SARA SOFÍA ALPUCHE
“Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado”
Esta frase define muy bien el carácter de Emiliano Zapata Salazar “El Caudillo de Sur”. Héroe de la revolución mexicana que nunca se alejaría de la lucha social, las demandas agraristas, la justicia social, la libertad, la igualdad, la democracia social, la propiedad comunal de las tierras y el respeto a las comunidades indígenas, campesinas y obreras en México, que en 1910 eran presas de la oligarquía y el latifundismo d e los hacendados y lo fueron durante los 30 años de gobierno de Porfirio Díaz.
Para “El Caudillo del Sur” era claro que la tierra es de quien la trabaja, por eso su guerra consistía en la reivindicación agraria, derecho que había sido abolido desde la conquista, el cual se conservó en las Leyes de Reforma y de Lerdo, donde las corporaciones civiles podían vender o expropiar tierras improductivas. Estas leyes fueron aprovechadas por los hacendados para acrecentar sus tierras de manera ilegal al solicitar las propiedades de zonas comunales que los pueblos no trabajaban.
Zapata, campesino de nacimiento y conocedor de las carencias y problemas del campo mexicano, se une a la causa de Francisco I. Madero, iniciador de la revolución mexicana para derrocar al dictador Porfirio Díaz, levantándose en 1911 en armas al ver que las bases del movimiento de Madero planteadas en el “Plan Ayala” incluían el agrarismo.
En el camino de la revolución los diferentes caudillos fueron cambiando sus ideales. Pero el que nunca los abandonaría hasta su muerte fue Emiliano Zapata, quien nunca dejó de luchar contra la inescrupulosa usurpación de tierra de labranza que los campesinos necesitaban para sobrevivir. Y a sus 31 años el General Zapata se convirtió en el símbolo de esa utopía que plasmó en su estandarte “Tierra y Libertad”.
Venustiano Carranza, quien era un político coahuilense, se unió tardíamente a la revolución formando parte del equipo de la breve presidencia de Francisco I. Madero, después de exiliar de México al Porfiriato. Madero es asesinado solo un año y 3 meses después de haber sido elegido presidente.
Para 1917 Carranza llega a ser presidente de México y su nuevo proyecto de país era una Constitución que renovaba a la de 1857. Sin embargo, esta nueva Constitución no estaba a la altura de las necesidades del pueblo mexicano. La visión carrancista era insuficiente para abarcar los temas revolucionarios, obreros, campesinos y militares, quienes se habían solidarizado con los objetivos y la lucha de los caudillos Francisco Villa y Emiliano Zapata.
En este contexto, el 22 de agosto 1918, ocho meses antes de su asesinato, Zapata dirige un discurso a los pueblos sureños que apoyaban a Carranza, con el fin de que se unieran a la verdadera Revolución, lo titula “A los pueblos engañados”.
En este discurso “El Caudillo del Sur” se proclama líder del movimiento revolucionario sureño, quien los guiará por el camino correcto de la libertad “arrancándoles la venda del obscurantismo”, mostrando a los campesinos cegados a un Zapata que les devolvería la luz.
Califica a Carranza de vandálico y nefasto para la causa revolucionaria, dejando en claro que si no desistían de apoyar a Carranza eso los convertiría en “malos revolucionarios” lo que los trasformaba en el enemigo. Ataca tanto a Carranza como a sus seguidores refiriéndose a ellos como el carrancismo. Les advierte del próximo derrumbe y caída de Carranza que arrastrará a todos sus seguidores.
No nombra a los pueblos que apoyan a Carranza, recurriendo a la omisión y mencionando que ellos saben a quiénes se refiere. Finalmente en este discurso, mediante la promesa y la persuasión, Zapata busca que se le unan de una buena vez y abandonen a Carranza.
Durante su discurso establece claramente que él sí ha cumplido con los objetivos de la revolución con promesas y resultados concretos, y que cualquiera puede comprobar esta afirmación. Zapata les deja ver que su equivocación se debe a su inocencia, pero que ahora pueden rectificar.
El tono de Zapata es de advertencia limitando con la amenaza. Teniendo como objetivo crear oposición entre él y Carranza al igual que entre los buenos y los malos revolucionarios. Por esto él propone a los pueblos que están con Carranza, que rectifiquen y se unan y gocen al unírsele a la verdadera revolución. Desacreditando a Carranza, para continuar su lucha.
Emiliano Zapata entendía el dolor y molestia de su gente y se consideraba uno de ellos. Conocía las carencias sociales de México y quería conseguir la igualdad entre los campesinos y las personas de otro estatus social, logrando una unión.
Se encontraba en desacuerdo con todo hacendado o latifundista que explotaba a los campesinos, afectando sus derechos humanos. Su causa buscaba un país de igualdad de condiciones donde el que no trabajara la tierra no pudiera obtener frutos ni beneficios de ella, sin hacer, nada por su país ni por sus tierras. Porque la tierra debía y merecía ser de quien la trabaja con sus manos.
Como la mayoría de los héroes, Zapata fue traicionado y asesinado, por ser considerado una amenazada para los fines económicos de los que ostentaban el poder.
Sara Sofía Alpuche de Dios Ramírez es Directora General de Evolución “Servicios digitales” y creadora de la revista política Gobiernos & Tendencias. @sofialpuche.
Publicado en Beerderberg
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