Por qué no debería sorprenderte el ascenso de los partidos regionalistas en Castilla y León

LUIS RODRÍGUEZ POVEDA

La España Vaciada importa.

Cuando este fenómeno saltó al debate público hace unos años, nadie pareció tomárselo demasiado en serio. Para gran parte de la sociedad, eran movilizaciones sociales que copaban algún titular en los periódicos nacionales cuando osaban llevar sus protestas hasta Madrid. Sin embargo, hay dos lecciones que cualquier aspirante a analista político puede sacar en claro de la última jornada electoral en Castilla y León. La primera, que quien tomó la decisión estratégica en Génova de adelantar las elecciones, no tuvo en consideración todos los factores que determinarían los resultados. La segunda, que la España despoblada y desamparada por los poderes públicos durante décadas, se ha hecho mayor. Cansada del mucho ruido y pocas nueces, ha decidido prescindir de intermediarios y llevar sus reivindicaciones de forma directa a las instituciones.

Castilla y León es la región más grande en extensión de toda Europa. Pero los castellanos y leoneses somos personas orgullosas, y queremos acumular la mayor cantidad de récord posibles. Por eso, nuestra tierra es también la tercera región más envejecida de España. Según el INE, hay 204 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Por eso, nuestra tierra es una de las regiones con menor densidad de población de Europa y 8 de cada 10 municipios se encuentran en riesgo de despoblación. pese a que lidera los informes PISA, el 35,5% de los titulados en Castilla y León viven ya fuera de la comunidad. Por eso, es la región que más jóvenes expulsa de su territorio, y para muestra un dato: en Madrid hay más castellanos y leoneses empadronados que la población total de Ávila y Segovia juntas.

Castilla y León, históricamente bipartidista y feudo del Partido Popular – que ha gobernado ininterrumpidamente durante los últimos 34 años –, ha sorprendido al resto de la nación por haber levantado la voz y haberse declarado harta del desamparo institucional. A nadie que conozca de cerca la realidad de la región, puede sorprenderle este resultado, pero es posible que aquellos que sean más ajenos, se muestren perplejos por el auge de “nuevas” alternativas políticas en su seno.

Y son “nuevas” porque el desamparo y el olvido institucional no se ha construido en dos días. Y porque el silencio de los grandes partidos nacionales ante peticiones tan básicas como conectar Soria al resto del territorio mediante una autovía o fomentar inversiones en las provincias más castigadas, ha sido la constante desde que Castilla y León se conformó como Comunidad Autónoma. Como una Comunidad histórica, pero sin ese reconocimiento en la Constitución. Como una Comunidad Autónoma en la que se produjeron la mayor parte de acontecimientos que confirmaron a España como estado, pero que no ha tenido ningún peso en la política nacional desde hace un siglo.

Quizá el escaño que ya obtuvo en las anteriores elecciones XAV (Por Ávila), escisión del Partido Popular, era una pequeña pista de lo que estaba por venir. Una pequeña pista de cuáles serían las nuevas tendencias y cómo enfocar las futuras campañas en la comunidad. A pesar de este preámbulo y a la luz de los hechos, parece que poca gente lo supo entender.

Vayamos por partes. El proyecto de España Vaciada como marca política no ha obtenido los resultados que esperaba. Quizá, como pusieron sobre la mesa sus líderes, el adelanto electoral les ha pillado a traspié y no han contado con tiempo suficiente para conseguir una estructura de partido sólida y merecedora de la confianza de los ciudadanos. Con candidaturas presentadas en 4 de las 9 provincias, tan solo en Burgos han superado la barrera del 3%, pero no han logrado ningún procurador.

Quien no solo ha conseguido sus objetivos, sino que los ha superado con creces, es la candidatura presentada por Soria ¡Ya!, el gran ganador de la noche. Tras 21 años de activismo civil, la asociación decidía dar el salto a la política. No sin vértigo, la campaña de guerrilla desplegada por el partido – basada en carretera y megáfono y un programa centrado en los problemas reales de la provincia-, ha obtenido 3 escaños. 3 escaños repletos de esperanza para los más de 18.000 votantes de la agrupación, que ven a su provincia por primera vez en la primera línea del debate político. Que el 42% de los censados en Soria hayan confiado en esta alternativa, supone un grito de atención y no rendición, así como, una clara demostración de que la sangre numantina sigue corriendo por sus venas, apuntando ahora hacia la conquista del Congreso y del Senado.

También aparecieron en Zamora dos marcas locales – Por Zamora y Zamora Decide – que, pese a no haber obtenido un resultado relevante, son un factor más que confirman la tendencia localista en Castilla y León.

Pero no solo de la España Vaciada vive el hombre, y en estas elecciones también ha aumentado la fuerza de reivindicaciones, si cabe, mucho más antiguas. Y es que en Castilla y León existe un issue que parece estar ganando peso, hasta el punto de determinar los discursos y narrativas de los grandes partidos políticos. El leonesismo, movimiento que aboga por la constitución del antiguo Reino de León como una comunidad autónoma independiente de la Corona de Castilla, ha obtenido los mejores resultados de su historia bajo la marca UPL, consiguiendo 3 escaños, creciendo en todas las circunscripciones en las que se ha presentado, doblando los votos obtenidos y colocándose, junto con Soria ¡Ya!, como cuarta fuerza política en las Cortes de Castilla y León.

El auge de estos nuevos movimientos localistas y el afianzamiento de fuerzas regionalistas, puede ser visto por algunos como un paso atrás, como un primer paso hacia la constitución de un nuevo reino de taifas en España. Sin embargo, la realidad es que las reivindicaciones de estos partidos van más allá de banderas y territorios. Los votantes de estas alternativas políticas han observado un canal para, al fin, ser escuchados. Para que sus preocupaciones tengan peso en las decisiones políticas. Porque a nadie le gusta sentirse silenciado, y porque han pasado 44 años desde la llegada de la democracia, y los ciudadanos de Castilla y de León no han dejado de sentirse ciudadanos de segunda.

El mandato de los votantes es concreto: queremos soluciones y las queremos ya. Y, por primera vez, han contado con varias alternativas esperanzadoras para ello. Que estas elecciones sirvan, también, de aviso a navegantes: a los castellanos y a los leoneses cada vez les movilizan menos los discursos basados en estrategias nacionales y en problemas en torno a la Moncloa. Como a cualquier ciudadano, a los castellanos y leoneses les importa el futuro de su tierra, les importan sus vidas y les preocupan sus problemas del día a día, como el acceso a servicios públicos de calidad y la igualdad de oportunidades.

Ahora, tan solo el tiempo sabe qué ocurrirá. Si estos nuevos partidos son coyunturales y se desinflarán en la próxima convocatoria electoral o, si, por el contrario, determinarán la agenda política y los partidos nacionales tendrán que reescribir su discurso para poder acercarse a ellos. Ahora, tan solo el tiempo dirá si los nuevos movimientos nacidos en Castilla y León heredarán el trono de hierro de la política española y se convertirán en las próximas llaves de gobernabilidad del país.

 

Luis Rodríguez Poveda es Consultor de Comunicación y Asuntos Públicos (@LuisRPoveda)