Oposición a la oposición: la batalla cultural del PP de Galicia contra el BNG

ROMÁN VARELA

Hace un año Alfonso Rueda Valenzuela celebraba su acto de toma de posesión como presidente de la Xunta de Galicia al haber conservado su mayoría absoluta pese al notable crecimiento del BNG. Tras la marcha de Feijóo a Madrid, el nuevo líder de los populares gallegos tuvo que realizar un arduo trabajo para legitimarse públicamente y posicionarse como un líder cercano y conocido por la heterogénea sociedad gallega.

La campaña de las elecciones gallegas no fue un camino de rosas, ya que los nacionalistas gallegos dieron un gran salto adelante y Ana Pontón representaba un claro peligro para un partido que ha gobernado casi siempre Galicia exceptuando honorables excepciones. Fue una campaña dura, larga y con una alta cantidad y calidad de contenidos y actos, lo que representa un avance claro hacia la profesionalización de la comunicación política en nuestro país. De hecho, estas grandes campañas dieron sus frutos con un Rueda que salió claramente reforzado y un BNG que situó a 25 diputados en O Hórreo, el Parlamento de Galicia.

Sin embargo, pese a que Alfonso Rueda y los suyos pudieron conservar el poder de San Caetano, la sede del ejecutivo gallego, el crecimiento de los de Pontón encendió todas las alarmas en los gabinetes del PPdeG y de la Xunta. Los nacionalistas habían conseguido permear en una gran parte la sociedad gallega más allá de los convencidos obteniendo el 31,57% de los votos, lo que representa la confianza de casi medio millón de gallegos y gallegas. La imagen impoluta y afable de Ana Pontón, un partido libre de ataduras y una comunicación moderna y en positivo que logra un alto porcentaje de voto joven suponían una clara amenaza a la hegemonía de los populares.

El choque directo PPdeG-BNG prosiguió después de las elecciones en una campaña permanente constante en los que los de Alfonso Rueda buscan dar la batalla cultural e ideológica contra este nuevo soberanismo de miras amplias que representaba Pontón tras muchos años de lucha y adaptación constante para salir de la esquina del tablero político. En esta estrategia, los populares quieren devolver a los nacionalistas a ese rincón para evitar ver amenazada de nuevo su hegemonía. Esta se puede decir se desarrolla en dos planos: el gubernamental o político y el partidista o ideológico.

El nombre de las carteras y de los conselleiros y conselleiras del nuevo Consello de la Xunta nombrado en abril del año pasado ya daba pistas de que el PP se estaba preparando para dar la batalla en ese primer plano. Vivienda, juventud, infraestructuras-movilidad o autogobierno pueden ser algunos de los pilares de las líneas políticas de actuación del gobierno de Alfonso Rueda. Es decir, se observa una clara triangulación de las grandes medidas y apuestas propuestas por el BNG en campaña con un claro objetivo de desactivar a los nacionalistas e imponer un nuevo marco en el que los de Pontón parecen haber quedado sin ideas frescas o revolucionarias.

A continuación de esta actuación llevada a cabo desde la Xunta, aunque también desde el partido en boca de nuevos fichajes y de personas con mayor protagonismo como Paula Prado, secretaria general del partido, o Alberto Pazos, portavoz en el Parlamento gallego; llegaba la segunda parte de esta estrategia política de largo alcance: ir directamente a por el Bloque Nacionalista Galego, caricaturizarlo y volverlo a situar poco a poco en ese curruncho de la política gallega.

“Bloque Negacionista Galego” o “Ana Non-Non”, masters of naming. Con este curioso rebranding del partido soberanista y de su líder, en un momento en el que existe una gran polarización alrededor de la instalación de la empresa portuguesa Altri en Palas de Rei (Lugo), se iniciaba una campaña que está dejando grandes momentos a nivel compol. Parlamentarios del PP en el estrado con carteles con el logo del BNG vandalizado con un NON (no en gallego) o vídeos cortos en redes sociales con cortes de los diputados nacionalistas diciendo no en bucle.

Así, el PP se muestra como un partido de gobierno que dice sí a Galicia y a su futuro mientras que sitúan al BNG en la negativa luego de haberse visto impulsado por una campaña con un claro tono optimista y en positivo. Aunque desde las filas nacionalistas se pueda ver esta campaña como una cuestión superficial y sin importancia, se trata de una estrategia a largo plazo que puede tener un gran desgaste en una organización que ha sabido realizar una importante mejora de su imagen.

El Partido Popular de Galicia se ha puesto las pilas realizando una acción de oposición a la oposición desde el gobierno a la vez que traza sus grandes ejes de acción gubernamental adquiriendo los temas que la oposición impulsó durante la campaña. Se trata de una acción de desactivación de una bomba que estuvo a punto de explotar a los populares el pasado año en la cita electoral de febrero. Veremos cuáles son las próximas acciones de esta curiosa campaña.

¿Y qué pueden hacer ahora los nacionalistas? Lo que está claro es que necesitan recuperar la iniciativa y la frescura en un momento en el que PP, e incluso el PSdeG, está innovando y apostando fuertemente en el apartado comunicativo contando con grandes profesionales en sus filas. ¿Será el BNG capaz de sacar rédito a que el partido al que aspiran a superar está aplicando en parte sus medidas o seguirán a piñón fijo en su estrategia apoyados en unas encuestas que no reflejan ningún tipo de desgaste?

Lo que está claro es que los de Rueda han vuelto a dar la batalla cultural tras unos años en los que el PP renunció a la lucha de las ideas. Por el momento parece está funcionando pero la gran prueba de fuego serán las municipales de 2027, los que fueran los primeros comicios de las cuatro citas electorales que vivió Alfonso Rueda como presidente del PPdeG y de las que salió reforzado. Pasará lo mismo dentro de dos años? Podrá el BNG volver a colocarse como el partido del sí a Galicia y a su progreso?

Román Varela es Consultor de comunicación política, institucional y empresarial (@roman_varela_)