Turismo Político en Filadelfia

LUIS ‘TOTY’ MEDINA

Con frecuencia, hay quien erróneamente cree que Washington es el lugar de nacimiento de los Estados Unidos de América. Desconocen quienes así piensan que no fue a las riveras del Potomac, sino más bien a la vera derecha del río Delaware, donde se forjó la institucionalidad del poder político de esa nación. Bien les vendría en su próximo viaje hacia el norte del nuevo continente, tomar camino desde Nueva York hacia el D. C. y llegar hasta la mancomunidad de Pensilvania para descubrir los secretos de un lugar en el cual aún bulle la política en el alma citadina.

En Pensilvania, una de las cuatro entidades federales estadounidenses, que junto a Massachusetts, Virginia y Kentucky utilizan oficialmente el título de Commonwealth (mancomunidad) en lugar del de estado, encontrarán a Filadelfia, un formidable sitio histórico, cultural y artístico. Su fundación data de 1682 y fue la más poblada de las trece colonias que dieron germen al nacimiento de los Estados Unidos. Incluso alcanzó el sitial de honor de ser la tercera ciudad británica más poblada detrás de Londres y Dublín. Fue, en efecto, la primera capital de los Estados Unidos de Norteamérica y la primera sede donde tuvieron asiento todos los poderes públicos. Luego cedería su primacía demográfica a Nueva York y su estatus de capital a Washington, quedando incluso relegada en su región, pues aun cuando es la ciudad con mayor densidad poblacional de Pensilvania, la capital del estado es Harrysburg.

Las líneas que siguen intentan ser una bitácora resumida de una medianamente prolongada estadía por motivos académicos que me gratificó con el premio de descubrir los históricos enigmas de la cariñosamente apodada Philly, la ciudad de los 56 vecindarios, la “Cuna de la Libertad”, “The Quarter City”, “The Birthplace of America”, “la ciudad que ama tu regreso”.

El primer secreto de la ciudad es su propio nacimiento. Resulta que la corona británica adeudaba una suma importante de dinero al ya fallecido almirante William Penn y como pago le concedió todo el margen de terreno al oeste del valle de Delaware a su hijo y heredero de mismo nombre en 1781. Éste, un año después, se trasladaría desde Inglaterra hasta América y fundaría la colonia de Filadelfia. Con ese apellido, huelga entonces abundar en detalles acerca del origen del nombre de Pensilvania. Baste con decir que la explicación etimológica refiere la conjunción del apellido Penn y la palabra sylvania del latín silva, (selva, bosque), debido a la frondosidad de los bosques de la zona.

Pero sí, hay un secreto más en este punto y es sobre el por qué decidió llamar a la ciudad con el nombre de Filadelfia. Sucede que Penn pertenecía a un grupo religioso protestante disidente que sufría persecuciones por rechazar a la jerarquía eclesiástica y proclamaba la igualdad, la tolerancia y la paz. En razón de ello, la nueva colonia se convertiría en un lugar de refugio para todos aquellos reprimidos por profesar esta fe. William Penn se impuso el objetivo de que esta ciudad sirviese de polo comercial, financiero y centro político, cuyo principal atributo fuese la tolerancia. Y aunque el rey Carlos II ya le había otorgado la tierra en compensación y pago, Penn igual hizo un trato de compra con quienes consideraba los legítimos tenedores de ésta, los amerindios, buscando con ello mantener una relación pacífica con los primigenios pobladores del lugar. Se cuenta que firmó un acuerdo de amistad con el jefe de la tribu lenape Tamanon en el lugar de Shackmaxon, el mismo año de su llegada y fundación de la ciudad. El grabado que recuerda este encuentro ilustra muchos espacios urbanos y su presencia es recurrente en la iconografía de todo el estado. El nombre elegido por William Penn no podía ser más identificador de sus convicciones y principios. Filadelfia (compuesta de los vocablos griegos philos “amor” y adelphos “hermano”) significa “la ciudad del amor fraternal”.

Pero aún hay más sigilos ocultos en el pasado. Antes del arribo de los ingleses, el valle del río Delaware, donde hoy se asienta la ciudad, fue explorado y habitado por expedicionarios suecos que compartieron el espacio junto a los casi 20.000 amerindios lenapes de la nación algonquina en el asentamiento de Shackmaxon. Con la intención de contrarrestar la influencia de los comerciantes británicos y franceses, crearon una colonia agrícola y negociadora de pieles a la que llamaron Nueva Suecia. Poco después, una invasión neerlandesa la anexaría al reino de los Nuevos Países Bajos y, finalmente, la región pasaría a dominio inglés sólo en 1674, apenas ocho años antes de que Penn fundara la ciudad. Sin embargo, aún se pueden apreciar vestigios de ese pasado escandinavo en el American Swedish Historical Museum. 

