JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ
Desde muy pequeños se nos pretende formar con valores que permitan insertarnos de manera armónica en la sociedad, propiciando una convivencia sana y de respeto, donde las decisiones sean tomadas de manera consciente para que repercutan positivamente en nuestras vidas y entorno.
Uno de los primeros métodos para hacerlo es la utilización de fábulas, para que a través de sus moralejas, los individuos identifiquemos los vicios y costumbres presentes en nuestro mundo, así como la naturaleza humana y sus intrincadas formas de manifestarse.
En la actualidad vivimos una época en la que la sociedad de diversas naciones con una larga cultura democrática -y otras no tanto- han iniciado un proceso de cambio en sus élites gobernantes a través del voto, las cuales son desplazadas por movimientos liderados por individuos que pudieran encuadrar más en un perfil autoritario que en el de un demócrata.
Un claro ejemplo es la elección de Jair Bolsonaro como Presidente de Brasil en días pasados, un individuo cuyo discurso ha sido catalogado como misógino, autoritario, xenófobo y homofóbico, pero que aun así logró ganar los comicios al centrar sus ataques sobre el Partido de los Trabajadores (PT) y los escándalos de corrupción que tanto ha repudiado la sociedad brasileña, estableciendo la idea de que el PT es el origen mismo de los problemas del país.
Cuestionándose si la sociedad brasileña -entre otras tantas donde se han dado cambios similares- contaba con suficientes valores democráticos para evitar que este tipo de líderes alcancen el poder. Se llegó a afirmar que la falta de los mismos es la razón primordial para que esto suceda.
Sin embargo, la visión anterior es errónea, no podemos asumir que la sociedad es capaz de determinar en su totalidad el tipo de gobierno que desea tener y que la presencia de valores democráticos per se evita la llegada de este tipo de gobernantes. Puesto que hay otros actores que sirven como “guardianes” de la democracia y estos son los partidos políticos.
Pero cuando estos “guardianes” fallan en su rol de satisfacer las necesidades y exigencias de sus sociedades de forma eficiente, su capacidad de mantener a raya a estos individuos se verá limitada e inclusive nulificada, puesto que la sociedad estará tan cansada de no ver atendidas sus necesidades que podría optar por elegir a un líder que representa un cambio tajante a la situación que viven, sin que esto signifique que dicha decisión sea tomada de manera consciente y razonada a profundidad.
Para ejemplificarlo mejor, podemos retomar la fábula de Esopo del Caballo, el Ciervo y el Cazador:
Un caballo decidió vengarse de un ciervo que lo había ofendido y emprendió la persecución de su enemigo. Pronto se dio cuenta de que solo no podría alcanzarlo y pidió ayuda a un cazador. Este acepto ayudarlo pero le dijo: “Si tu deseo es conquistar al ciervo, debes permitirme ensillarte para así poder guiarte tras el enemigo”.
El caballo acepto y con la ayuda del cazador pronto vencieron al ciervo. Hecho esto, el caballo le dijo al cazador: “Ahora bájate y remueve esto que has colocado sobre mi espalda”.
A lo cual el cazador respondió: “De ninguna manera, estás en mi poder y sé lo que vales, vivirás sometido a mi voluntad y servicio por el resto de tu vida”.
En este sentido una ofendida sociedad brasileña -el Caballo- por los escándalos de corrupción, vio en la elección de Jair Bolsonaro -el Cazador- un líder capaz de guiarlos para poder castigar a la élite gobernante de su país, en especial,al Partido de los Trabajadores -el Ciervo-. Ahora habrá que esperar, si la elección del caballo fue acertada o si por el contrario, el Cazador tomará ventaja del poder otorgado y subyugara a su voluntad el destino de su nueva posesión.
Juan Carlos Domínguez es abogado, experto en Gobierno, Administración Pública y Comunicación Política. Catedrático de la UNAM @Juanc_Dominguez
Fuente de la imagen: Hiveminer