Nos calumnian quienes dicen que las derechas derogarán toda la legislación social. Derogaremos aquello que suponga un abuso, no las legítimas conquistas del obrero. Derogaremos los excesos socialistas, que han destruido la economía y acrecentado el paro y la miseria, pero mantendremos y aún reforzaremos la protección a las clases trabajadoras. Exaltaremos el trabajo honrado, iremos al establecimiento del salario familiar, de la propiedad familiar y de los seguros, y aumentaremos los pequeños propietarios. Cada región tiene su carácter y su ambiente propios. Por esto somos regionalistas y no queremos imponer a las regiones el yugo de una legislación centralista y unitaria. Queremos para ellas una autonomía racional que no disgregue, sino que una. Contrarios al separatismo, sí; pero también a que el desconocimiento regional pueda impulsar al separatismo. Queremos la autonomía que nace de nuestra tradición, de nuestra historia y de nuestro carácter. Obtendremos un éxito clamoroso, constituiremos la minoría más numerosa del Parlamento; pero no asumiremos aún las responsabilidades del poder.
Gobernaremos desde fuera, ya que haremos imponer nuestro criterio para que no se pueda actuar contra las derechas. Nos mantendremos a la expectativa de la disolución de nuestros adversarios y de los partidos que hoy se llaman de centro y antes fueron revolucionarios. Dejaremos que gobiernen esos antiguos revolucionarios, alguno de los cuales ha llegado a rezar hoy el Padrenuestro. Y así nos convertiremos en herederos legítimos de esas combinaciones.
En el mundo entero están fracasando el parlamentarismo y los excesos de la democracia. Por eso, nosotros no sólo atacamos a la Constitución en su parte dogmática, donde se encuentran todos los atropellos a nuestra conciencia, sino también en su parte orgánica, que contiene un exceso de democracia, el parlamentarismo que está hundiéndose en el mundo entero. Ante estas corrientes antidemocráticas que llegan a España, las próximas Cortes pueden suponer el desprestigio del Parlamento. No podemos caer envueltos en su descrédito. Las derechas deben constituir la reserva para el porvenir, cuando hayan fracasado los partidos de centro. No queremos, además, que el país esté dando saltos de un extremo a otro, de la anarquía a la dictadura, de la violencia de las masas a la violencia de la dictadura. Aspiramos a centrar la política, con un sentido nacional inspirado en la tradición, en los principios de derecho público cristiano, que frena los excesos de la dictadura y de la democracia.
Los partidos políticos se deshacen y surge un movimiento nacional amplio, sin exclusivismos ni clientelas, que busca la colaboración de todos los españoles. Acción Popular nació para esto. Por eso me dirijo con palabras de paz y de concordia a todos los españoles.
Enviado por Enrique Ibañes