JORDI SARRIÓN I CARBONELL
Últimamente, observamos cómo desde determinadas posiciones políticas existe una tendencia creciente a la idealización del pasado y a la nostalgia. Pero lo que adoramos en realidad, como explica este análisis en Contexto y Acción es “el sentimiento de protección y seguridad, el desconocimiento feliz de todas esas cabronadas que alberga el mundo”.
Y en la política institucional no iba a ser menos. Por mucho que algunos analistas insistan, la frontera entre lo personal y lo político nunca ha existido. Y es que muchos se llenan la boca idolatrando la Grecia y la Roma clásicas, pero la nostalgia y la idealización de un pasado que nunca existió, me temo, les vuelven a ganar la partida de nuevo.
Los hermanos Cicerón y su Breviario de campaña electoral
Al fin y al cabo, en la Antigua Roma, los ataques personales eran una constante en la política institucional. Así lo relata Quinto Tulio Cicerón en su Breviario de campaña electoral. En él, el hermano pequeño de Cicerón elabora una guía práctica, en que ofrece a su hermano algunas de las claves para convertirse en cónsul de Roma.
Marco Tulio Cicerón era un homo novus o, lo que es lo mismo, el primer miembro de su familia que accedía a la elección para convertirse en cónsul. Por ello, partía en una situación de desventaja frente a los nobles Publio Galba y Lucio Casio. No obstante, esta situación de desventaja se compensaba, según afirma Quinto Tulio, con “otras virtudes tan valiosas como el propio linaje”.
Como explicaba Quinto Tulio a su hermano Marco Tulio, aquello a lo que ahora llamamos storytelling para sonar modernos, estaba a la orden del día. Así pues, la praxis política tenía que aunar una serie de dones y valores naturales como el talento, el honor y la inteligencia, con la siembra de buenas amistades, mucho estudio y un buen análisis previo de las circunstancias. Para Quinto Tulio, los vicios de sus rivales eran mayores que su linaje. De hecho, importantes acusaciones personales se cernían sobre ellos.
Personificación y storytelling: una barrera imposible de borrar
Y es aquí donde entra lo personal. Porque… ¿No están acaso los valores y las acciones que uno ha llevado a cabo antes de llegar a la política dentro del ámbito personal? Porque, al tiempo, generan memorabilidad y conectan al candidato con sus posibles votantes. Y es que… ¿Quién no se acuerda de las apariciones televisivas de Trump o de la promoción personal de Berlusconi a través de sus propios canales de televisión?
Como nos explicaba el profesor Carles Foguet, la frontera entre lo personal y lo netamente político ya se borraba en las primeras elecciones de los Estados Unidos, donde acusaciones como el asesinato o la violación enfangaban los argumentos y los programas. Y esto no es nada descabellado: como expone el consultor Antoni Gutiérrez-Rubí, la credibilidad de un candidato puede irse al traste si la gente percibe una falta notoria de coherencia entre su vida personal y su proyecto político.
En un contexto de personalización y celebrificación de la política crecientes, como explicamos en esta casa, decisiones como comprarte un chalet como Iglesias, fotografiarte con alguien comprometido como Errejón o escoger ropa de Zara como Rufián pueden reventar Twitter y eclipsar la opinión pública. Lo advirtió también el mismo Cicerón cuando dijo que “recuerdo lo que no quiero” y “olvidar no puedo lo que quiero”. ¡Id con cuidado si queréis presentaros a las elecciones!
Jordi Sarrión i Carbonell es periodista y politólogo. Fundador y director de la revista Mirall País Valencià. Colaborador de medios de comunicación. Actualmente en el master @compolin de la UPF (@srcarbonell)
Imagen: Estatua de Cicerón en Arpino (Italia) // Julien Chatelain (Flickr: CC BY)