Proclama Carlista

Españoles:

Cumplia à mi dignidad y mis sentimientos esperar el desenlace de los acontecimientos que hoy veo, sin sorpresa, consumados en España, y mas aun no desmentir cuanto os anuncié en mi manifiesto de 23 de mayo de 1845.

Entonces os hice conocer mis principios; que mis deseos no eran otros sino sacar à nuestra patria del caos en que se halla sumergida; obrar la solida reconciliacion de los partidos; daros la paz y ventura de que tanto necesitais y habeis merecido. Los resultados no han correspondido à mis desvelos, y vuestra esperanza ha quedado defraudada.
Vuestro deber y mi palabra nos imponen nuevos esfuerzos, para cumplir la mision que nos está encomendada.

Llegó pues, el momento, Españoles, que tan cuidadosamente quise evitar á costa de tantos sacrificios de vuestra parte y de la mia: fuera mengua para vosotros y mancilla para mi, ser ahora menos esforzados que siempre os estimó la Europa.

No conozco partidos, no veo sino Españoles, y todos ellos capaces de contribuir poderosamente conmigo al grande objeto para que la divina Providencia me reserva. Os llamo pues á todos, de todos espero y de ninguno temo.

La causa que represento es justa: ningun obstaculo debe retraernos para salvarla: el resultado es cierta, pues cuento que celosos, activos y valientes, acudireis solicitos al llamamiento que os hago.

Quiero, y os encargo, que no mireis á lo pasado. La era que va á empezar no debe parecerse à la pasada: la concordia debe restablecerse en todas sus partes entre los Españoles: cesan los epitetos, los odios y los agravios.

Las instituciones propias de la epoca, la santa religion de nuestros mayores, el libre egercicio de la justicia, respeto á la propiedad y la amalgama cordial de los partidos, os garantizan la felicidad por que tanto suspirais.

Cumpliré cuanto os prometí y ofrezco; y en el momento del triunfo nada me será tan grato ni me complacerá tanto, como considerar que no hubo vencedores ni vencidos.

Os doy las gracias por vuestros sufrimientos, constancia y cordura. Admirador de vuestra valor, y de vuestras hazañas, sabré recompensarlas en el campo de batalla.

Enviado por Enrique Ibañes