El fútbol como política de Estado: Argentina1946-1955

SANTIAGO RODRÍGUEZ REY

Ecuador, 10 de octubre de 2017. Última fecha de eliminatorias. Matemáticamente, la selección argentina llega a Quito con posibilidades de clasificar al Mundial de Rusia 2018. Debe ganar para asegurar su lugar. Ya no hay más chances. Es la última carta. El mejor jugador del mundo, Lionel Messi, está al borde de quedarse afuera. La opinión pública ruge en el país ante los malos resultados que no aseguraron la plaza antes. La eliminatoria es un sistema a doble vuelta, todos contra todos, casi a prueba de que los equipos grandes no corrijan un traspiés. Sin embargo, se sufre. La debacle es cierta, se palpa. El miedo a la altura existe. Los artículos en la prensa sobre la ausencia de la selección en el Mundial de México 1970 o el repechaje en 1994 se suceden y hurgan en recuerdos dolorosos que ya muy pocos han vivido. Pero, olvidadizos u omisos, es difícil encontrar mención a los otros tres mundiales en los que Argentina no ha tenido participación. Recordarlos indaga en otras cuestiones, que se alejan de lo deportivo. Implican cuestionar la década de oro del deporte argentino. Involucran a la política y, al menos en los casos de 1950 y 1954, al peronismo.

En Argentina, el fútbol tuvo un temprano comienzo que puede trazarse a un primer partido en 1867, apenas cuatro años después de la creación de la Football Association (FA) en Londres. Si bien recién en 1893 se institucionalizaría la práctica del deporte bajo la Argentine Association Football League, directa predecesora de la actual Asociación de Fútbol Argentino, ya habían existido intentos de conformar una liga organizada y existían múltiples clubes que se enfrentaban entre sí. Esta organización temprana precede a todas las ligas latinoamericanas e incluso muchas europeas, como las de Alemania, Francia, Italia y España.

La primera ausencia de la selección argentina en un Mundial ocurrió en 1938. Ésta correspondió a un boicot que llevaron adelante los países del continente frente a la decisión de la FIFA y su presidente Jules Rimet de ignorar la supuesta alternancia entre continentes para ser sede del evento. Clasificada, Argentina desiste de participar. Brasil quiebra, junto con Cuba, la toma de posición continental y viaja a disputar el torneo. Esta acción tendrá consecuencias una década después cuando sea tiempo de disputar el torneo sudamericano de 1949 en el país entonces gobernado por Eurico Gaspar Dutra.

 

La Nueva Argentina

Es de considerar entonces que, para la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno en 1946, Argentina tenía una liga de fútbol que podría denominarse madura. Se contaba entre las pocas con más de cincuenta años de funcionamiento ininterrumpido y ya se hallaba en un estadío de evolución donde el profesionalismo era regla. Tras quince años de profesionalismo, el jugador y el trabajador se fundían en uno, incluso con su propio sindicato fundado en 1944, Futbolistas Argentinos Agremiados. Su aparición, auspiciada por el entonces secretario de Trabajo Perón, se tornaría clave en el futuro mundialista del país.

El deporte en general pasaría a tener un protagonismo despuntante durante el gobierno de Perón como canal de comunicación del líder con su pueblo. No sería la única innovación, se sumarían otros espacios de la cultura popular como el cine y la radio. Todos ellos se encontraban en lo que retrospectivamente se darían en llamar sus “edades doradas” y tendrían en el estado peronista un socio importante.

Marcelo Massarino destaca en “Por Perón y por la Patria”. Un análisis del discurso peronista y deporte (1946-1955) que, “El gobierno justicialista en sus dos primeros mandatos constitucionales ubicó al deporte en un lugar predominante de su gestión a partir de varios aspectos: incorporó a la actividad a miles de jóvenes; fomentó la creación y desarrollo de instituciones deportivas; organizó competiciones nacionales e internacionales, como los Torneos Juveniles Evita y los Iº Juegos Panamericanos e impulsó y subsidió la participación de deportistas argentinos en el exterior. Esta política era ejecutada desde organismos estatales y entidades controladas por el oficialismo, como la Fundación Eva Perón y la Confederación Argentina de Deportes, entre otras”.

De esta forma, con el posicionamiento de los deportistas como agentes del estado, asociándose a sus logros, se colocaba la figura del presidente. La gloria deportiva era un aporte al país y el país, a través de su presidente, aportaba al triunfo y crecimiento colectivos. Perón, a su vez, tenía una característica personal que lo acercaba en particular al deporte como vehículo canalizador de su mensaje, lugar donde podía manejarse de una manera más informal. Él mismo había sido deportista.

Esta característica distintiva es señalada por el historiador Raanan Rein, “… se trataba del primer presidente argentino que era deportista. Perón en su juventud practicaba distintos deportes, iba a ir en la delegación argentina a uno de los Juegos Olímpicos (para competir en esgrima, deporte del que era campeón militar), pero no lo dejaron (en 1924 Agustín P. Justo era ministro de Guerra y se negó a autorizar el viaje), y luego es el primer presidente argentino en entender la oportunidad que ofreció el deporte para movilizar el apoyo de amplios sectores. El único presidente anterior que tenía interés en el fútbol era el presidente (Agustín P.) Justo. (…) Sin embargo, recién con el peronismo vemos una política estatal para fomentar los distintos deportes de adultos y de niños, de hombres y de mujeres, en la Capital Federal y en el interior del país”.

