Juan Guaidó: ¿héroe, mártir o traidor?

ANNA AYUSO

El 23 de enero de 2019 el nombre del ingeniero Juan Guaidó saltó al primer plano de la actualidad internacional al proclamarse presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela. Guaidó, recién elegido presidente de la Asamblea Nacional en virtud de un pacto de rotación de partidos entre la mayoría opositora que controla la cámara legislativa desde las elecciones de diciembre de 2015, invocaba la ilegalidad de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, en las que fue reelegido Maduro, por no haber permitido presentarse a los principales partidos ni contar con ningún mecanismo de supervisión internacional. Por dicha razón y por el hecho que numerosos países habían rechazado los resultados de la elección, la Asamblea Nacional consideraba ilegítima la toma de posesión de Maduro del 10 de enero anterior y le calificaba de “usurpador”. El juramento de Guaidó en plaza pública y constitución en mano dio la vuelta al mundo y, lo más sorprendente, fue que en apenas unas horas recibió el reconocimiento de Estados Unidos y de una docena de países americanos a los que en las siguientes semanas fueron uniéndose más gobiernos, hasta sumar más de 50.

Su juventud, apenas 35 años, el hecho de no haber sido una figura destacada de la oposición, su retórica encendida y su osadía a la hora de retar al presidente Maduro ha levantado todo tipo de especulaciones acerca de sus orígenes, sus apoyos y sus intenciones. A más de dos meses de su juramentación sabemos más de dónde viene, pero aumentan las incógnitas sobre cuál será su destino. Se sabe que fue uno de los jóvenes estudiantes que salió a protestar por el cierre de Radio Caracas en 2007 y que también hizo campaña en contra del referéndum convocado por Hugo Chávez para establecer la reelección indefinida del presidente que éste perdió en 2007, pero ganó en 2009. Igualmente, sabemos que fue uno de los jóvenes fundadores del partido Voluntad Popular, creado por Leopoldo López en 2009. Su carrera como parlamentario se inició en 2011, en calidad de suplente, pero su elección como titular fue apenas en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, en que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición opositora, consiguió la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional. Guaidó fue testigo directo de las medidas tomadas por el Tribunal Superior de Justicia para neutralizar y, finalmente, vaciar de poderes a la Asamblea Nacional, y de la creación por parte de Maduro de una Asamblea Nacional Constituyente compuesta exclusivamente por afines al chavismo que se auto atribuyó poderes plenipotenciarios.

Durante más de dos meses, el efecto sorpresa de su autoproclamación y el respaldo internacional han permitido a Guaidó una intensa actividad, tanto en el interior, como en el exterior del país, donde se entrevistó con numerosos mandatarios internacionales que han apoyado su causa. Sin embargo, conforme pasan las semanas y el régimen de Maduro se mantiene firme en su cierre de filas, surgen dudas acerca de cuál será el destino de este joven líder y de la “Operación Libertad” que encabeza. Su promesa de un envío masivo de ayuda humanitaria se frustró por el cierre de fronteras que el ejército bolivariano ejerció y ésta sigue anclada en la frontera. Sus llamadas a las fuerzas armadas bolivarianas para abandonar a Maduro y sumarse a su proceso de transición no han conseguido más que unos centenares de deserciones y de momento no han causado mella en las filas del gobierno de Maduro. Las movilizaciones populares que mantienen el pulso en la calle corren el riesgo de desinflarse por fatiga acumulada de una población agotada por las carencias de alimentos y productos de primera necesidad, la hiperinflación y la inseguridad, calamidades a las que se han sumado los cortes de electricidad y agua.

Con baños de masas y un discurso emotivo y esperanzador ha conseguido mantener altos índices de popularidad, pero el cerco de la maquinaria del régimen chavista se va estrechando: el Tribunal Supremo de Justicia ha pedido el levantamiento de su inmunidad parlamentaria y la chavista Asamblea Nacional Constituyente, atribuyéndose funciones que corresponden a la Asamblea Nacional, le ha dado vía libre. Su presidente, Diosdado Cabello, ha dicho que la Justicia contra el traidor llegará más pronto que tarde. Guaidó sigue con el guión trazado y, negando la legitimidad de ambas instituciones, volvió a encabezar la llamada a una movilización en todo el país el sábado 6 de abril. Hasta ahora su figura ha encarnado a un joven héroe, al que sus colaboradores califican de “persona normal” enfrentándose a la maquinaria de veinte años de chavismo con el respaldo de una oposición que ha mantenido una unidad de la que careció en otros momentos. Pero es difícil saber qué ocurrirá si es detenido y encarcelado y pasa a ser uno más de la lista de mártires que han sido desactivados por la maquinaria del chavismo.

Las graves acusaciones de traición presagian un duro castigo y su caída en desgracia puede privarle de su aura de autoridad. De momento, Guaidó ha doblado la apuesta y ha convocado a nuevas movilizaciones. Mientras, Maduro llama a sus aliados a convocar una mediación internacional, pero los puentes parecen hoy más cerrados tras varios intentos infructuosos en el pasado. La ausencia de un pasado destacado ha jugado a favor de Guaidó, nacido en 28 de julio igual que Chávez, y cómo aquel joven oficial ha conseguido generar la simpatía de una población decepcionada tanto por el gobierno como por la oposición. Pero el tiempo corre en su contra si pasa de ser considerado un héroe a ser un mártir y si el régimen le aplica un correctivo de traidor como amenaza. Los respaldos internacionales son valiosos, pero de momento los resortes internos del poder siguen siendo una barrera infranqueable. Queda por ver si finalmente se produce la detención y encarcelamiento de Guaidó, y si ello puede suponer el principio de su eclipse o servirá para convertirlo en un revulsivo para disolver el entramado de connivencias que hoy sostienen a Maduro en el poder.

 

Anna Ayuso es Investigadora senior del CIDOB, doctora en Derecho Internacional Público y máster en Estudios Europeos (@ayusoanna)

Descargar en PDF

Leer el resto de artículos de la  revista bPolitics número 03