Camaradas, el de hoy es un día
solemne y memorable. Hace
justo un año entramos en la
guerra. Ha sido un año lleno
de acontecimientos, vertiginosas
circunstancias históricas;
un año durante el cual los soldados italianos
de tierra, mar y aire han luchado con heroicidad,
sobre todo en los frentes de Europa
y Ãfrica.
En vista de los incuestionables documentos
que han salido a la luz pública, ya nadie
duda que entre Italia yGrecia debería producirse
un ajuste de cuentas. Los periódicos atenienses
empiezan por fin a desvelar el trasfondo
criminal de la política griega. Desde el mes
de agosto de 1940, he probado que Grecia ya
no mantenía ni siquiera la apariencia de neutralidad.
En esas mismas fechas vivimos un
periodo de tensión, seguido de unos pocas semanas
de calma.
Así pues, el 15 de octubre se acordó de
forma unánime acabar con las indecisiones y
entrar en el campo de batalla a finales de ese
mes.
Fue algo matemático, en abril, aunque no
ocurriera nada que transformase la situación
de los Balcanes, el ejército italiano habría atacado
y aniquilado al ejército griego.
Para no faltar a la verdad, es justo afirmar
que muchos destacamentos griegos lucharon
con valentía. Más aún, resulta triste declarar
que el ejército heleno no habría aguantado
seis meses en el campo de batalla de no ser
por la ayuda de Inglaterra. Las fuerzas griegas
recibieron provisiones, suministros y armamento
de los ingleses. Los aviones procedían
de Gran Bretaña, así como los carros antiaéreos
y la artillería. Al menos 60.000 ingleses
se contaban entre las filas, y grupos especiales
flanqueaban al ejército griego.
En cuanto al suministro de material, la
aportación de Turquía fue modesta. Su valor
no alcanzaba los dos millones de libras
turcas.
Mientras las tropas italianas luchaban por
derrotar al ejército griego, Yugoslavia expresó
en forma de golpe de Estado sus verdaderos
sentimientos. Por tanto, el estallido de la
guerra del Eje contra Yugoslavia fue inevitable.
Las tropas del Eje actuaron en conjunto
con la rapidez del rayo. Mientras el Segundo
Ejército de los Alpes avanzaba a lo largo de la
costa dálmata a una marcha forzada que puso
a prueba la resistencia de nuestros soldados,
los griegos se retiraron a la retaguardia e intentaron
una treta de última hora al estilo de Ulises
para retenernos en la frontera con Albania:
ofrecieron el armisticio a los alemanes y
no a nosotros.
Yo los llamé con contundencia a la razón y
al final se retiraron de forma incondicional.
En cuanto a Yugoslavia, reveló casi de inmediato
la incoherencia y lo que tal vez pueda
llamarse “falsedad†de su organismo estatal
en el tercer Estado mosaico creado de manera
artificial en Versalles. Con su cometido
exclusivamente antiitaliano se hace añicos al
primer golpe.
El ejército yugoslavo para el que París y el
círculo de la Pequeña Entente ha creado una
reputación de “invencibilidad†quedó fuera
de juego tras los primeros ataques. Los ingleses
hicieron unas cuantas apariciones más en
el campo de batalla, pero descubrieron que
sus pies también se abrasaban al pisar suelo
heleno y abandonaron –huyendo por la habitual
ruta marítima– la agonizante Grecia.
Las consecuencias políticas y militares provocadas
por la eliminación de Inglaterra de
su últimas bases en Europa han cambiado de
forma radical el mapa de esa zona –lo han
cambiado para mejor, sobre todo si nadie
pierde el sentido de la proporción–; es decir,
lo han cambiado para convertirlo en una disposición
más razonable de acuerdo con la justicia,
que tiene en cuenta todos los elementos
que participan en su constitución y que suelen
entrañar problemas. En este aspecto tampoco
ha sido posible conseguir una disposición
perfecta en todos los sentidos. Sin embargo,
no hay que esperar que estas cuestiones se
resuelvan de forma absoluta.
Bulgaria se anexiona Macedonia, que es
mayoritariamente búlgara, y Tracia occidental.
Hungría ha ampliado sus fronteras y Alemania
ha llevado las suyas hasta la ribera
izquierda del río Sava. El resto de Eslovenia
se ha convertido en una provincia italiana
con un régimen especial. El mayor reto político,
uno al que hemos de enfrentarnos tanto
en el este como en el oeste, es combatir el
desempleo.
Con la anexión de casi todas las islas de la
costa Dálmata, con la creación de las dos provincias
de Split y Kotor, y la ampliación de la
antigua y fidelísima Zara, el problema dálmata
puede considerarse resuelto, sobre todo si
tenemos en cuenta las relaciones entre los reinos
de Italia y Croacia, cuya corona ha sido
ofrecida a un Saboya-Aosta.
