El largo viaje de la casa de Rosa Parks

XAVIER PEYTIBI

Rosa Parks se hizo famosa –sin quererlo- el 1 de diciembre de 1955 en Montgomery, Alabama. Ese día, se negó a ceder su asiento a un hombre blanco aunque la ley la obligaba. Fue encarcelada por ello, acusada de haber perturbado el orden. En respuesta al encarcelamiento de Rosa, Martin Luther King, un pastor bautista relativamente desconocido en ese tiempo, condujo la protesta a los autobuses públicos de Montgomery… pero esa ya es otra historia.

Parks, sin embargo, no llegó a ver desde su Alabama natal esa historia, el triunfo de su lucha contra la segregación. Tras ser amenazada de muerte, abandonó su casa y puso rumbo a Detroit hasta el final de sus días, en 2005, cuando murió con 92 años. Su dos primeros años en su nueva ciudad –de 1957 a 1959- los pasó en una pequeña y blanca casa de tres habitaciones en el 2672 de South Deacon Street, junto a su hermano, su cuñada y sus 14 hijos.

Y allí se mantuvo la casa hasta hace unos meses. Por lo visto, el ayuntamiento de Detroit no le otorgó ningún valor y dio orden de tirarla al suelo junto a otras de su vecindario, para renovar la zona en la depauperada ciudad. Fue entonces cuando la sobrina de Parks, Rhea McCauley, la compró por 500€ para que no se perdiera y para intentar reformarla, aunque no lo consiguió. Enterado de la situación, el artista neoyorquino Ryan Mendoza quiso mostrar –con una acción impactante- lo que se pierde cuando no recordamos nuestra historia.

Llegó a la casa y empezó a deconstruirla poco a poco, con el objetivo de llevarla al jardín de su casa… en Berlín. La desmontó, empaquetó y envió por barco a Alemania. Unas cuantas semanas después, la reconstruyó en su jardín del barrio de Wedding, al norte de Berlín. Y ahora es visitada por todas aquellas personas que pasan por la zona. Hay exposiciones fotográficas y también se ha rodado un documental con todo el proceso de transporte (aquí la noticia).

Aunque su objetivo es que alguna institución estadounidense se la lleve de nuevo a Estados Unidos, ha demostrado cómo de corta puede ser la memoria si no se cuida el legado histórico, aunque sea una pequeña casa donde vivían 17 personas, en el lejano 1957.

Publicado en el blog de Xavier Peytibi.