Documental: Las sufragistas

DANIELA S. VALENCIA

Entre las imponentes montañas cobijadas por neblina en la sierra de Oaxaca, al sureste de México, donde pareciera que el tiempo se ha detenido por largo espacio, la quietud se suspende por las campanadas del llamado a misa en el pueblo, provocando el desfilar diligente de mujeres y niñas entre flores, velas y copal que revisten el altar de la iglesia. Es ese el escenario con el que la voz de Eufrosina comienza a compartirnos su relato.

Y es que la historia de esta indígena zapoteca a la que en 2008 le fue negado su derecho de ser votada para presidenta municipal de Santa María Quiegolani, regido por sistema de usos y costumbres, lo toma Ana Cruz, directora de Las Sufragistas, como hilo conductor para exponer la lucha histórica de las mexicanas por nuestros derechos políticos.

Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Amalia Castillo Ledón, entre muchas otras, nombres que debieran ser igual de conocidos que el de Villa, Zapata o Juárez y que el documental rememora, permitiéndonos tomar consciencia como herederas de aquellas mujeres que, al igual que Eufrosina, convirtieron lágrimas de impotencia en coraje para afrontar un sistema que ha legitimado históricamente la subordinación de la mujer en la sociedad.

¿No es el honrar a quienes nos abrieron brecha el principio para motivarnos a seguir en la batalla por la equidad y la erradicación de la violencia política contra las mujeres?

El documental va dando saltos entre dos líneas paralelas remarcando ríspidos contrastes. Por un lado, los avances: de los movimientos sufragistas posrevolucionarios a 1953 cuando constitucionalmente adquirimos el estatus de ciudadanas con derecho pleno al voto, las primeras legisladoras, la primera gobernadora, y la lucha feminista de la segunda mitad del siglo pasado que buscaba que se viera a la mujer como un sujeto en sí mismo y no sólo al servicio de otros. Y por otro, corta escena para regresarnos al siglo XXI y escuchar a Eufrosina contarnos cómo diariamente veía en su casa a su madre ser la primera en levantarse y la última en irse a dormir y cómo su hermana mayor fue casada a los doce años para comenzar a tener a sus cinco hijos.

“La China”, como le dicen sus allegados, quiso para sí algo diferente a esa realidad y pagó las consecuencias de aquella rebeldía. El día de la elección rompen en la Asamblea del pueblo las boletas con su nombre porque la tradición en donde le tocó nacer dicta que las mujeres no pueden aspirar a ser autoridad y le recalcan: “tampoco los profesionistas”. Perversos recovecos del derecho consuetudinario que desconoce el camino que las primeras sufragistas habían ya reivindicado.

“Esto no se va a quedar así”. Lo tuvo claro, quería justicia. “¿Para dónde jalo?” Pues jaló para donde pudo y, sin poder impugnar el resultado de aquella elección, observamos cómo su victoria fue otra: la visibilidad y el precedente. Cuenta lo sucedido en los medios de comunicación y al mismo presidente de la República…  Ante una vejación, nace la historia de la política que se convertiría en la primera mujer presidenta del Congreso Local de Oaxaca y que regresa a Santa María Quiegolani investida como legisladora, generando así un punto de inflexión en su comunidad, donde ahora, en la mente de las niñas se alberga el reflejo de Eufrosina.

Así mismo, esta pieza cinematográfica nos permite escuchar a mujeres que ejercieron el puesto de poder más alto al que una mexicana ha llegado al día de hoy: gobernadora y jefa de gobierno. En sus voces francas y cercanas, fuera de protocolos, nos cuentan sobre los pesos extras que sobrellevaron en sus trayectorias políticas por prejuicios de género y se escucha claro el mensaje común: la necesidad de sororidad para que la inequidad se venza.

A un lustro de haberse estrenado en las salas de cine la inspiradora historia de la oaxaqueña de voz dulce que quiso regir su propio destino, en México, continúan los paralelismos:

La reforma política de 2013 elevó las cuotas de género para las candidaturas al Congreso Federal en un 50%. Techos de cristal que se rompen con acciones afirmativas y que en 2015 nos permitió tener un Congreso más paritario. En el mismo proceso electoral de junio pasado le tocó al estado de Sonora sumar a la sexta gobernadora en la historia del país, con el triunfo de Claudia Pavlovich.

Sin embargo, ese año también se abrieron nuevas heridas, siendo una de las que logró mayor resonancia mediática el caso de Yesenia Alamilla Vicente, candidata a la presidencia municipal en Reforma, Chiapas, quien sufrió amenazas y golpes que la llevaron al hospital, sólo por querer ser representante popular. Yesenia denunció y sigue en espera de justicia, y al igual que Eufrosina y muchas otras decidió contar su historia donde quiera que le han abierto un espacio para hacerlo, deseando que nunca más vuelva a pasarle a otra lo mismo.

La mayor lamentación es por aquellos otros casos de los cuales ni nos enteramos, los descalabros de otras mujeres ante techos que parecen más bien de concreto y no pasa nada.

Y de aquí a los rostros más sutiles de la inequidad, dentro de los mismos partidos políticos: de las 50 listas de diputados federales plurinominales en 2015, sólo 2 fueron encabezadas por mujeres. Por otra parte, Javier Aparicio, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas, realizó un estudio que señala en qué porcentaje cada partido asignó distritos poco competitivos a sus candidatas mujeres; la inapelable frialdad de la estadística es clara.

Ante estos hechos y como espectadoras ¿qué tan ajenas nos sentimos de las vivencias de Eufrosina, Yesenia y muchas otras mujeres que rechazaron su entorno y dieron un paso al frente? ¿Qué tan capaces somos de vernos a través de sus miradas?

Y no sólo nosotras ¿Cuántos hombres son capaces de lo mismo porque han entendido que una sociedad que siga marginando a la mitad de la población en los procesos de decisión se priva de la mitad de su riqueza de pensamiento y de su potencial de mejorar?

Las Sufragistas, muy recomendable obra que contribuye a la sensibilización y reflexión sobre esta realidad que todos debemos ver, supone un primer paso para reforzar lazos de identidad y compromiso que logren impulsar las agendas pendientes.

Que se divulguen más historias, que la indignación ante lo que no debería seguir ocurriendo en ningún rincón del planeta se haga tácita para que como sociedad sigamos avanzando. Tomemos la estafeta, porque #TodasSomosEufrosina.

Las sufragistas está disponible en Youtube

Daniela S. Valencia es consultora en comunicación política y socia-directora de Abella y Valencia. También es profesora en el Diplomado Mujer en la Política y el Gobierno del Instituto de Administración Pública del Estado de México. @dany_svalencia

Publicado en Beerderberg

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