Es un gran honor dirigirme a ustedes esta tarde en la inauguración de esta Cumbre extraordinaria. En América Latina y el Caribe han surgido grandes cambios en los últimos años. Si el fin del siglo XX nos trajo el fin de la Guerra Fría y la recuperación de la democracia, también nos ubicó ante la apertura económica y también ante la inestabilidad de la economía mundial. Y desde septiembre del 2001, el comienzo real de este siglo para muchos, la amenaza terrorista se hizo parte de la globalización. Y todos nuestros países han asumido los cambios con estas consecuencias.
Hay, sin embargo, una constante regional y es un mantenimiento de la pobreza. Es ésta la frontera que debemos ser capaces de derrotar, donde hombres y mujeres de este continente no pueden cruzar esa frontera para una vida mejor. Nunca hubo tantos latinoamericanos y caribeños pobres como hoy. Desde el año 90, se han sumado 25 millones a los 200 que ya existían entonces. Éste es el desafío principal.
Cuando una región no camina por estándares estrictos de democracia, cuando el 44% de los ciudadanos vive en pobreza o miseria, eso tiene que ver con el presente y con el futuro. Hoy día, al llegar acá a esta reunión, debemos felicitarnos de su tema central: cómo crecemos con equidad y cómo somos capaces de derrotar la pobreza y de introducir elementos de mayor gobernabilidad entre nosotros. Cómo avanzamos entonces para cambiar la vida de millones de personas y cómo somos capaces de tener estrategias propias para hacer frente al siglo XXI.
Es cierto, cada país, cada Jefe de Estado, ha hecho lo suyo y nos queda mucho por hacer. Nadie hará dentro de nuestros países aquello que nosotros mismos no seamos capaces de hacer. Todos sabemos también por dónde queremos caminar. Este no es el continente más pobre del mundo, pero tal vez es uno de los continentes más injustos del mundo y eso tiene que ver con cómo nosotros organizamos nuestras propias tareas.
Los ciudadanos no solamente quieren democracia, desean que esa democracia les traiga respuestas concretas a sus sueños y sus sueños son educación, salud, empleo y vivienda digna. La tarea entonces obliga a pensar en estrategias de integración ligadas a la realidad de hoy. Ello es lo que va a dar de comer a la gente, ello abrirá caminos de futuro. Aquí tenemos que aprender a ejercer un liderazgo democrático; proponer a nuestros pueblos más políticas públicas que retórica, alternativas eficaces más que saltos al vacío; tenemos que fortalecer nuestras instituciones y es la única forma de alcanzar así gobernabilidad verdadera; generar más y mejores empleos con más inversión pública y privada; grandes y pequeñas empresas en un marco macroeconómico estable, con políticas serias y responsables; y ello, unido al motor de la economía internacional.
Inversión y empleo requieren combatir la corrupción y la evasión tributaria en nuestros países. En mi país teníamos un 25% de evasión tributaria; estamos muy orgullosos porque la hemos disminuido al 20%, pero estamos muy lejos de países desarrollados que tienen un 10%.
Entonces, cómo hacemos un gobierno que facilite más creación de empresas y que también fiscalice el cumplimiento de las normas laborales. Es aquí donde tenemos que avanzar, también para definir el tema de la relación que pocas veces tratamos entre dinero y política, financiar la presentación de candidatos de manera que el dinero no sea lo único que determine las ventajas electorales, perseguir legalmente al funcionario corrupto y también a quien buscó corromperlo y concursar de un modo competitivo los altos puestos de dirección pública, que los altos puestos de dirección pública no sean un botín del vencedor electoral. Todo es posible, estos caminos los estamos recorriendo y debemos seguir recorriéndolos.
Por otra parte, los empleos de calidad dependen de mejorar sustantivamente la educación de los más pobres, potenciar esfuerzos en investigación y desarrollo y políticas sociales eficientes para impulsarlos. Seamos claros, igualdad de oportunidades en educación significa discriminar respecto de aquellos que tienen menos si queremos que allí exista igualdad de oportunidades respecto a otros. Pero ninguna política social podrá compensar adecuadamente la desigual distribución de las oportunidades. Por eso en esta Cumbre el crecimiento con equidad llega unido a la cláusula democrática que hemos aprobado en otras ocasiones, llega unida a un manejo responsable de la economía, llega unida a programas de creciente participación social. Estos son los temas de esta cumbre y también una visión estratégica que tiene arraigo en la región: las soluciones tienen que salir de nosotros mismos.