El fútbol en particular fue protagonista durante este periodo de numerosas películas que representaban al deporte como vehículo de ascenso social y de identidad nacional. A Escuela de Campeones (1950), donde se relata la llegada del fútbol a nuestro país, y El Hincha (1951), se suma Pelota de Trapo (1948). En esta última, el personaje principal es un futbolista, Comeuñas, que ha logrado ascender socialmente gracias a su talento. En el film, cuando por una afección cardíaca le insisten a abandonar un partido determinante frente a Brasil, Comeuñas se resiste y mirando a la bandera argentina que flamea en el campo de juego, le insiste a su amigo permanecer en este:

“Hay muchas formas de dar la vida por la patria. Y ésta es una de ellas”.

Sin embargo, y pese a ser claramente un área estratégica en la construcción de la “Nueva Argentina” peronista, tras dos años de gobierno, una serie de sucesos alejarán al deporte más popular de esta esfera de construcción de identitaria y de las competencias internacionales hasta 1955.

 

Trabajadores primero, futbolistas después

La primera huelga que deberá afrontar el gobierno de Juan Domingo Perón será la llevada adelante justamente por los miembros de Futbolistas Argentinos Agremiados en reclamo de un piso salarial, pagos atrasados, libertad de contratación y el reconocimiento oficial del gremio por parte de la AFA. Es, hasta el día de hoy, la mayor huelga en la historia del deporte extendiéndose por seis meses. Al finalizar la misma, la intervención del Ministerio de Trabajo y la suspensión de descensos en el campeonato, mediante la imposición de un salario tope abrió las puertas a un éxodo pocas veces visto. Más de 100 jugadores, estrellas y en ascenso, emigraron a jugar a ligas en Cuba, México y, principalmente, Colombia, donde se había establecido una “Liga Pirata” libre de no respetar las reglas del mercado de pases impuestas por la FIFA.

Esta fuga de talentos tuvo como consecuencia el desarme del equipo tricampeón continental de 1945, 1946 y 1947 y la renuncia del hasta entonces presidente de la AFA y ministro de comunicaciones de la Nación, Óscar Nicolini. El primer compromiso internacional inmediato era la Copa Sudamericana de 1949, a disputarse en Brasil. Las tensas relaciones entre Dutra y Perón con objetivos encontrados frente al rol de los Estados Unidos en el continente, la participación de Brasil del Mundial de 1938, ignorando el boicot continental, y la supuesta imposibilidad de poder presentar un equipo competitivo con los jugadores del ámbito local, fueron las bases del desaire argentino al no presentarse en dicha competencia. Esto derivó en un enfrentamiento entre la AFA y la Confederación Brasileña de Fútbol. Un año después, y pese a tener un nuevo equipo nacional entrenando, se decidió salir de la participación de la Copa de 1950. Los rumores que justifican esta acción incluyen un diálogo entre el nuevo presidente de la AFA, Valentín Suárez, y Perón donde éste le habría dicho: “No le puedo asegurar que vayamos a ganar”. Como contraste, Uruguay, que se encontraba en una situación similar a la Argentina, participó de ambas competencias, coronándose en el Maracanazo.

Los años posteriores trajeron escasos encuentros internacionales para la Argentina. Durante todo el período 1948-1955 el total fue de 16 partidos internacionales, incluyendo el regreso a las competencias continentales en 1955 en Chile, donde se alcanzaría el campeonato. Un año después, en 1956, ya sin Perón en el poder, la selección argentina jugaría 17 partidos internacionales, uno más que durante los ocho años anteriores.

En 1953 se llevó adelante uno de los pocos partidos internacionales significativos de este periodo. Un encuentro contra Inglaterra en Buenos Aires que terminó con triunfo 3-1 para Argentina. El impacto fue tal, que aún hoy se celebra el 14 de mayo como el día del futbolista. Los medios locales no ahorrarían en elogios para describir el primer triunfo frente a los creadores del deporte, “Hace poco nacionalizamos los ferrocarriles (ingleses), ahora nacionalizamos el fútbol”. Pese a hitos como este, en una decisión menos entendible que la de 1950, se decide no participar de Suiza 1954, aunque sí se envía una delegación para observar los partidos.

El aislacionismo en el fútbol termina con el derrocamiento de Perón en 1955. Es importante destacar que esta actitud fue exclusiva para con el deporte más popular. Este periodo es el de las más exitosas participaciones olímpicas, panamericanas y automovilísticas en la historia, con importantísimos logros en otras disciplinas como básquet, natación y boxeo. La vuelta a los mundiales de fútbol sólo se daría en 1958 y es recordado como “El Desastre de Suecia”, un duro baño de realidad de las consecuencias de haberse retirado de los escenarios globales.

Volvemos a Ecuador, 10 de octubre de 2017. Messi realiza un hat trick y la selección argentina clasifica. Sus jugadores se encuentran entre los mejores pagos del planeta. El fútbol continúa siendo el deporte más popular del país. La cuenta regresiva a la apertura mundialista se vive día a día. Debería ser una fiesta. Se sufre.

 

Santiago Rodríguez Rey es politólogo y magister en comunicación y marketing político. (@srodriguezrey)

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