Turismo Político en Caracas

LORENA ARRÁIZ

“Ciudad de la furia”, le llaman algunos, citando aquella famosa y delirante canción del grupo argentino Soda Stereo, escrita para la capital gaucha, pero que bien hemos tomado prestada unas cuantas veces para su homónima venezolana.

“Me veras volar / por la ciudad de la furia / donde nadie sabe de mi / y yo soy parte de todos”. Esa melodía nostálgica me lleva de forma irremediable a mi ciudad de la furia. Mía y de tantos. Más de 4 millones de habitantes compartimos ese territorio de gracia y el gentilicio que lo determina: Somos caraqueños.

“Nada cambiará / con un aviso de curvas / ya no hay fábulas / en la ciudad de la furia”. Caminar por las calles más céntricas de la capital es una remembranza de nuestros antepasados. De entre tantos mitos y leyendas, hemos rescatado uno que nos lleva directamente a La Catedral de Caracas, en la esquina La Torre, de la que algunas personas dicen haber visto salir a un sacerdote vestido de negro que entra a la casa donde fue prisionero el general Manuel Piar, quien fue mandado a matar durante la Guerra de Independencia. Lo realmente aterrador de esta historia es que, según testimonios se trata del mismo padre que visitaba a Piar mientras estuvo en prisión.

“Me verás caer / como un ave de presa / me verás caer / sobre terrazas desiertas”. Otro de los seudónimos de la capital venezolana es “la ciudad de los techos rojos”, famosa frase del escritor Enrique Bernardo Núñez, así era conocida Caracas debido a sus casas coloniales con tejas rojas. Ya hoy no hay “techos rojos”, pero sí varios sitios en las alturas del Valle de Caracas, desde donde puedes tener una interesante vista panorámica. Te recomiendo, por ejemplo, el parque Ezequiel Zamora, mejor conocido como El Calvario (porque allí se hacían las procesiones de la Semana Santa). Se trata de un espacio verde en pleno centro de la capital, al cual puedes acceder subiendo los 90 escalones tan característicos del lugar. El camino a El Calvario está lleno de anécdotas, mitos y leyendas, comenzando por aquella que cuenta cómo el expresidente venezolano Antonio Guzmán Blanco hacía sus largos paseos dominicales por esa colina, y decidió erigir allí un parque estilo “francés”, desde donde pudiera dominar lo que entonces era nuestra ciudad y sus alrededores, el cual inauguró en 1883.

“Te desnudaré / por las calles azules / me refugiaré / antes que todos despierten”. Antes de que todos despertaran la mañana del 25 de julio de 1783, había nacido –durante la noche anterior– Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, mejor conocido como “El Libertador” de América, en una casa colonial del centro de Caracas, lugar que hoy es un museo que conserva algunas piezas originales de la casa y algunas prendas del Libertador. El 25 de julio de 2002 es declarada Monumento Nacional.

“Me dejarás dormir al amanecer / entre tus piernas / entre tus piernas”. Ver salir el sol desde el Paseo de los Próceres es un regalo de la naturaleza que no puedes dejar escapar. Y si es domingo, verás a familias enteras disfrutando de un día sobre ruedas (patines, bicicletas, triciclos y demás). El Paseo de los Próceres es un monumento que se encuentra cerca del Fuerte Tiuna, sede de la Guardia Nacional de Venezuela y de la Academia Militar del Ejército –el instituto más antiguo de formación de oficiales en Sudamérica, ubicada en Caracas y fundada en 1810–. En el paseo se encuentran estatuas de los próceres de la independencia venezolana y un conjunto de espacios majestuosos. Fue inaugurado en 1956 por el presidente Marcos Pérez Jiménez, denominándola El Sistema de Nacionalidad en honor a las luchas independentistas de Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Sabrás ocultarte bien / y desaparecer / entre la niebla / entre la niebla / un hombre alado / extraña la tierra”. Hay un espacio en Caracas que es casi sagrado. El Panteón Nacional es el edificio donde descansan los restos de personajes destacados de la historia de Venezuela, comenzando por Simón Bolívar (después de haber descansado en la Catedral de Caracas y antes de que sus restos fueran trasladados al nuevo Mausoleo de Simón Bolívar, anexo al Panteón, donde son resguardados por la Guardia de Honor) y pasando por Ezequiel Zamora, José Gregorio Monagas, Juan Crisóstomo Falcón y Luisa Cáceres de Arismendi, heroína independentista y primera mujer cuyos restos fueron depositados en el recinto. Fue declarado Monumento Nacional el mismo día que la Casa Natal del Libertador, el 25 de julio de 2002.

“Con la luz del sol / se derriten mis alas / solo encuentro en la oscuridad / lo que me une / con la ciudad de la furia”. Si la política es el arte de gobernar a los pueblos, la visita más importante que debes hacer es al Palacio Presidencial, llamado Miraflores, sede del poder ejecutivo de Venezuela y desde donde despacha diariamente el Presidente de la República. Comenzó a ser construido a mediados de 1884, durante el mandato del presidente Joaquín Crespo (1884-1886), pero fue a partir de 1900 cuando empezó a utilizarse como Palacio Presidencial, bajo el gobierno de Cipriano Castro. Siempre esperamos que quien ostente este despacho sea un ser de Luz. Pero no siempre lo hemos conseguido.

“Me verás caer / como una flecha salvaje / me verás caer / entre vuelos fugaces”. La política es permanente. Los políticos son fugaces. Y aunque Venezuela tiene un sistema de gobierno presidencialista, el poder legislativo siempre ha tenido un peso invaluable en el desarrollo de los acontecimientos. Quizá sea por eso que el Palacio Federal Legislativo, también conocido como Capitolio, es uno de los sitios más imponentes de la capital venezolana. Fue construido en 1872 por el presidente Antonio Guzmán Blanco y su salón elíptico fue inaugurado en 1877. Estar frente a este lugar es impresionante, pero estar dentro es completamente mágico.

Buenos Aires Caracas se ve / tan susceptible / ese destino de furia es / lo que sus caras persisten”. El monumento más valioso que podrás encontrar en Caracas está en los rostros de los niños que juegan bajo la lluvia en los barrios más pobres; en las manos de las madres que no conocen más labor que esa entrega incondicional; en los viejitos que se sientan en la Plaza Bolívar a dar de comer a las palomas; en los estudiantes que salen y entran de la Ciudad Universitaria; en la señora que vende empanadas en una calle de casas coloridas de La Pastora; en el muchacho que te cuida el carro cuando lo estacionas en la calle; en los miles de feligreses que pagan sus promesas o encomiendan sus preocupaciones al Nazareno de la Iglesia de Santa Teresa; en el heladero que va con esa música del carrito que nos suena siempre a infancia y felicidad. Nada será más hermoso en Caracas, que ver a un caraqueño disfrutar del Ávila, como quien degusta la mejor arepa de su vida. Ah! Eso: no te vayas de Caracas sin comerte una buena arepa.

“Me verás volver / me verás volver / a la ciudad de la furia”.

Lorena Arraiz es Consultora Política y Comunicacional. Periodista. Profesora. Founder&CEO @LaEstrategiCom (@LArraizR)

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