En un mundo crecientemente globalizado, todas las regiones construyen mecanismos suficientes y adecuados para participar en el diálogo mundial. A lo largo y a lo ancho de nuestro hemisferio asistimos a diversas iniciativas e instancias que persiguen potenciar nuestra voz y nuestra incidencia en la búsqueda de un futuro. Cómo somos capaces entonces de establecer mecanismos adecuados para, entre nosotros mismos, tener un diálogo concreto a nivel del hemisferio.
Tenemos el escenario, que es la Organización de Estados Americanos, podemos regionalizar lo multilateral, podemos hacer que buena parte de los debates de los grandes foros, primero los tengamos aquí en el hemisferio. Es distinto, nos da más fuerza, nos comprendemos mejor. Necesitamos tener una instancia para ponernos de acuerdo, así no sea para ponernos de acuerdo en los límites de nuestras discrepancias. ¿Podemos haber conversado antes lo que iba a ser el debate de Cancún? ¿Podemos haber conversado antes lo que es un conjunto de temas que existen hoy en el mundo multilateral y que los podemos conversar entre nosotros? ¿Cómo hacemos entonces para crear una instancia que sea la gran articuladora del diálogo, de las propuestas, de las iniciativas de integración y actuar como un motor del desarrollo y modernización de nuestros países?
Todo lo anterior, en el bien entendido que tendremos la capacidad de saber procesar nuestras diferencias. También estamos queriendo completar sueños del pasado. Como dijera Simón Bolívar, y lo cito, «no queremos barreras aduaneras entre las distintas provincias americanas, de modo que no puedan comerciar, entenderse y negociar entre ellas. Queremos poner como fundamento el pacto social que debe formar de este mundo una nación de Repúblicas». ¿Qué si no otra cosa que un gran pacto social es lo que estamos planteando en esta Cumbre a la que nos ha convocado el Presidente mexicano?
Hay cambios indispensables en la economía y en la sociedad mundial. Y para eso también tenemos que definir nuestros principios y nuestras políticas para enfrentar el terrorismo. Y la lucha contra ese flagelo tiene que ser una prioridad fundamental, como tienen que serlos los otros temas de la agenda internacional. Será bueno para el mundo que Naciones Unidas tenga un papel rector en el desarrollo institucional global y que los países con mayor peso estratégico aseguren la gobernabilidad política el mundo.
Será bueno para el mundo que la ronda de Doha termine con éxito y será exitosa si elimina el proteccionismo agrícola y si considera la situación de las economías de menor desarrollo relativo. Tenemos que ser capaces de avanzar en entender que estos acuerdos tienen que dar cuenta de las diferencias y las diferencias requieren de asimetrías a favor de los que tienen menos. Son hechos demasiado evidentes que tenemos que ser capaces de argumentar entre nosotros.
Será bueno para los países desarrollados el que logren reducir la inestabilidad de la economía mundial, y si entre todos acordamos una mejor arquitectura financiera y comercial en el mundo, que promueva el desarrollo de todos y todos asuman responsabilidades.
Será bueno para el mundo que los temas culturales y científicos puedan cumplir su fin civilizatorio sin restricciones comerciales y con todas las libertades de intercambio.
A estos temas nos vamos a enfrentar en este siglo y en esta reunión. Y aquí entonces, señores jefes de Estado, con toda su diversidad cultural, étnica y lingüística, las naciones de América comparten ideales que ayudaron a hacer nacer nuestras Repúblicas: la democracia y los respetos de los derechos humanos, una economía libre para crecer, pero con políticas sociales que aseguren que ese crecimiento llega a cada uno de los rincones en sus respectivos países. Es cierto, nadie lo hará por nosotros si no nosotros. Pero en nuestra integración al mundo requerimos también reglas mejores que no son excusa para lo que tenemos que hacer internamente, pero estas reglas nos permiten entonces obtener más provecho del avance que tengamos.
Llegamos, señor Presidente, con un gran optimismo a esta reunión. Recordamos lo que fue aquí en Monterrey hace dos años, bajo su liderazgo, la Cumbre que hubo a nivel de Naciones Unidas para el financiamiento del desarrollo. Lo que allí logramos y avanzamos, hay tareas que tenemos que concretar aquí. Y la agenda que se nos ha propuesto, de cómo asegurar más crecimiento y más equidad, con políticas concretas, es la tarea que hoy tenemos.
No me cabe ninguna duda que bajo su liderazgo tendremos una buena respuesta, pero más importante, no me cabe ninguna duda que los desafíos de hoy de la región son las respuestas que aquí alcancemos a dar. El intercambio de nuestras experiencias nadie lo hará por nosotros, de nosotros depende el futuro. Estoy cierto que el éxito de esta reunión será un paso muy importante. Muchas gracias.