De haber querido podríamos haber ampliado
nuestras fronteras desde los montes Velebit
hasta los Alpes albaneses, pero, en mi
opinión, habríamos cometido un error. Sin
tener en cuenta a otros, habríamos introducido
en nuestras fronteras varios cientos de
miles de elementos extranjeros hostiles por
naturaleza.
La conquista de Creta pone a disposición
del Eje un espacio aéreo y unas bases navales
muy próximos para ataques a gran escala en
la costa egipcia. La vida jamás será más complicada
para las fuerzas navales inglesas instaladas
en las bases de Egipto y de Palestina.
Alcanzaremos nuestro objetivo, que consiste
en expulsar a los británicos del Mediterráneo
oriental, y con ello daremos un paso de gigante
hacia un epílogo victorioso de la guerra.
La colaboración entre las potencias del Pacto
Tripartito está en marcha. Pero, lo que es
más importante, la colaboración entre Alemania
e Italia ya está en marcha.
Los ridículos rumores con los que se especulaba
sobre eventuales fricciones o disensiones,
producto de mentes estúpidas que llegaron
incluso más allá, como es el caso del primer
ministro inglés en su discurso de Nochebuena,
han quedado relegados al silencio.
A esto se suma el que Japón está en perfecta
armonía con el Pacto Tripartito. Los japoneses
son un pueblo orgulloso y leal que no
permanecería indiferente ante la agresión estadounidense
contra las potencias del Eje.
Con el resto de potencias incluidas en el
Pacto Tripartito, es decir, Hungría, Eslovaquia,
Rumania y Bulgaria, la relaciones son
más que cordiales incluso en los casos en los
que no existen acuerdos políticos especiales.
En cuanto a Turquía, este país ha rechazado
hasta ahora todas las invitaciones inglesas.
El presidente Inönü ha presenciado el trágico
destino que les depara a todas las naciones
que de alguna forma se han confiado a Gran
Bretaña.No obstante, quisiera aprovechar esta
ocasión para decirle al presidente Inönü
que Italia pretende seguir con Turquía esa
política de comprensión y colaboración que
fue inaugurada en 1928 y que para nosotros
continúa vigente.
Aunque España y Turquía se mantengan al
margen de la lucha, existe un Estado allende
los mares cuya participación parece probable.
Es bueno que se sepa que la intervención
estadounidense no nos molesta en exceso.
Una declaración de guerra específica no cambiaría
la situación presente, que es una guerra
de hecho, cuando no de derecho. La intervención
estadounidense, en caso de que se produjera,
llegaría tarde, y aunque no fuera así, tampoco
eliminaría los factores del problema. La
intervención estadounidense no otorgará la
victoria a Gran Bretaña, sino que prolongará
la guerra; no limitará el alcance del conflicto,
sino que lo hará cruzar los océanos; transformará
el régimen de Estados Unidos en un régimen
autoritario, que será totalitario en comparación
con el de sus precursores europeos
–los fascistas y los nazis–, quienes se sentirán
superados y perfeccionados con creces.
Cuando se quiere mencionar a un dictador
en el puro sentido clásico de la palabra, se cita
a Sila. Sila nos parece un modesto aficionado
comparado con Delano Roosevelt.
Mediante un acuerdo con el mando alemán,
la práctica totalidad de Grecia, incluida
Atenas, será ocupada por las tropas italianas.
Esto se nos presenta como un grave problema,
sobre todo desde el punto de vista del suministro
de víveres, aunque debemos enfrentarnos
a él intentando aliviar tanto como
sea posible las miserias infligidas al pueblo
griego por sus gobernantes, subordinados de
Londres, y teniendo en cuenta que Grecia se
reincorporará al espacio vital mediterráneo
de Italia.
Desde la batalla de Keren, los ingleses han
anunciado en numerosas ocasiones que la
campaña en la Ãfrica italiana podría considerarse
más o menos concluida. Sin embargo,
tras la batalla de Keren tuvieron que atacar
Amba Alagi, donde la resistencia italiana alcanzó
cotas épicas por segunda vez. Tras la
caída de Amba Alagi, los ingleses volvieron a
proclamar que todo había terminado. Pese a
ello, a día de hoy siguen luchando. Hay tres
zonas en las que las barricadas de nuestros
ejércitos continúan dando guerra a los ingleses:
Danakil, Jima y Gonder.
No podemos predecir cuánto más puede
durar, pero es seguro que la resistencia será
forzada hasta los límites de lo humanamente
posible.
Incluso la conquista completa del imperio
por parte de los ingleses no tiene la importancia
decisiva cara al final de la guerra. Ésta es
una venganza de carácter estrictamente personal
que no influye en los resultados de una
guerra que ha abierto brechas incluso más
profundas entre Italia y Gran Bretaña. No
puedo deciros hoy ni cuándo ni cómo, pero
sostengo de la forma más categórica que regresaremos
a la tierra bañada con nuestra sangre
y… vengaremos a nuestros muertos.
Enviado por Enrique Ibañes