MILJANA MICOVIC
Pocas veces en la historia de la democracia en España un debate de investidura ha suscitado tanto interés como este año. Quizá porque no ha sido sólo uno y decisivo para los próximos cuatro años. Los discursos de todos los candidatos pronunciados en los debates en cuestión, sobre todo el de Pedro Sánchez el 1 de marzo y el de Mariano Rajoy el 30 de agosto, fueron objeto de diferentes tipos de análisis. Los resultados de éstos apuntan, entre otros aspectos, a que el discurso de Rajoy se asemeja a un discurso de campaña. ¿Cuáles son las similitudes que encontramos entre los discursos de Rajoy pronunciados en las campañas electorales y el último discurso del debate de investidura? Para responder a esta pregunta, vamos a centrarnos en las estrategias argumentativas utilizadas por este político en el debate del 30 de agosto para observar algunas de las técnicas de argumentación más frecuentes en su discurso, pero también en el discurso político en general.
Mariano Rajoy se presentaba a una investidura para la que no tenía suficientes apoyos y era necesario intentar convencer a los diputados de que le otorgaran su voto de confianza. Y encontramos aquí la primera similitud con los debates electorales: al igual que en estos, el interlocutor no parece dispuesto a cambiar de opinión. Los argumentos utilizados, en general, se dirigen a un tercer interlocutor: los ciudadanos, quienes ven el debate en la pequeña pantalla. De ahí que las estrategias utilizadas en ambos géneros de debate sean muy parecidas.
Nada más comenzar, el candidato a Presidente del Gobierno señala sus principales argumentos, a los que llama “razones”: (1) España necesita un gobierno con urgencia, (2) los españoles han señalado con claridad su preferencia por el Partido Popular, y (3) no existe una alternativa (de gobierno) razonable.
Como podemos observar, las razones son tres, y no es casualidad que sean precisamente tres. Se trata de la figura tricolon, que tiene su origen en la retórica de Cicerón y que consiste en establecer correspondencia entre tres términos y así reforzar la tesis del hablante. Encontramos más ejemplos en el discurso de Rajoy: “(…) Nadie puede privar al conjunto del pueblo español de su derecho a decidir sobre su futuro. Ni el Gobierno, ni esta Cámara, ni ningún otro poder del Estado pueden hacerlo”.
Observamos que el tricolon no es una novedad en el discurso de Rajoy, dado que, por ejemplo, para solucionar el problema de la educación, Rajoy propone el mérito, el trabajo y el esfuerzo, tanto en los dos debates cara a cara de 2008 como en el de 2011.
Por tanto, podemos notar que Rajoy utiliza las repeticiones con frecuencia, pero hay que destacar que la repetición es uno de los mecanismos lingüísticos más utilizados por todos los políticos en los diferentes tipos de discurso. En el debate de investidura, Rajoy repite una serie de palabras para reforzar sus argumentos. Resulta interesante el uso reiterado de la palabra todos (los españoles, los diputados, los partidos) con la que este político pretende indicar que la responsabilidad del futuro es compartida y que la unidad es la solución: “La lucha por la regeneración debe ser un objetivo que nos vincule a todos; (…) hemos de tranquilizar a todo el mundo”.
En la misma línea, la solución también son los acuerdos y los pactos, otras de las palabras que Rajoy repite con mucha frecuencia en el discurso, defendiendo su argumento de que la solución del Gobierno está en la coalición y construyendo un marco en el que el acuerdo siempre ha sido, es y será la solución para la gobernabilidad del país: “Un acuerdo que involucre a todos los partidos; (…) les estoy planteando un pacto”.
Sobre todo, Rajoy indica que no es suficiente conseguir esos acuerdos, sino que, tal como señala en su primer argumento, es urgente. Para reforzar esta afirmación, el candidato recurre de nuevo a la repetición, no solamente de la palabra “urgente”, sino también de verbos, sustantivos y adjetivos del mismo campo semántico: “(…) es inaplazable adoptar las medidas necesarias para conseguir ese objetivo; (…) se antoja imprescindible cuando existe urgencia para responder eficazmente; urge cerrar el paso a cualquier sombra de duda”.
¿Y por qué es inaplazable formar gobierno? Según Rajoy, para seguir creciendo, para continuar con el mismo camino de progreso. Por un lado, las palabras con connotación positiva que utiliza el político sirven a la estrategia de la legitimación de las propias políticas, cuyos resultados “han sido muy positivos”. Así, para reforzar el argumento de que el gobierno liderado por el PP es la mejor opción, Rajoy utiliza los siguientes recursos léxicos: “Las medidas adoptadas durante la pasada legislatura han permitido que en 2016 continúe el crecimiento económico y la creación de empleo; España es hoy el país, de entre los grandes de la Unión Europea, que presenta mayor crecimiento económico. Exactamente estamos creciendo a un ritmo que es más del doble de lo que crece el conjunto de la zona euro”.
Por otro lado, cuando emplea las palabras con connotación negativa, Rajoy se refiere a sus adversarios políticos y pretende producir en el oyente la impresión de fracaso de las políticas de sus rivales: “(…) hemos iniciado la salida de la crisis más profunda que ha atravesado España en varias generaciones. Una España que estuvo al borde del colapso. Tres millones ochocientas mil personas perdieron su empleo, se cerraban empresas sin interrupción, desaparecían las inversiones, se desplomaban los ingresos públicos y financiarse era una misión imposible”.
Asimismo, el léxico cargado de significado negativo sirve a Rajoy para emplear la estrategia del “voto de miedo”: “Señorías, todo tiene un límite y esto puede cambiar… las cosas se podrían torcer y evolucionar a peor. Las consecuencias de fallar en esta cuestión serían de extrema gravedad: (…) se derivarían sanciones para nuestro país o la pérdida de importantes fuentes de financiación europeas, por no hablar del serio menoscabo de la credibilidad ganada”.
Esta contraposición entre las dos políticas –la argumentación en términos antagónicos– también queda reflejada en el uso de los pronombres personales. A diferencia, por ejemplo, de los debates electorales, donde la contraposición se produce entre yo/nosotros y usted/ustedes, en el discurso de Rajoy en el debate de investidura la diferencia se establece entre yo/nosotros y algunos/otros. La indeterminación, en este caso, resulta más apropiada, dado que se trata de un contexto de menor beligerancia que en los debates electorales. Veamos algunos ejemplos: “Si tenemos en cuenta que se condenó insistentemente nuestra labor, nuestros esfuerzos y nuestros resultados, hemos de reconocer que los electores se han fiado más de lo que ven con sus propios ojos que de lo que les cuentan algunos. Pues bien, durante las dos últimas campañas electorales, algunos de nuestros adversarios no quisieron reconocer nada bueno en lo realizado por mi gobierno”.
En definitiva, podemos notar que en el discurso del debate de investidura pronunciado por Rajoy prevalecen las estrategias de legitimación de sus propias políticas sobre las de descalificación de sus posibles y reales adversarios. Se trata de las mismas estrategias argumentativas utilizadas, por ejemplo, en los debates electorales; sin embargo, dado el contexto en el que Rajoy debe convencer a los diputados en el hemiciclo para que le otorguen su voto de confianza, lógicamente, se centra menos en la confrontación y más en el futuro y las propuestas políticas. Ahora bien, después de la investidura fallida, sabemos que los diputados de otros partidos no han cambiado de opinión. Y a los ciudadanos, ¿los habrá convencido?
Miljana Micovic es doctora por la UB en Comunicación y Argumentación Políticas, lingüista y experta en debates electorales. (@MiljanaM)
Publicado en Beerderberg
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