) Por su origen

Venecia fue fundada en 421 d. C. por personas que huían de los invasores durante la decadencia del Imperio Romano. Braavos hizo lo propio con esclavos que se rebelaron y huyeron de sus captores.

b) Por la descripción

“Yorko enfiló hacia la zona norte de los atracaderos, y bajaron por un gran canal, una ancha vía de agua que llevaba directamente al centro de la ciudad. Pasaron bajo los puentes de piedra tallada, decorados con un centenar de tipos de peces, cangrejos y calamares. (…) Algunas casas se alzaban sobre los canales, lo que los transformaba en una especie de túneles. Por ellos se deslizaban botes de líneas esbeltas, con forma de serpiente marina, con la cabeza pintada y la cola alzada. Arya se fijó en que no se movían con remos, sino con pértigas manejadas por hombres situados en la popa, vestidos con capas de color gris, marrón y verde musgo”. Festín de Cuervos (Cap. “Arya”)

c) Por su carácter mercantil

En la serie vemos cómo a los puertos de Braavos llegan barcos con mercancías para comerciar. Durante los siglos XV y XVI Venecia disputó a Génova la hegemonía en el comercio marítimo con Oriente. Ello fue posible gracias a diversas fórmulas de asunción de riesgos como la colleganza, por la que un socio comanditario adelanta al comerciante el capital para emprender el viaje.

d) El Banco de Hierro

Junto con Génova y Florencia, la República de Venecia se convirtió en uno de los principales centros financieros del Renacimiento. Propietarios y gobiernos de todo tipo acudían a ellos para financiar sus operaciones.

“Nace en las Indias honrado,

Donde el mundo le acompaña;

Viene a morir en España,

Y es en Génova enterrado”.

Quevedo, Poderoso Caballero

En Canción de Hielo y Fuego este rol se personifica en el Banco de Hierro de Braavos, que tiene la capacidad de doblegar a reyes en caso de incumplimiento. ¿Cómo? Haciendo que el flujo de monedas pase de tu bolsillo al de tu enemigo.

Pero mejor que te lo expliquen nuestros compañeros de VisualPolitik.

e) El Señor del Mar

Finalmente, a modo de curiosidad, cabe destacar que mientras Braavos es una ciudad-Estado comandada por el Señor del Mar, Venecia era una república aristocrática gobernada por un Dux (o Dogo). Podéis ver su rol en películas desarrolladas en esta ciudad, como Casanova.

La desintegración del Imperio Romano y Valyria

Junto a Poniente está el continente de Essos, donde conviven una serie de pequeños Estados: “las Ciudades Libres”. Son Pentos, Myr, Volantis, Lorath, Tyrosh, Norvos, Qohor y Braavos. Restos del antiguo Feudo Franco de Valyria (salvo Braavos), que dejó un pasado y un idioma común (el valyrio).

¿Os suena? Claro, porque recuerda a la desintegración del Imperio Romano. En el caso de Valyria terminó con “La Maldición”, algo que recuerda al destino de Pompeya o la Atlántida. Otras referencias al mundo antiguo podemos encontrarlas en el Titán de Braavos, evidentemente inspirado en el Coloso de Rodas, el modo de producción esclavista o la guerra de Valyria contra Ghis, análoga a la de Roma contra Cartago.

El Gorrión Supremo y Savonarola.

Volviendo a Florencia, terminamos con uno de los fenómenos políticos más interesantes de esta república: la teocracia de Savonarola.

Durante el Renacimiento, el Papa controlaba Roma en calidad de obispo y territorios colindantes, los Estados Pontificios. Esto hacía que en la práctica fuera un príncipe más en la política italiana. Desde hacía siglos se venían denunciando conjuras, corrupción y asesinatos. Éstas llegaron a su cima en la época de Maquiavelo con la llegada al papado de Alejandro VI Borgia.

En tal situación también apareció quien denunciaba esta situación: entre ellos el fraile dominico Girolamo Savonarola. Tras la expulsión de los Médici por Carlos VIII, empezó a predicar un mensaje de austeridad radical que encandiló a los florentinos. Contagiando su fanatismo religioso, denunció el derroche en artes de Lorenzo el Magnífico lo que ocasionó la quema de obras maestras de Bocaccio o Petrarca. Sus seguidores se multiplicaron y tomó el control de la ciudad, expropiando obras de arte que ardieron en la Hoguera de las Vanidades. El mismo Sandro Botticelli dejó de pintar sus famosas obras de temática mitológica para centrarse en cuadros piadosos cristianos.

Savonarola atacó duramente la corrupción de los Borgia. Muerto su valedor Carlos VIII, Alejandro VI Borgia mandó eliminarlo. El 23 de mayo de 1498 fue quemado junto a dos de sus seguidores en la Piazza della Signoria de Florencia. Según las crónicas estuvo ardiendo durante horas.

El propio Maquiavelo escribió sobre él:

“El pueblo de Florencia no se tiene por tonto ni zafio y, sin embargo, fray Girolamo Savonarola le convenció de que hablaba con Dios. Yo me prohíbo juzgar si ello era cierto o no, pues de un hombre tal se debe hablar con respeto; pero insisto en el hecho de que una multitud de personas le creían, sin haber visto jamás nada extraordinario que les incitara a creerle”. Maquiavelo, Discursos de la Primera Década de Tito Livio (Libro I, Cap. XI).

Un fanático religioso que tomó el control de una poderosa ciudad apoyándose en seguidores de una visión radical y austera de la religión. Se enfrentó a los poderosos hasta que le hicieron arder. ¿Os suena?

Manuel Rodríguez Morillo es politólogo y codirector de Cámara Cívica
(@ManuRodriguezCC)

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Ver el resto del monográfico “La política y Juego de Tronos

Publicado inicialmente en Cámara Cívica

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Larivaille, P. La Vida cotidiana en la Italia de Maquiavelo, Ed. Temas de Hoy, Madrid (1994).
  • Wiki de Hielo y Fuego
  • Martin, G., Festín de Cuervos, Ed. Gigamesh.