Chile: Goles, fama y autogoles

NICOLÁS IBIETA

El fútbol ha marcado mucho de la historia reciente de nuestra cultura. Sus estrellas llenan portadas, son protagonistas de mucha publicidad, están constantemente en televisión y todo se refuerza cada fin de semana con sus victorias y derrotas, y en los millones de chilenos que celebramos y lloramos por ellos. Y la política ha ido tras ese protagonismo. Pero en el tránsito entre fútbol y política, hay un intermediario clave: los medios. Este rol lo describe bien el periodista Daniel Matamala: “Si un periodista se declarara públicamente amigo de su fuente o entrevistado en el ámbito político, recibiría la crítica inmediata del medio, de sus colegas y de la audiencia. En cambio, esa relación se acepta e incluso se incentiva en áreas como el periodismo deportivo”[1]. Los medios amplifican la cobertura del fútbol y su presencia en nuestras vidas, y a la política le sirve, muchas veces, esa fama.

A mediados de la década de los cincuenta le correspondía a Sudamérica la organización de la séptima edición del Campeonato Mundial de Fútbol. Cuentan las crónicas que Argentina y Chile peleaban el puesto y en sus exposiciones ante la FIFA se definía todo. Argentina cerraba su argumento afirmando categóricamente “lo tenemos todo”. Por parte de Chile, Carlos Dittborn Pinto presentó los argumentos. Nieto por padre y madre de políticos representantes de Chile en el extranjero, Dittborn es recordado con nostalgia y cariño por todo Chile. Su recuerdo, en parte, se debe a la famosa frase con que cerró su exposición ante la FIFA: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Como los grandes discursos en la historia de la política, el broche de oro para la gestión de Dittborn fue haber conseguido la mayoría de los votos necesarios en la elección que se disputaba y con ello Chile conseguía ser, por primera y única vez hasta ahora, la casa de la Copa Mundial de Fútbol de 1962.

“En nombre del Gobierno y del pueblo de Chile me complace dar la más cordial bienvenida a todas las delegaciones extranjeras que han llegado hasta nuestro país a participar en este significativo acontecimiento que es el Campeonato Mundial de Fútbol. La creciente difusión y la enorme importancia que las actividades del deporte han adquirido en la vida de los pueblos, otorgan especial trascendencia a estos torneos. Concitan ellos el fervor de las masas y constituyen un valioso instrumento de solidaridad y acercamiento entre las naciones”[2].

Con estas palabras el presidente de la república, Jorge Alessandri Rodríguez, daba por inaugurada la versión número 7 de la Copa Mundial de Fútbol de 1962. Un hito mundial que se celebraba por primera vez en Chile y, por supuesto, la máxima autoridad entendía los efectos y la trascendencia de este evento para el país y su gobierno. El presidente Alessandri fue muy entusiasta de la realización del Mundial. Apenas dos años antes, había tenido lugar en Chile uno de los terremotos más duros que hayan hecho sufrir al pueblo chileno, por lo que el Mundial sería un bálsamo para alivianar los efectos de la tragedia. Por esos años también hacía su estreno en Chile la televisión a color, con lo que el Mundial no sólo sería el evento deportivo más importante de la historia del país a esa fecha, sino además el de mayor difusión y alcance masivo, y que además vería a nuestros representantes llevar adelante la gesta histórica del tercer lugar en la copa, el mayor logro de nuestra selección en su historia.

El siguiente hito de la historia mundialista de Chile vendría en la fase de clasificación para el Mundial de 1974. En Chile regía la dictadura de Augusto Pinochet y la selección debía enfrentarse a la Unión Soviética de entonces. La fórmula sería con un partido de visita y otro de local. En el de visita, Chile jugó en la URSS rescatando un valioso empate que lo ponía en una ventajosa posición. El encuentro de local se disputaría en noviembre de 1973, sin embargo, la selección soviética adujo problemas políticos y de seguridad para no presentarse. La FIFA, en una medida incomprensible pero que claramente quería dar una señal en contra de la URSS, ordenó a Chile presentarse igualmente en la cancha y marcar un gol simbólico para sellar su paso al Mundial. Nuestra selección, entonces, tuvo que protagonizar un bochornoso montaje político que hasta hoy nos avergüenza. El mismo Estadio Nacional donde se montaba este espectáculo estaba siendo usado también como centro de detención y tortura de la dictadura. Así describía el “chino” Carlos Caszely, uno de los seleccionados chilenos que estuvieron en cancha, el episodio: “Fue el show futbolístico más burdo que me tocó vivir. El teatro de lo absurdo”[3]. Otro de los seleccionados que estuvieron en esa escuadra, Leonardo Véliz, recordaba con pesar: “Éramos futbolistas, sólo queríamos ir a un Mundial. Pero, con el paso del tiempo, uno quizás pudo negarse a jugar en esas condiciones”[4]. Aun cuando los futbolistas no estén pensando en política, ciertamente hay políticos que piensan en ellos.

