MARTA FORERO
“Cultivo una rosa blanca,
en julio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
cultivo una rosa blanca”.
-José Martí-
Una rosa blanca cultivaba al amigo y al tirano el poeta cubano José Martí. Y una rosa blanca es lo que Joe Biden le acaba de regalar al Gobierno de Cuba. Estamos en mayo y la primavera es temporada de flores, pero en el Caribe no hay estaciones.
La Administración Biden publicó un nuevo paquete de medidas destinadas a destensar las relaciones entre EE. UU. y Cuba. A partir de ahora, los cubanos residentes en Estados Unidos podrán superar los mil dólares por trimestre cuando envíen remesas a sus familiares y amigos. También podrán volar a otras ciudades más allá de La Habana y los emprendedores de la isla tendrán más facilidades para acceder al comercio digital.
Con este anuncio, sumado a la reciente reanudación de la actividad de la Embajada de EE. UU., comienza una tímida marcha atrás en algunas de las medidas más duras del embargo -o bloqueo, como lo llaman en Cuba- y se abre una rendija de aire fresco en un país que necesita oxígeno desesperadamente.
Cada vez que Estados Unidos relaja sus sanciones, el suelo de Florida tiembla. Las raíces de las élites cubanas que llevan tiempo afincadas en el país lo tienen claro: hacer concesiones al régimen sale muy caro. Quizá este movimiento parezca una maniobra continuista del que fue vicepresidente de Obama, pero, en realidad, es una auténtica declaración de intenciones.
Cuba se ahoga
Cuba está sumida en la crisis más grave que ha vivido desde la caída de la URSS. Con la pandemia, el turismo se cortó y nadie entraba ni salía de la isla. Así, este país, que es extremadamente dependiente de las importaciones, perdió de golpe una fuente de ingresos de moneda extranjera crucial para hacer frente a sus compras en el exterior.
Para suplir la falta de divisas, el Gobierno fomentó la aparición de tiendas MLC, establecimientos donde se debe pagar con una tarjeta en la que haya depositados euros, yenes, eslotis… La que te dé la gana mientras no esté sometida a sanciones económicas internacionales.
Como no hay dinero para importar, los comercios normales están prácticamente vacíos, y los pocos productos que hay se venden en tiendas MLC.
Obviamente, los cubanos cobran en moneda nacional y no extranjera y, el Estado, para retener la poca divisa que tiene, no permite cambiarlas en el banco. De este modo, debes tener una moneda en la que no cobras para comprar unos productos que necesitas para vivir. Y el cubano, que es un superviviente nato, se las apaña para conseguirla igual. ¿Dónde? En el mercado negro.
Este flujo clandestino de capital ha provocado una fuerte inflación de la moneda nacional. Para haceros una idea, comprar dólares en Cuba es ahora mismo un 400% más caro que antes de la pandemia.
Esto ha originado un desabastecimiento masivo y perpetuo de bienes totalmente básicos, horas de cola, racionamientos… En Cuba vives para comprar porque no sabes cuándo podrás volver a hacerlo.
Y así, lo único que se puede esperar es que la gente, tarde o temprano, explote.
El éxodo de cubanos a Estados Unidos con cifras históricas
A lo largo de estos dos años de pandemia Cuba ha vivido los meses más agitados de protestas de sus últimas tres décadas. Plataformas civiles como el movimiento San Isidro o el movimiento Archipiélago han intentado canalizar un descontento social generalizado que se materializó en las jornadas de protesta del 11 de julio del año pasado.
La situación en el país es tan insoportable que asfixia y, cuando el caldo de cultivo aprieta, Cuba lo tiene claro: lo mejor es abrir el grifo y dejar que gotee la gente que quiere marcharse.
Para ponérselo un poco más fácil, Díaz Canel llegó a un acuerdo con el Gobierno de Daniel Ortega y, desde el año pasado, los cubanos pueden viajar a Nicaragua sin visado, abriendo una nueva vía de llegar a Estados Unidos por tierra. Como dijo Lola Flores, “¡si me queréis, irse!”. Y, ¡vaya que si se han ido!
El departamento de Aduanas y Protección de Fronteras de EE. UU. reporta haber retenido aproximadamente 115.000 cubanos en la frontera con México. Un 328% más que durante toda la crisis de los balseros de los años 90. Cuba se desangra y Estados Unidos lo absorbe.
Y eso no es bueno para nadie.