Otra confidencia abrigada por Filadelfia es que casi todo lo que sea institucional tiene el orgullo de ser pionero. El diseño de la ciudad, por ejemplo, fue según un plano damero y se conoce que es el más antiguo de Estados Unidos, con calles anchas y cinco parques. La tolerancia de la ciudad muy pronto atrajo a toda suerte de inmigrantes europeos protestantes, entre los que se cuentan ingleses, franceses, neerlandeses y una de las primeras colonias alemanas, de cuyo legado aún hoy existe el conocido barrio de Germantown, cuya visita es necesaria si se desea conocer la ciudad más allá de las clásicas guías turísticas. 

Desde el 25 de octubre de 1701 hasta hoy, la ciudad goza de sólidas instituciones municipales: un ayuntamiento, consejos y asamblea. Esa temprana experiencia de gestión pública es la causante de que Filadelfia fuese dotada de equipamientos, herramientas públicas y de infraestructuras urbanas antes que las demás ciudades estadounidenses: un hospital y una compañía de bomberos y muchos bancos. Las calles fueron progresivamente pavimentadas e iluminadas con lámparas de gas. La Pennsylvania State House (el actual Independence Hall), en la sede de la asamblea colonial, fue construida en 1753 y sería el lugar desde donde se discutiría y firmaría la declaración de independencia de la nación. Ahí germinarían las primeras ideas revolucionarias que convertirían a Filadelfia, junto a Boston, en los dos principales centros políticos abolicionistas e independentistas.

A finales del siglo XVIII, bajo el notable influjo de Benjamin Franklin, ya Filadelfia era el crisol de las ideas revolucionarias. Al visitar los espacios de la Universidad de Pensilvania, con la Escuela de Derecho más antigua del país, la Sociedad Americana de Filosofía y la casi veintena de museos que recogen y registran la prolífica vida cultural y artística de varios siglos de ciudad, se descubrirá la razón por la cual fue llamada la “Atenas de Norteamérica”.

La revolución estadounidense, el secreto a voces de Filadelfia

A inicios de 1770, Filadelfia fue el foco activo de la lucha de Los Hijos de la Libertad, la organización de patriotas americanos que impulsaba la desobediencia tributaria a las leyes fiscales impuestas por la Corona inglesa y que incitaba a los colonos a rebelarse comercialmente. Por su ubicación geográficamente estratégica entre las trece colonias, fue seleccionada para acoger el Primer Congreso Continental, reunido entre el 5 de septiembre y el 26 de octubre de 1774. El espacio aún se puede visitar en el Carpenter’s Hall del 320 Chesnut street y se torna imposible no pensar en los debates de unos primeros representantes coloniales que buscaban independizarse de Europa por la razón que aún hoy es el motor de la nación: el comercio.

El siguiente sería el definitivo y contundente Segundo Congreso Continental, realizado entre 1775 y 1781, cuanto tuvo lugar la declaración de independencia y la ratificación de los Artículos de la Confederación. En tiempos de la guerra de independencia, esta asamblea conformó y dirigió el ejército continental, emitió papel moneda y se encargó de establecer las relaciones internacionales del país. Los delegados integrantes firmaron la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776 en este sitio, luego de largos e intensos debates que hoy pueden rememorarse al visitar el salón conocido como el Independence Hall, donde aún están colocadas las sillas, las mesas y todo el mobiliario dispuesto tal cual como estaban ese día, según reseñan los testigos en sus textos históricos. Sin embargo, en 1777, el Congreso, junto a casi toda la población, debió abandonar la ciudad. Los habitantes debieron esconder la Campana de la Libertad. Ésta es uno de los símbolos más prominentes y emblemáticos de la guerra de independencia. Ambos atractivos históricos son la visita obligada en el Independence National Historical Park en pleno centro de la ciudad vieja o el casco histórico, abierto todo el año en horario de 9 de la mañana a 5 de la tarde, salvo el día de Navidad.

