XAVIER PEYTIBI
Se dice que las crisis son un verdadero escaparate para los liderazgos. Se sale bien o se sale mal. En estos momentos, echando un vistazo a diferentes países y diferentes líderes, hay diversas maneras de afrontar la crisis del coronavirus. Cada líder mundial ha decidido la suya, que puede ser mejor o peor según nuestra opinión pero que, en esta situación de crisis excepcional, para la que no existen protocolos -como sí los hay para atentados o catástrofes naturales- es la que ellos y ellas han creído conveniente. A toro pasado ya veremos qué funciona y qué no, pero es interesante observar las diferencias comunicativas.
Para preguntarme sobre cómo comunica cada líder, me entrevistó la gran Nuria Sans en RNE. Hablando de cada líder, se me ocurrió una palabra que resumiera -en mi opinión- su actuación hasta el día de ayer. Cada día cambian las cosas (hoy mismo a Boris Johnson le han detectado coronavirus) y cada día puede cambiar también el modo en que estos líderes comunican. Aquí mi listado con mis impresiones actuales.
El optimista. Boris Johnson, el primer ministro británico, sería el máximo exponente. Su objetivo principal, y tal vez utópico, viéndolo con la perspectiva del tiempo, era mantener la población mayor lo más sana posible, a la vez que intentaba mantener sana la economía británica. Sus mensajes, constantes, tenían que ver con consejos para la ciudadanía: mantener distancias, higiene… Es interesante que usó la política pop para usar esta estrategia. Ya el 5 de marzo participaba en magazines televisivos donde concedía entrevistas y aprovechaba para informar sobre lo que hacer y mostrarse tranquilo. Toda esta comunicación más optimista y relajada cambió el pasado viernes, cuando ya ordenó el confinamiento durante tres semanas. Las razones de su cambio de opinión son obvias: las potenciales cifras de víctimas con esa estrategia no eran asumibles, tampoco políticamente.
La humana. La presidenta alemana, Angela Merkel, podría entrar en esta definición, aunque he dudado -mucho- en denominarla como “la pesimista”. El 18 de marzo, en su único discurso televisado en 15 años (excepto los de las navidades) anunció que si no se actuaba rápido, entre el 60 y 70% de la población alemana contraería el virus, y que se enfrentaban al momento más complicado desde la segunda guerra mundial, con lo que eso significa en el imaginario alemán. También habló de tranquilidad y solidaridad, de comprar racionalmente y lo que se necesite. Al día siguiente se filtró una imagen suya en un supermercado comprando: en su carro de la compra, algo de comida y algunas botellas de vino. El estar confinada por si se había contagiado ha menguado obviamente su presencia, pero no ha dejado de participar y tener presencia en esta crisis.
El general. Emmanuel Macron se ha tomado la crisis como una guerra. Literalmente. El 16 de marzo hacía un solemnísimo discurso televisado, donde su lenguaje era totalmente bélico: esto es una guerra. Guerra sanitaria, económica, social, institucional y cultural, lanzando medidas -impresionantes en ese momento- para cada una de esas guerras. Este frame de guerra no lo ha dejado de usar en toda la pandemia, en sus discursos y en sus contenidos (imágenes con ejército, tomando decisiones, yendo a visitar “los campos de batalla” que son los hospitales…). Anteayer, hablaba de una nueva operación militar, y la bautizaba “operación resilience”. Como un general en tiempos de guerra, la presencia de Macron es constante. Ha personalizado en él la mayoría de mensajes y ejerce de líder en una gran batalla épica.
El pionero. Si un líder europeo ha sido pionero en esta crisis ha sido, para desgracia suya, Giuseppe Conte, el primer ministro italiano. Como buen primerizo, tuvo muchísimos errores comunicativos cuando los contagios y muertes se extendían por el norte de Italia, primero, y luego por todo el país. En esos primeros días llegó a filtrarse un documento de medidas de confinamiento (ya que se las habían enviado a 60 personas) que hizo que mucha gente del norte saliera hacia otros puntos del país. Ese mismo día, Conte hizo la increíble cantidad de 16 ruedas de prensa, incluyendo una a las dos de la madrugada, para acallar rumores (según su versión, lo hizo para que esas palabras aparecieran en prensa a primera hora). Pero, a partir de esos primeros días, Conte se transformó de primerizo a pionero. Ha ido informando adecuadamente y tomando medidas. Destacan sus discursos, muy trabajados y que él revisa personalmente, con frases para la historia como “Permanezcamos alejados hoy para abrazarnos con más fuerza mañana”. Este mes, su índice de aprobación había aumentado un 4%.
El nacionalista. Si escuchamos cualquier discurso de Donald Trump lo reconoceremos, aunque le cambiemos la voz. En estos días, esos discursos no han cambiado. Y se ha hecho protagonista. Si en momentos de crisis se busca liderazgo y presencia, Trump es un ejemplo perfecto, con ruedas de prensa diarias, de una o dos horas, rodeado de expertos (incluyendo figuras médicas reconocidas). Además, su tono, más optimista -al estilo Johnson- cambió el pasado 16 de marzo, ya con un tono más serio y solemne. Está luchando una guerra también, pero no de ataque, sino que lucha defendiendo a los Estados Unidos contra un enemigo exterior: el virus chino, las malas decisiones de la Unión Europea, el desagradecimiento europeo que no compra sus mascarillas… Y para ello usa un lenguaje que encuadra constantemente ese mensaje, especialmente lo de “virus chino”. En cualquier caso, Trump dio tres semanas (ya que todo mejorará) para tomar decisiones porque, como también ha advertido, el remedio no puede ser peor que la enfermedad. Y la enfermedad es el debilitamiento económico estadounidense. Veremos si la crisis se hace más persistente y cómo se enfoca. En cualquier caso, anteayer, una encuesta de Gallup lo situaba en un 49% de aprobación de su mandato, la más alta desde que es Presidente. Por lo que respecta a su gestión con la crisis del coronavirus, tiene un 60% de aprobación. A destacar que seis de cada diez independientes la aprueban, al igual que el 27% de los votantes demócratas.
El educador. Justin Trudeau era profesor mucho antes de ser político. En esta crisis, se está notando. Fue de los primeros líderes en tomar medidas contra el Covid-19, ya el 11 de marzo, cuando la crisis casi ni había llegado al Canadá. Desde entonces, incluso aún estando en cuarentena por el positivo de su esposa, no ha dejado de dar consejos y generar contenidos sobre la necesidad de la separación entre personas, de medidas de higiene, de auto confinamientos, y de indicar que van a ser semanas o meses duros. Lo más interesante son sus conferencias diarias ante los medios (sin preguntas), que son seguidas por ruedas de prensa de diferentes ministros en la misma sala, y con una portavoz médica, la doctora Theresa Tam.
Hemos visto seis modos de encarar comunicativamente el liderazgo, pero hay muchísimos más. Como indicaba al inicio de este texto, las crisis son un verdadero escaparate para los liderazgos. Veremos qué tipología de liderazgo es la acertada. Pero lo veremos en unas semanas, con suerte.
Xavier Peytibi es Politólogo. Consultor de comunicación política en Ideograma. Profesor en diferentes masters. Autor de xavierpeytibi.com (@xpeytibi)