La utopía de separar política y deporte 

VICENTE GARCÍA AYLLÓN

La situación que se vive actualmente en Cataluña ha puesto de relieve diversas cuestiones que siempre han estado presentes en el imaginario colectivo. Una de las más interesantes es la que agrupa deporte y política, dos universos que la gente se esfuerza en separar pero que inevitablemente siempre tienden a juntarse.

Incluso en el marco de los juegos olímpicos modernos (JJOO), una competición que Pierre de Coubertin creó para huir del espíritu mercantil y político que amenazaba al deporte, es imposible encontrar esta división. Desde entonces, numerosas reivindicaciones, sanciones políticas o actos de propaganda han tenido lugar en los cosos deportivos.

Quizá la más sonada sea la que protagonizaron los atletas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, que en el podio de México 1968 hicieron el saludo de las Panteras Negras para protestar por los problemas raciales que azotaban a EEUU por aquel entonces. Puedes consultar la lista completa en este artículo de Euronews.

 

De pasatiempo a tribuna política

Pero, ¿por qué sucede esto? Si atendemos a los motivos que favorecieron el nacimiento y consolidación del deporte como actividad social veremos que este nace como un pasatiempo, una forma de ocio que además servía para lograr un equilibrio corporal. Pero su evolución, como todas las actividades humanas que adquieren repercusión, fue hacia la mercantilización.

Esta mercantilización provoca que el deporte se convierta en un espectáculo de masas, en una reunión social multitudinaria que busca la diversión (en sus primeros momentos) y genera un sentimiento de pertenencia. Esta sensación de comunidad es la que va a provocar su desembarco en el ámbito político, como un lugar en el que debatir cuestiones ideológicas y promocionar reivindicaciones sociales.

Aquí es donde aparecen las Panteras Negras en Mexico ’68, la atleta Katherine Switzer en el maratón de Boston de 1967, Muhammad Ali representando a la comunidad afroamericana en EEUU o los propios jugadores de la liga de fútbol americano del país hincando la rodilla cuando suena el himno en protesta por la represión policial.

Pero no solo los deportistas tienen algo que decir, esta dependencia magnética entre deporte y política también se manifiesta en las gradas, entre los aficionados. Nadie niega la relación entre la grada de animación del Rayo Vallecano y los movimientos políticos de izquierda en España, al igual que todos somos conscientes de que las hinchadas de F.C. Barcelona Y Athletic Club de Bilbao no casan con los ideales de monarquía.

Los ciudadanos han visto en las gradas de los estadios un foro en el que exponer sus aspiraciones sociales y políticas, un medio de comunicación con una audiencia masiva y a un coste muy inferior a lo que supondría una campaña política, de comunicación o mediática. Estamos viendo como en Cataluña los aficionados del F.C. Barcelona ven a su estadio y a su club como un medio de comunicación más, un lugar en el que lanzar un mensaje masivo hacia el mundo que seguramente adquiera más repercusión que una campaña electoral tradicional o cualquier otra acción de comunicación.

 

Cuando la política usa al deporte

Pero no solo deportistas y aficionados hacen política desde las gradas o los terrenos de juego, la relación inversa también se da: los líderes políticos utilizan al deporte para conseguir sus aspiraciones. Y es que como decíamos anteriormente, los estadios, las gradas o las competiciones internacionales se han convertido en un escenario idóneo para la difusión intensiva, algo que no iban a dejar escapar los partidos políticos y los movimientos sociales.

No hace falta irse muy lejos en el tiempo, nos remontaremos a las elecciones presidenciales de EEUU de 2016. Hillary Clinton y Donald Trump protagonizaron una campaña electoral intensa en la que el deporte jugó su papel. Ambos líderes intentaron aprovechar el tirón que generan los deportistas en EEUU para encarrilar las elecciones a su favor. En este sentido, Trump se hizo con el deportista que más repercusión genera en el país, Tom Brady (Quarterback de los New England Patriots). El jugador llegó a declarar que era amigo del ahora presidente y se le vio en varias ocasiones con la gorra de ‘Make America Great Again’. También contó con Hulk Hogan (leyenda de la lucha libre) y con Dennis Rodman, que paradójicamente es muy amigo de King Jon-un.

Hillary, por su parte, contó con más caras conocidas y que representaban diferentes reivindicaciones sociales. Lebron James (MVP en varias ocasiones de la NBA), Carl Lewis, Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, Jason Kidd o Jason Collins (primer jugador de la NBA en declarar su homosexualidad). Ambos utilizaron al deporte y sus deportistas para llegar a capas de población que de otra forma serían menos accesibles y así atraer hacia su partido más votos relacionados con este estamento.

 

Todo es política

Como dijo el Premio Nobel de Literatura Thomas Mann, ‘todo es política’. Y el deporte, como fenómeno social que aglutina a un gran número de población, no iba a ser menos. Es por esto que el título del artículo hace referencia a una utopía que resultaría muy complicada y que ni siquiera yo me atrevería a calificar como tal. ¿Deberíamos hablar de distopía? ¿Sería sana una sociedad en la que el deporte estuviera totalmente separado de la política? ¿Deberíamos coartar la libertad de expresión de futbolistas, clubes o aficionados?

Son preguntas muy complicadas de responder y, por tanto, dejo al lector la tarea de reflexionarlas y responderlas con calma. Sin duda habrá defensores de ambas posturas, pero lo que no podemos negar es que actualmente no existe esa separación entre política y deporte, pues ambos se utilizan y alimentan mutuamente. Muhammad Ali, Tommie Smith, John Carlos, Katherine Switzer y muchos otros deportistas no hubieran podido enviar un mensaje con un alcance tan masivo como el que lograron, al igual que muchos aficionados se quedarían sin una tribuna política tan potente como las gradas de un estadio.

 

Vicente García Ayllón es Graduado en Periodismo y estudiante del Máster de Comunicación Política de la Universidad Complutense de Madrid. Experto en comunicación y RRSS en TOT-EM. Antes periodista en . Director de “Algo pasa en UK”. (@vicenayllon)

La ilustración que acompaña este artículo es del propio Vicente.