El lobby cubano lleva más de seis décadas afincado en EE. UU. y sabe ver una buena oportunidad cuando la tiene delante. Sumido en esta crisis sin precedentes y sin ningún Castro al frente del Ejecutivo, el régimen nunca ha sido tan débil. Por tanto, cualquier acercamiento que se realice al Gobierno de la isla será muy mal recibido por una gran parte de Miami. Y, para un Biden que cotiza a la baja cuando estamos a medio año de las midterm elections, eso son muy malas noticias. O, ¿quizá no tanto?
Florida, un estado determinante en las elecciones
Florida suele ser uno de los swinging states que marcan el sentido del voto de los estadounidenses. El partido que gana en Florida es el que gobernará el país, salvo en contadas excepciones. Las elecciones del 2020 fueron una de ellas. Joe Biden fue investido presidente de Estados Unidos, pero fue Donald Trump quien ganó los 29 electores de Florida.
Los cubanos constituyen una excepción electoral dentro de los hispano-estadounidenses. Según un estudio realizado por el Pew Research Center, solo un 32% de los hispanos se declara más alineado con el Partido Republicano que con el Demócrata. Los cubanos, al contrario. Entre ellos esa cifra aumenta hasta el 58%.
En los comicios de finales de este año, no solo se revalida el poder legislativo federal, también lo hacen algunos estados. Entre ellos, Florida.
Ron de Santis, su actual gobernador, es uno de los pesos pesados de Donald Trump y se ha vuelto muy popular por su (no) gestión de la pandemia, donde ha hecho de Florida un enclave de resistencia frente a algunas medidas anticovid, como el uso generalizado de la mascarilla o el fomento de la vacunación. Con todo esto, no es de extrañar que casi todas las encuestas, con más o menos margen, le otorguen la victoria.
Entonces, ¿qué le queda a Biden frente a unas cifras que tan solo confirman una realidad más que consolidada?
Malabares electorales y decisiones delicadas
En los suburbios de la autoayuda de internet resuena una frase popular que dice, ‘si amas a alguien, déjalo ir’. Y eso se ha hecho desde la Casa Blanca: rendir la Florida y centrarse en otros estados clave.
Renunciando a contentar al ala más dura del lobby cubano, el Gobierno federal esquiva una flecha envenenada y puede extinguir a tiempo una potencial crisis migratoria de su frontera sur. Es obvio que el chorreo de migración cubana no se va a cortar en un corto plazo, pero sí puede disminuirse si la isla recupera unas condiciones mínimas de habitabilidad.
Además, las nuevas medidas suponen un consuelo para muchos cubanos que emigraron en los últimos años y que nada tienen que ver con los conservadores del anticastrismo. Por ejemplo, EE. UU. se ha comprometido a facilitar los visados de reagrupación familiar, y, como os podréis imaginar, eso ha hecho felices a muchas familias a ambos lados del Caribe.
El embargo a Cuba es un arma de seducción masiva que lleva más de 60 años alimentando el relato del régimen del Partido Comunista Cubano, que se fortalece como antagonista al intervencionismo estadounidense.
¿No hay petróleo? Culpa del bloqueo. ¿No hay detergente? Culpa del bloqueo. ¿No hay harina? Culpa del bloqueo.
La novedad ahora es que la demografía cambia y ya no todos los cubanos emigrados son una amalgama homogénea en contra de los Castro. Más que nada porque ya no hay Castro, pero sí hay hastío y hartazgo y ganas de vivir normal, en paz, sin tener que llenar tres maletas de 23 kilos con medicamentos, comida y ropa cada vez que viajas a ver a tu madre.
Quienes presionan al gobierno afincados en Florida tienen como finalidad última recuperar los territorios que les fueron expropiados tras la Revolución del 59 -o por lo menos una cuantiosa reparación económica al respecto-. Dejaron de conocer la realidad de su país hace tiempo. Deben asumir que ya han perdido, que lo que fue una proclama legítima en los años 60 ahora caducó y apesta a moho. Muchísimo.
Cuba es un país del que todo el mundo habla, pero en el que sus ciudadanos viven completamente abandonados. Hacen malabares para sobrellevar la cotidianeidad mientras la vida pasa y el tiempo asfixia. Donde los sueños se conjugan en subjuntivo y el único plan a largo plazo que puedes hacer es el de marcharte.
José Martí, máximo referente cultural e ideológico de la independencia cubana, escribía en uno de sus poemas: “el futuro es un imán/ el imán es una patria/ patria es humanidad”.
Pero en la Cuba de ahora, el futuro es un desierto y la patria se muere cada día un poco más.
Marta Forero Testor es periodista, graduada en relaciones internacionales y Máster en Comunicación Política y Corporativa por la Universidad de Navarra. Actualmente trabaja como consultora de movilización social en Vinces. Colabora escribiendo sobre comunicación y política con un foco especial en América Latina. (@mftestor)