Saber despedirse en política

ENRIQUE SACANELL

This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend, the end
Of our elaborate plans, the end
Of everything that stands, the end.
The Doors (1967)

La democracia conlleva la alternancia, la certeza de que en algún momento otra fuerza política obtendrá mejores resultados y desplazará del gobierno a quien ahora lo ocupa. Sin embargo, incluso cuando permanece en el poder la misma fuerza política, se producen cambios en las personas que ejercen cargos políticos. Unas veces, el cambio se produce al asumir otra responsabilidad. En otras ocasiones es consecuencia de batallas internas o bien por deseo personal de quien ha ostentado esa responsabilidad. Más allá de los motivos de que esto ocurra, la realidad es que las personas que desempeñan cargos políticos van cambiando. Llegan unos y se marchan otros. Pero tanto llegar como marcharse se puede hacer de muchas maneras y no todas son igual de adecuadas.

Desde el coaching político estos momentos son considerados especialmente significativos ya que conectan la persona con un momento del proceso político. Son situaciones que pueden generar dolor, frustración, bloqueo o, por el contrario, alegría, satisfacción y nuevos horizontes. Muy probablemente siempre haya una mezcla de ambos polos, sin embargo, en la medida en que se saben gestionar, es posible dar un mayor peso al lado más potenciador. Nos centramos aquí en el momento de la despedida, de la finalización de un periodo de desempeño de un cargo político, ya sea como cargo electo o por el nombramiento para ejercerlo.

El momento del relevo es el final de una etapa y como todo final presenta características que conviene tener en cuenta para poder afrontarlo adecuadamente. Cada uno de nosotros tenemos diferentes maneras de situarnos ante los finales. ¿Cuál ha sido tu forma de enfrentarte a los finales que has vivido: relaciones, trabajos, proyectos, responsabilidades…? ¿Encuentras una pauta que se repite? ¿Con qué asocias la idea de terminar algo, la idea del final? ¿Qué ideas te vienen a la cabeza? Tomar consciencia de las pautas que se repiten en mí a la hora de vivir los finales, de las historias que me cuento respecto a esas situaciones, me puede ayudar a entender cómo estoy viviendo el final de esta etapa de ejercicio de responsabilidades políticas.

En general, a las personas no nos suelen gustar los finales. Los vivimos como un momento de pérdida que preferimos negar o pasar lo más rápido posible. Son pocos los que se dan un tiempo para realizar la transición entre lo que acaba y lo que empieza.

Así, nos podemos encontrar con personas que continúan trabajando hasta el último día como si no hubiera pasado nada y, de un día para otro, desaparecen. Otras, en cambio, en cuanto son conscientes de que algo se va a acabar, se colocan inmediatamente en otro lugar, en otro proyecto, y los días que se mantienen en el puesto anterior es como si no estuvieran. Puede que incluso físicamente dejen de estarlo.

Pero cuando no nos damos tiempo para despedirnos adecuadamente, para transitar por esa fase final, hay muchas posibilidades de que nos llevemos cosas sin cerrar que luego es más complicado cicatrizar. Además, en todo final, hay otras personas implicadas. En este caso, no sólo los compañeros en las responsabilidades políticas, sino las personas que han trabajado en nuestro ámbito de responsabilidad y la red de ciudadanos y entidades con las que he establecido vínculos de uno u otro tipo.

Para terminar adecuadamente una etapa es importante darnos espacio para reflexionar. Preguntarnos ¿qué he aprendido en este periodo como político, como profesional y como persona? ¿Cuál ha sido mi contribución? ¿Qué queda aquí de mi labor en estos años? Reconocer los momentos bonitos que he vivido y también los que me hicieron sufrir. Mirarlos con perspectiva para llevarme conmigo los aprendizajes y dejar la vivencia en la organización. Tenemos que pasar página, iniciar una nueva singladura. Sin embargo, para emprenderla sin lastres, sin anclas en el pasado, es fundamental cerrar también emocionalmente esa fase de mi vida.

Es probable que sientas que el balance es desequilibrado, que has dado más de lo que has recibido. La política es una actividad ingrata en este sentido. No te ayudará llevarte contigo esa vivencia. Acepta la realidad tal cual ha sido. No hay claro sin oscuro, alegría sin llanto. Revisa la forma en que te cuentas estos años. De todo has aprendido, todo ha contribuido a que seas quien eres. Estate agradecido con todo lo que has podido experimentar, no sólo con lo que percibes como bueno.

También es importante saber perdonarse lo que se ha hecho mal o aquello en que uno se ha equivocado, en la medida que en cada momento tomaste la decisión que pensabas que era la mejor con la información de que disponías en ese momento.

Y prepararte para tu nueva situación. Ahora puede que mires con deseo la tranquilidad que esperas encontrar después de la vorágine en la que has vivido. Sin embargo, es muy común echar en falta la adrenalina que la presión continuada genera. Empieza a prepararte para ese momento en que el móvil dejará de sonar continuamente, en que no te consultarán para tomar decisiones de manera continuada, en que el mundo se moverá a tu alrededor sin esperar tu opinión…

Saber cerrar es también saber despedirse. No basta con un proceso de elaboración personal. Has trabajado con otras personas e irte adecuadamente supone agradecer a las personas con las que has trabajado y compartido lo que te han aportado, incluso a aquellas que han podido enfrentarse a tus propuestas. A veces son precisamente quienes más te han dificultado llevar adelante tus ideas quienes más te han hecho crecer como persona.

Y pedir perdón por aquellas cosas que has hecho y han podido causar daño. Aunque no lo pretendieras, aunque sigas pensando que hay quien siente daño donde no lo había, pedir perdón implica reconocer en el otro la legitimidad de sentir lo que siente y mostrarle que te haces cargo también de las consecuencias no deseadas de tus comportamientos o decisiones.

Por otra parte, el desempeño de un cargo político conlleva también la necesidad de rendir cuentas de lo realizado y de lo que no, asumiendo la responsabilidad que te corresponde. Rendir cuentas ante la ciudadanía, antes los electores, ante la organización que te ha apoyado o de la que formas parte.

Finalmente, marcharse de un cargo político adecuadamente supone contribuir a un relevo responsable con la sociedad a la que sirve tanto quien deja el cargo como quien va a asumirlo. Para ello es necesario que prepares el paso del testigo, organizando la información significativa que pueda ayudar a la persona que va a asumir tu lugar a iniciar su etapa de la mejor manera posible. Ocupas un lugar de relevancia institucional. Ese puesto no era tuyo, sino que desde él servías a la sociedad como ahora servirá otra persona. Ayudarle a que pueda hacerlo con la mejor información disponible es un acto de responsabilidad democrática.

Enrique Sacanell es coach empresarial. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Evaluador senior de la Fundación Vasca para la Calidad (EUSKALIT). (@sacanell)

Publicado en Beerderberg

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