Los alrededores de la ciudad serían después escenario de varias contiendas entre los patriotas comandados por George Washington y el ejercito colonial inglés. Hay paquetes y tours que ofrecen entre su recorrido un paseo a varias locaciones de esos campos de batallas. Tras la reconquista de Filadelfia, en septiembre de 1777, los británicos apostaron su ejército de 9.000 soldados en el barrio alemán, Germantown, constituido hoy como atractivo turístico e histórico principalmente por 16 casas coloniales convertidas en museos y salas de exposición que albergan y preservan en el noroeste de la ciudad la presencia de las primeras migraciones germánicas en el continente. 

Los ingleses dejaron Filadelfia para proteger Nueva York, vulnerable a una invasión francesa por vía naval en junio de 1778 y un mes después el Congreso retornó a Filadelfia. Después, la ciudad sería asiento de la Convención que redactó la constitución firmada en el Independence Hall en 1787, cuya copia puede ser apreciada en ese monumento histórico de ladrillos rojos declarado patrimonio histórico de la humanidad situado entre la Quinta y la Sexta de Chesnut St. También sería elaborada posteriormente en el Congress Hall la Declaración de Derechos de 1790, considerada sin duda como los diez primeros artículos de la constitución estadounidense.

Adicionalmente, en esa fecha la ciudad fue designada como la capital provisional de los Estados Unidos, mientras se construía el sueño de los padres fundadores de tener una ciudad que mostrara al mundo la grandeza y potencia de su poder político: Washington DC. Filadelfia se despediría de su condición de principal sede de los poderes públicos de la nación en 1799, pero nadie podría despojarla ya más nunca del orgulloso honor de haber sido la primera capital de los Estados Unidos de Norteamérica.

La guerra de Secesión, la Revolución industrial y la Gran Migración Negra: los otros misterios que guarda la ciudad del amor fraternal

Es historia que las insalvables diferencias entre el norte y el sur sólo pudieron ser saldadas con una confrontación cuyas heridas de a ratos vuelven a sangrar en el alma americana. La terrible guerra civil (acaso no todas son terribles?) extrajo de Filadelfia su espíritu fundacional y fue así como sus hospitales jugaron un papel importante en el cobijo de los numerosos heridos del conflicto. Los vetustos edificios del Pennsylvania Hospital desde 1751, el Hospital of the University of Pennsylvania desde 1874, y el Thomas Jefferson Hospital desde 1825, aún se exhiben orgullosos de haber honrado al gentilicio de amor fraternal de la ciudad durante esos oscuros días.

La ciudad recibió al nuevo siglo con un floreciente crecimiento económico gracias a sus riquezas agrícolas, todavía apreciables en la infaltable visita a los alrededores de la ciudad para adentrarse en los pintorescos asentamientos de la comunidad Amish hacia la vía de Lancaster. Un paseo recomendable e imprescindible para conocer aún más de la auténtica y curiosa herencia germana en una zona que resiste al paso de los siglos y la modernidad.

La minería del carbón impulsó la construcción de vías, carreteras, canales de navegación y vialidad férreas, lo cual le permitió mantenerse a la vanguardia en la era de la revolución industrial de finales del siglo XVIII e inicios del XIX. A su pujante industria textil y metalúrgica, se le sumó como locomotora que impulsaba los vagones de una economía arrolladora su dilatada condición de capital bancaria y centro financiero de primera línea en el país. Basta con dar un paseo por el centro de la ciudad y apreciar la arquitectura de las entidades bancarias que datan de la época, para comprobar ese pasado de progreso.

Pero si algún lugar contiene toda esa etapa de Filadelfia, es el Reading Terminal Market. Uno de los mercados públicos cubiertos más grandes y antiguos de Norteamérica, que durante años ha vivido junto a la ciudad sus vaivenes y más precisadas vivencias. Está en pleno centro de la ciudad y compartía espacios con la antigua estación de trenes de la empresa ferroviaria Reading. Sí, la misma del muy americano juego de mesa llamado Monopolio.

Allí encontrarás los tres platillos emblemáticos de la ciudad: los famosos cheesesteaks, que son unos deliciosos emparedados de filetes de carne y queso derretido; los donuts, cuya creación e invento se atribuye Filadelfia y su herencia neerlandesa; y los pretzels, auténticos bocadillos enrollados a mano de acuerdo con la tradición Amish. Varios de los puestos son atendidos por los descendientes de los primeros propietarios. Es el sitio ideal para adquirir especialidades culinarias locales, comer al aire libre, pasear buscando artesanía y dejarse extasiar por los exquisitos aromas de platos recién cocidos y una interminable lista de especias exóticas. Los lugareños acuden ahí para adquirir insumos de su cesta alimentaria y hacer mercado de todo tipo de productos animales y vegetales, y también para adquirir comida rápida y regresar al trabajo. Otro de los secretos que develarás en el lugar es la oferta de dulcería, postres, pasteles y los insuperablemente ricos helados de la Bassett’s Ice Cream, que lleva sirviendo helados de sabores únicos desde 1861. Hay, incluyendo la zona de restauración central, más de 100 puestos diferentes con mercancía que va desde la comida, pasando por la joyería, flores, alfombras, cosas para el hogar y artesanía local e internacional.

