Chile, hacia una nueva Constitución – Parte III

GUILLEM PURSALS

Los pasados 15 y 16 de mayo fueron las elecciones constituyentes en la República de Chile, aquellas que decidían quien integraba la Convención Constitucional, y, por tanto, quienes escribirían la nueva Constitución Política. Ha sido un proceso electoral muy largo porque estas elecciones fueron convocadas para celebrarse de manera oficial el 24 de noviembre del año pasado, después el 11 de abril, después se habilitó el 10 y 11 de abril, y finalmente han sido a mediados de mayo.

Solamente el 41.51% del censo participó, hecho que quizás parezca restar legitimidad, pero lo importante será el referéndum que avale la nueva Constitución Política de Chile, dentro de nueve meses, pudiéndose prorrogar solamente tres meses más. Este es el plazo que tiene la Convención Constitucional para redactar y votar dicha ley fundamental, que posteriormente será sometida a plebiscito. Será la primera vez en la historia que una Constitución sea redactada por hombres y mujeres por igual, y, además, en proceso constituyente popular.

Si retrocedemos hasta el día del plebiscito nacional de 2020, sobre si se tenía que reformar la Constitución Política de 1980, y como había que hacerlo, podremos ver que el bloque gubernamental de la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional votó en contra de reformarla, y no solamente eso, sino que también votaron por la opción de “convención mixta”. Ambas opciones fueron las que perdieron, obteniendo solamente el 21.72% la primera opción, y el 21% la segunda. Si analizamos las elecciones presidenciales de 2017, vemos que el bloque RN-UDI-PRI consiguió el 54.58% de los votos en la segunda vuelta. Es Un desgaste importante por parte de los apoyos a la facción gubernamental, que también se vio reflejado en las elecciones convencionales constituyentes.

En estas elecciones, el bloque gubernamental obtuvo el 21% que había sacado en ambos bloques del plebiscito constitucional, logrando 37 escaños de un total de 155. Esto lo ha situado en una posición muy minoritaria porque no tiene capacidad de bloquear nada, al no tener tampoco otras facciones de derechas o centristas dentro. Si repasamos el resto de los resultados, podemos ver como los independientes consiguieron 48 escaños, además, tal como señala el Observatorio Nueva Constitución, entre los que propusieron partidos políticos como candidatos, también hay quien no milita en ellos, siendo estos unos 40 escaños más. Por lo que el 64% de la Convención Constituyente no ostenta la militancia en ningún partido. En total pues, tenemos a 88 independientes y 50 militantes. Y sin olvidarnos de sumar también los 17 representantes electos de los pueblos originarios.

Quizás esta ha sido la mejor forma de canalizar el descontento social con las instituciones del Estado, así como también contra el gobierno y la administración del presidente Sebastián Piñera. Y no ha sido a través de más manifestaciones, recordemos que estas empezaron por una subida en el abono del metro, y acabaron en un proceso de redacción de una nueva Constitución Política, sino que se ha conseguido a través del propio sistema, para que se reformase a sí mismo. El hecho de que sea la oposición quien redacte la nueva ley fundamental chilena ha generado cierto escepticismo entre algunos miembros del gobierno, pero es importante recordar que la popularidad de este está por debajo del 10%.

Se puede analizar siguiendo la comisión parlamentaria al respecto, como también la del Senado, y después la comisión mixta, se ha podido ver cómo se parte de una escrupulosa constitucionalidad y el firme deseo que todo se haga de acuerdo con la ley, pasando de la ley a la ley, para que no quede ni una sola duda que todo el proceso se realiza con todas las garantías judiciales, y en ningún momento se pide a la ciudadanía que base su compromiso en la confianza y en la excepcionalidad.

Aunque las facciones gubernamentales en todo momento han sido escépticas, la oposición en ningún momento se ha excedido de su rol, y no lo ha planteado como un plebiscito contra el gobierno. Debemos recordar que durante los comicios de la Convención Constituyente también se celebraban las elecciones regionales y las municipales. Y todos los actores han sabido separar muy bien cuando se trataba de unas u otras elecciones, tratando las convencionales con su grado de singularidad y excepcionalidad.

El simbolismo de esta nueva Constitución Política es importante en todos los aspectos. Los parlamentarios de la nueva Constitución estarán reunidos en el Palacio del ex Congreso Nacional, que fue el edificio que albergaba el antiguo poder legislativo antes de la dictadura de Pinochet. No solamente se trata de la Constitución Política que pone punto final a los vestigios todavía vigentes de la propia dictadura de 1980 sino que los edificios elegidos son también aquellos que albergaban el poder antes de la misma como son el Palacio citado y también el Palacio para ir a donde se encontraban los antiguos edificios de los sindicatos de estudiantes que es opusieron a la propia dictadura y también al propio reaccionarismo de Chile antes de 1973.

Lo que empezó con una revuelta estudiantil ha acabado enterrando uno de los últimos vestigios de la dictadura chilena, la Constitución Política de 1980.

La redacción de la nueva Constitución ha abierto a debate asuntos hasta ahora incuestionables como el rol del presidente de la República de Chile, la separación de poderes y la elección del ministerio Fiscal, el papel troncal del Poder Legislativo, la necesidad de crear un Estado del Bienestar, actualmente inexistente en Chile, porque el Estado solo interviene allí donde las empresas no pueden llegar, entre otras cuestiones.

Es cierto que desde fuera se puede ver como un proceso de reacción ante una situación concreta, pero si nos sumergimos en los debates existentes durante este proceso, veremos cómo hay una realidad compleja y plural. Los debates anteriormente citados se han discutido, se han llevado como propuesta por parte de los constituyentes, ha habido una reflexión para crear, no solamente unas políticas concretas, sino para reformular el Estado tal como lo conocemos. Se ha de entender que la Constitución Política es la ley superior que da forma a las instituciones y limita el poder del Estado como tal. Y en este caso, quienes redactarán hasta donde tiene que llegar el Estado serán los ciudadanos electos, algunos sin ninguna experiencia política, otros sí, pero todos involucrados para consolidar un nuevo Estado.

Como citaba al principio de esta tercera parte, esta será la primera Constitución del mundo redactada por personas electas directamente por la ciudadanía, no por delegación, y de carácter igualitario, pues hay 78 hombres y 77 mujeres. Se puede ver casi como un experimento social, o como un acto rompedor, porque nunca había pasado nada parecido. Y es posible que, dependiendo del resultado obtenido, en un mundo tan conectado entre sí esto sirva para otros países.

En conclusión, el proceso de redacción de la nueva Constitución Política de Chile tendrá que seguirse a medida que se debatan todos los asuntos que ello implica. Debates que influirán también en países de alrededor, u otros que se encuentren en situación similar a la de Chile, donde la legitimidad política e institucional sea muy baja.

Dentro de nueve meses, en 2022, tendremos una nueva Constitución Política, que se tendrá que leer con atención por la excepcionalidad de su redacción. Como cantaban Quilapayún e Inti-Illimani, y se ha convertido en uno de los himnos de este proceso constituyente en “El pueblo unido jamás será vencido”: la patria está forjando la unidad.

Podéis leer la primera parte aquí.

Podéis leer la segunda parte aquí.

 

Guillem Pursals es Politólogo y Máster en Seguridad. Analista de Relaciones Internacionales y Conflictos (@GPursals ‏)