El principio del fin de la era Merkel

FRANCO DELLE DONNE

Hace tiempo que las elecciones alemanas han dejado de ser competitivas. La canciller Angela Merkel se ha convertido en la única constante de la política germana. Nadie en Alemania es capaz de imaginarse a otra persona ocupando su lugar. Ni siquiera los socialdemócratas creen poder disputarle el poder a la líder conservadora. Luego de la euforia de inicios de año apenas se consuelan con hacer un papel digno. ¿Es Merkel imbatible? ¿Por qué luego de doce años en el poder parece que su imagen en lugar de erosionarse se ha fortalecido? ¿Qué cambiará en Alemania pese a la continuidad de Merkel? Estas son algunas de las preguntas cuyas respuestas contienen las claves para entender la importancia de las elecciones federales de Alemania de septiembre próximo.

 

Tres secretos del éxito de Merkel

Merkel no se caracteriza por ser una política con un carisma especial. Nadie se enamora de sus discursos ni de sus intervenciones públicas. Así y todo, la canciller ha ganado tres elecciones federales consecutivas. Y va por la cuarta. Para entender este fenómeno hay que observar tres capacidades que Merkel ha demostrado tener: (1) capacidad para ocupar el centro del espectro político, (2) capacidad para no decir nada, especialmente cuando el tema es complejo, y (3) capacidad para aprovechar que no tiene rival.

El primer elemento que explica el éxito de Merkel tiene que ver con su estrategia de crecimiento hacia el centro del espectro político. Lo que algunos conservadores denominan la “socialdemocratización” de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), le sirvió a la fuerza conservadora para incorporar el electorado que el excanciller Gerhard Schröder le había arrebatado hacia fines de los noventa. Y además, a partir de su segundo mandato, esta estrategia le permitió gradualmente sumar voluntades de centro-izquierda. Esta expansión de la CDU ha impactado fuertemente en el partido socialdemócrata (SPD) que tuvo que observar impotente cómo Merkel le arrebataba los réditos políticos de las medidas que ellos mismos proponían. “La canciller nos roba los temas” es una de las frases más escuchadas entre los socialdemócratas, quienes sufrieron ante Merkel su peor derrota electoral en 2009: 23% de los votos.

Este ensanchamiento de la CDU también fue posible en la medida en que la líder conservadora siempre se ha ocupado de tener un discurso lo suficientemente flexible como para evitar posicionarse. Y cuando esto ha sucedido, ha logrado transmitir sus contradicciones como justificados y debidamente meditados cambios de opinión. El anuncio sobre el cierre de las centrales atómicas en Alemania luego de la tragedia de Fukushima es un ejemplo de ello. ¿Quién podría culparla de tomar esta decisión y contradecir lo que ella y su partido decía poco tiempo antes en relación al uso de la energía nuclear? Merkel ha sido capaz de desarrollar una habilidad especial para que sus decisiones sean calificadas de única alternativa. Se ha convertido en una experta del timing.

Por último, la canciller es una experta en impedir que sus eventuales competidores políticos, tanto dentro como fuera de su partido, se conviertan en una verdadera amenaza. Desde que Merkel está en el poder, la socialdemocracia nunca pudo competir seriamente. Las dos grandes coaliciones con ella (2005-2009 y 2013-2017) le costaron caras. La ley del compañero pequeño en un gobierno de coalición hizo mella en los socialdemócratas. Desde 2005 el SPD ha ingresado en una espiral de desconcierto que lo llevó a sus peores performances electorales. Con la excepción de las semanas en las que floreció el efímero “efecto Schulz”, Merkel nunca estuvo realmente preocupada por los socialdemócratas. En el frente interno la canciller siempre ha sabido controlar a su tropa. Incluso cuando los conservadores de Baviera (CSU) se revelaron por el tema de los refugiados, logró articular una particular alianza con socialdemócratas y verdes. Todo un símbolo de su capacidad para construir poder.

 

La herencia de la canciller

La forma de ejercer el poder de Angela Merkel ha generado nuevos problemas en Alemania. En primer lugar el crecimiento hacia el centro o socialdemocratización de la CDU ha producido efectos en el sistema de partidos con dos consecuencias fundamentales. Por un lado, la debilidad socialdemócrata ha desembocado en una imposibilidad casi absoluta de formar un gobierno de izquierdas. Esto anula la alternancia y genera un aumento del desencantamiento social por la política. Por otra parte, el desplazamiento sobre el eje ideológico ha generado una grieta en el flanco derecho del partido de la canciller. Un sector que hasta no hace mucho tiempo parecía absolutamente blindado. El nuevo partido ultraderechista, Alternativa para Alemania (AfD), encontró en esa grieta la posibilidad de insertarse en el sistema de partidos alemán. Si bien el electorado de AfD tiene un carácter transversal, la cuota de votos conservadores que ha cosechado en las últimas regionales le ha permitido convertirse en una verdadera competencia para la CDU, en un lugar donde Merkel nunca la tuvo: a la derecha del espectro político.