Y ya que estás en el lugar no debes dejar de comer los hoagies, unos bocadillos en pan francés conocidos como los precursores del emparedado conocido como submarino. A qué dudarlo, hasta en la gastronomía del fast food americano aplica el término para Filadelfia de precursora. El otro condumio infaltable en la visita a este mercado es el scrapple, un delicioso pudín espeso hecho con los despojos o recortes no utilizados del cerdo y mezclados con maíz molido y harina que luego de ser freídos a la sartén en mantequilla o aceite se emparedan con pan cuadrado o se acompañan con huevos y panqueques, generalmente en el desayuno. Este plato constituye la primera receta de cerdo inventada en los Estados Unidos por los colonos holandeses asentados en Filadelfia y el Condado de Chesty. Ya lo ven, en la comida chatarra también la ciudad es pionera.

Debido a la marcada violencia racial del sur y también a sus avances en la mecanización de los procesos productivos agrícolas, la ciudad recibió decenas de miles de afroamericanos que buscaban el ideal de tolerancia y bienestar que ofrecía. Los vestigios de la gran migración negra marcaron para siempre no sólo el componente étnico de sus habitantes, sino la gastronomía y el arte. No en balde, los acordes de la música afro están vinculados al conocido Philly Sound, un tipo de soul con influencia funk, que en cierta forma dio origen a la música disco. Y si faltase algún indicio del impacto de la negritud en el corazón de la ciudad, es suficiente con recordar que el estallido de los motines raciales de los sesenta en tiempos del movimiento por los derechos civiles consiguió en Filadelfia el mayor auge, empuje e intensidad de todos los Estados Unidos.

Otra prueba del influjo de este componente humano en la ciudad está en lo político. Entre el periodo que va de la Guerra de Secesión y hasta bien entrado el siglo XX, el dominio del Partido Republicano fue casi absoluto. Después de 1952 el Partido Demócrata jamás ha perdido una elección local y domina ampliamente el consejo municipal, al punto de que no hay en la actual generación alguien que recuerde a un alcalde de la ciudad que no sea compañero de partido de Obama. Los del partido del elefante han llegado a ganar la elección presidencial hasta con el 80% de la votación. El lunar en ese historial lo constituyen los 77.000 votos de los condados periféricos con los cuales Trump sumó los 20 delegados del Keystone (piedra clave) que fue Pensilvania en 2016.

Arte, tabernas, bares, cervecerías y tapas, los ocultos placeres de una ciudad política y tolerante

El primer viernes de cada mes, la larga lista de las galerías de arte, especialmente las ubicadas en el Old Town o Ciudad Vieja, permanecen abiertas hasta muy tarde participando en un evento conocido como el First Friday. La parte antigua de la ciudad y la zona del South Street tienen la marcha de una ciudad noctámbula que nunca duerme. Ahí se encuentra el Philadelphia Sketch Club, uno de los clubes de artistas más antiguos del país.Durante todo el año se realizan festivales y desfiles, el más famoso es el Día de Año Nuevo, conocido como la Mummers Parade. De modo que, si te pescan las fiestas navideñas cerca de la costa oriental de los Estados Unidos, es una ocasión propicia para disfrutar de un fabuloso espectáculo en el cual más de 10.000 personas desfilan ataviadas de coloridos y vistosos disfraces. 

El Kimmel Center de las Artes Escénicas, locación de la Orquesta de Filadelfia, catalogada como una de las mejores del país, y la Academy of Music, la de mayor antigüedad de la nación y que ha permanecido por más tiempo en funcionamiento, es sede también de la compañía de Ópera de Filadelfia y del Ballet de Pennsylvania. Todos están en la Avenida de las Artes, justo en el centro de la ciudad, lugar de muchos y muy buenos restaurantes y teatros.