El año 1982 Chile tendría una nueva presentación en un Mundial, sin embargo, su desempeño sería lejos del podio. Tras ello vendría una ausencia muy larga de los Mundiales, con lo que la siguiente oportunidad sería de gran impacto entre los chilenos. En la segunda mitad de la década de los noventa, los protagonistas indiscutidos de la escena futbolística nacional serían Iván Zamorano y Marcelo Salas. El primero se convertiría en uno de los mejores jugadores de Europa, consagrándose como “pichichi” (máximo goleador) de la liga española para la temporada de 1994-1995, vistiendo la camiseta del Real Madrid. El segundo sería campeón una y otra vez con River Plate de Argentina y para el año 1997 sería reconocido como el Mejor Jugador de América. Con cientos de récords y premios a cuestas, la dupla que se conoció como “Za-Sa”, fue protagonista de la gesta que volvería a llevar a Chile a los Mundiales. Su fama y reconocimiento parecían no tener parangón en el país… y en la clase política tomaban nota.

Durante la presidencia de Ricardo Lagos Escobar, en 2007, se inauguró en Chile un nuevo sistema de transportes que surgía con mucha controversia y que hasta hoy suscita debates políticos encendidos, por la mala reputación de la que sufre[5]. Se trata del que fue denominado “Transantiago”. Para el lanzamiento del sistema, se ideó una campaña publicitaria en la que uno de cuyos rostros de mayor renombre correspondía a un miembro de la dupla mundialera: Iván Zamorano. El gobierno actual del presidente Piñera ha anunciado ya que presentará una reforma integral al sistema. Está por verse si la campaña tendrá un rostro futbolero para su lanzamiento. Seguramente Piñera no recurrirá a ello, menos a sabiendas que la relación del fútbol con la política es negativa para su reputación.

En 2010 fue la siguiente aventura mundialista de Chile. Ahora bajo el primer período presidencial de Piñera, la selección volvía tras su paso por el Mundial con un rendimiento que la ciudadanía valoró enormemente. Por ello, el presidente decidió recibirlos con todos los honores en el palacio de gobierno, sin saber que sería un episodio para querer olvidar. En un salón especialmente preparado, los jugadores y el cuerpo técnico eran recibidos y saludados cordialmente por el presidente y su encargado de deportes, Gabriel Ruiz-Tagle, entre otros. Llegado el turno de estrechar la mano al presidente del director técnico argentino, Marcelo Bielsa, éste lo obvió en un primer momento, pero Piñera no lo dejaría pasar y al seguirlo con la mirada y su mano extendida mientras Bielsa se alejaba, el técnico se vio forzado a saludarle. Este es uno de los episodios que más sale a colación en las referencias de Piñera con el fútbol y que por estos días ha sido recordada, pues su escudero en el fútbol, Ruiz-Tagle, ha tomado las riendas del equipo más popular de Chile y del que Piñera fuese uno de los dueños, Colo Colo.

Sin duda alguna, el fútbol es parte de los símbolos culturales de mayor incidencia en nuestro país. Y la política, como buena intérprete de las pulsiones de la sociedad, siempre ha buscado sus fórmulas para captar para sí la fama tras el deporte del balón. Más aún en nuestro país, que es uno con los mayores índices de desafección y distanciamiento de la política[6]. Es de esperar que el vínculo entre fútbol y política se dé de manera virtuosa y no tortuosa, como ha sido en mayor medida hasta ahora.

 

Nicolás Ibieta es socio y consultor en comunicación en Punto Cero Consultores (@nicoibieta)

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[1] http://www.revistadossier.cl/futbol-y-politica-el-fin-de-una-era/

[2] http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-80860.html

[3] http://www.marca.com/2013/11/21/futbol/futbol_internacional/chile/1385026960.html

[4] Ibidem

[5] http://mouse.latercera.com/zamorano-transantiago/

[6] http://www.pewresearch.org/fact-tank/2018/03/08/negative-views-of-democracy-more-widespread-in-countries-with-low-political-affiliation/