El surgimiento de los ultraderechistas genera cambios importantes, ya que modifica la histórica relación de fuerzas entre los partidos tradicionales. Esta situación llevada al parlamento se traduce en una mayor dificultad para formar coaliciones. Algo que ya se ha visto a nivel regional con un inusitado aumento de los tripartitos para formar mayorías.

En segundo término, la inexistencia de rivales de fuste para la canciller también trae inconvenientes. Primero, por lo mencionado previamente: no hay líder de la oposición de referencia. El partido más fuerte que puede enfrentar a Merkel ha gobernado con ella durante ocho de los últimos doce años. En otras palabras, no hay alternativa a Merkel. Esto alimenta el relato de la antipolítica, el preferido de los ultraderechistas. Segundo, dentro de su propio partido es muy difícil encontrar a una figura política que pueda reunir las condiciones de sucesor o sucesora. ¿Quién puede ser capaz de representar la amplia agenda de centro que Merkel ha construído? Un interrogante que pronostica una dura transición en la CDU. Tal vez incluso más complicada que la acaecida luego de la era Kohl.

 

Tres posibles escenarios

Partiendo de la base de que el triunfo de Merkel es seguro, deberíamos observar detenidamente la composición del próximo parlamento para entender el alcance de estas elecciones. Es muy posible que, luego de muchas décadas, seis partidos logren escaños en el Bundestag: conservadores (CDU), socialdemócratas (SPD), verdes, la izquierda (Die Linke), liberales (FDP) y ultraderechistas (AfD).

El impacto inicial se dará sobre las negociaciones para formar gobierno. No existe ninguna opción realista sin la participación de la CDU. En otras palabras, Merkel será la próxima canciller. Su opción más sencilla para coalicionar sería el SPD. Las consecuencias de la reedición de la gran coalición podría ser devastadora para el SPD, ya que ha demostrado ser incapaz de capitalizar políticamente el hecho de ser gobierno.

La alternativa sería un nuevo acuerdo liberal conservador, aunque esto depende de la cantidad de escaños que consiga el FDP. Los liberales han experimentado un verdadero reboot luego del desastre de 2013 y las sucesivas derrotas regionales. Actualmente poseen una intención de voto que los hace pelear por el tercer lugar con los otros tres partidos minoritarios. Esto se debe ha que ha reconstruído su imagen y su master-frame: dejaron de ser el partido de las grandes corporaciones para pasar a ser el partido de los emprendedores.

Una tercera posibilidad es un tripartito entre los conservadores, los liberales y los verdes. La denominada coalición Jamaica (por la combinación de colores partidarios: negro, amarillo y verde). Si bien los números para superar la mayoría estarían, el problema es la actual situación de los verdes. El partido ecologista vive desde hace años un proceso de redefinición identitaria. Nadie sabe muy bien si son conservadores con interés en el medio ambiente o liberales de izquierdas de corte intransigente. Este problema, iniciado luego de la tragedia de Fukushima, ha derivado en una fuerte caída en la intención de voto y en una importante interna entre las distintas facciones del partido.

En las posibles coaliciones una alternativa de izquierdas que amalgame a socialdemócratas, izquierdistas de Die Linke y verdes está totalmente descartada. En primer término, la suma de los escaños de estos tres partidos no está ni cerca de la mayoría absoluta. En segundo lugar, la relación entre el SPD y Die Linke se ha enfriado. Luego de un período de coqueteo que hacía pensar en una tregua entre ellos, el SPD decidió enterrar esta posibilidad cuando en las regionales de la primera mitad del año sus candidatos repitieron una y otra vez que ellos nunca pactarían con la izquierda. Fue un intento estéril de ganar el centro: los socialdemócratas perdieron las tres elecciones en juego, y con ellas dos gobiernos regionales.

 

La consolidación de la nueva ultraderecha

Alternativa para Alemania (AfD) está fuera de toda discusión en términos de negociaciones de coalición. Ningún partido está interesado en siquiera sentarse a hablar con los ultraderechistas. Y esto le viene muy bien a los candidatos de AfD ya que el frame principal de su discurso es: “Es ellos, la vieja política o nosotros”. Es importante remarcar que los ultraderechistas están en condiciones de duplicar el resultado de la última elección (4,7 %). Esto indica que han logrado afianzar una base electoral importante en base a su capacidad de aprovechar la transversalidad de su mensaje. En efecto, si bien en el eje izquierda-derecha sus propuestas y discursos tienen un posicionamiento muy marcado, no sucede lo mismo con su electorado. Tal como se explica en el libro Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania, el voto a AfD es sumamente heterogéneo y existe un trasvase electoral desde todas las fuerzas políticas. Más allá del resultado, los ultraderechistas tendrán la posibilidad de seguir consolidando su propuesta política a partir de la capitalización del descontento.

 

Franco Delle Donne es consultor en comunicación y residente en Alemania desde hace siete años. A punto de doctorarse por la Freie Universität Berlin. Es coautor del libro Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania, creador del blog eleccionesenalemania.com y colaborador en medios de Alemania e Iberoamérica.

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