Hay en Filadelfia más arte en espacios públicos que en cualquier otra parte de los Estados Unidos. El crecimiento de la ciudad y la planificación urbana han ido de la mano del arte expuesto en la vialidad y los lugares públicos. Un programa para la recreación de las artes, sustentado por la ciudad con dinero de los ciudadanos y empresas contribuyentes, ha financiado casi 3.000 murales de artistas profesionales y voluntarios aficionados al grafiti y el arte citadinos, convirtiendo a Filadelfia en la ciudad con más murales urbanos en el mundo.  

En Filadelfia, los sagrados efluvios del amado brebaje etílico también contribuyeron a la causa de la libertad. Es así como desde los días de la época colonial, las tabernas como la London Coffee House y la Tun Tavern eran sitios de encuentro y de protesta contra el dominio de la Corona británica. Los bares y tabernas de la ciudad bien pueden ser considerados templos en honor a Baco y, desde luego, a la sedición anticolonial. Tal es el caso de la Olde Ale House de McGillin, el pub más antiguo de Pensilvania y uno de los de más larga data de todo el país, inaugurado en 1860 y en funcionamiento hasta hoy. Está ubicado en Drury Street, un callejón que se entrecruza con la 13th Street con South Junior Street entre Chesnut Street y Samsom Street, en pleno centro. Es conocido como The Bell in Hand, por la campana de barco y la campana de vaca que el cantinero hace sonar cuando escucha de los clientes un buen chiste o un buen consejo. El sitio web político PoliticsPA lo mencionó en su lista de restaurantes frecuentados por políticos. Y en 2007, la revista comercial nacional Nightclub and Bar incluyó a McGillin en sus 100 mejores bares y clubes de los Editors Choice en los Estados Unidos. 

Sin duda alguna y afortunadamente para sus lugareños y visitantes, la riqueza histórica de Filadelfia también se esconde entre sus bares y tabernas. Y es otro de los secretos a descubrir placenteramente entre cervezas ale y degustables cervezas artesanales que muchos pubs se enorgullecen en ofrecer. Otro par de lugares para libar que son singularmente históricos por guardar entre sus paredes ignotas referencias de tradición republicana y subversión independentista, son la taberna de la Calle Cherry en la Plaza Logan, The Mask & Wig Club en el Center City y la City Tavern. Este último es un agradable tugurio de claro estilo colonial en 2nd Street en Old City, notable por haber colaborado en saciar la sed de varios padres fundadores y haber fungido como sitio no oficial de reuniones del Primer Congreso Continental. Hay quien se atreve a sugerir que en medio de una conversación acompañada de fraternales copas en alguna de estas tabernas, puede haber nacido el lema latino oficial que representa el espíritu de la nación: E Pluribus Unum, “De muchos, uno”. Lo dicho, la ciudad aún encubre reservas de historia y copas libertarias.  

La cervecería más antigua de Estados Unidos también está en Pensilvania. Se trata de la D. G. Yuengling, establecida en 1829, y tiene el privilegio de ser la cervecería operativa de más largo funcionamiento en la nación. De un largo tiempo a esta parte han emergido con una muy interesante oferta de fermentos no destilados de granos de cebada cuyo amargor recibe el inestimable nombre de cerveza, un gran número de cervecerías artesanales en toda Filadelfia. El impacto e interés generados por esta iniciativa ha sido tal, que los operadores turísticos ofrecen visitas guiadas y recorridos con degustaciones en las instalaciones de las cervecerías para mostrar la tradicionalmente histórica y estrecha relación de Filadelfia con la cerveza. La ciudad paga así su herencia celta en bello tributo.

Y aunque la ciudad ha visto mermar su otrora señorial esplendor político, al punto de que el descenso en su densidad demográfica le haya hecho bajar de seis a cuatro escaños en la cámara baja situada en el Barrio Capitol Hill de Washington D.C. no dejo de recomendarte que la incluyas como destino obligado en tu próximo viaje al gran territorio yanqui. Quién quita y desentrañes algún par de subrepticias historias aún no develadas del lugar donde aún retumban aquel “We the People…”

 

Luis “Toty” Medina es consultor con más 20 años de experiencia en Comunicación Política y Marketing Político Electoral, Comunicación de Gobierno, Manejo Situacional de Crisis, Asesoría de Imagen, Diseño y Planificación de Comunicación Política, Estrategias de Campaña, Análisis de Entorno, Investigación Estratégica, Estudios de Mercado y Opinión. Founder & CEO de la firma de consultoría Poliestrategia C.A.     
Twitter: @luistotym

Ver artículo en PDF

Ver el resto del monográfico sobre turismo político