Alexis de Tocqueville: el equidistante

ANTONIO AZNAR VERGARA

Tocqueville el “equidistante”. Conservador, revolucionario, liberal, aristócrata, liberal-conservador, conservador liberal… Opuesto a las revoluciones de 1848, al golpe de Estado que dio lugar al segundo imperio francés de la mano de Napoleón III, a favor de la Revolución francesa (la que lo cambió casi todo, la de 1789) y vizconde. Vamos, un equidistante inetiquetable de los de ahora, aunque tradicionalmente se le asocia al liberalismo por su defensa del concepto libertad sobre otros valores.

El filósofo francés aportó numerosas novedades al estudio de las ciencias sociales. En primer lugar, mediante una cuidadosa metodología, destacan sus estudios de campo más allá de los bibliográficos. Además, puede ser considerado uno de los primeros sociólogos de la historia por su estudio sobre el sistema penitenciario estadounidense en 1833 (a los veintiocho años de edad), en el que  intentó estudiar la reinserción de los condenados incorporando estadísticas (edad, etnia, tipología del delito, etc.) de los presos, así como entrevistas a los reclusos y a sus familiares. Desde el punto de vista teórico, abordó diversos temas que han servido a sus sucesores como punto de partida para desarrollarlos: libertad, democracia, igualdad, cambio social, individualismo, consumismo, etc. La profundidad, el nivel intelectual y la extensión de sus reflexiones permiten reconocer elementos de actualidad.

Sintetizando en exceso sus planteamientos, para Alexis de Tocqueville sólo eran posibles tres sistemas políticos, más allá de su forma (república, teocracia, monarquía, dictadura…), con dos variables, libertad e igualdad, según la preeminencia o equilibrio entre una y otra.

  1. Estado natural. Predominio absoluto de la libertad en un sistema sin forma política, anárquico y caótico, donde prima el individualismo.
  2. Democracia. Libertad e igualdad conviven con predominio de la primera. Sería para Tocqueville el mejor de los sistemas. En ella todos los individuos de una sociedad participan en términos de igualdad en la producción conjunta del sentimiento de libertad. Para él la democracia es el peor y el mejor sistema posible. Lo que sea dependerá de los humanos, quienes tienen que decidir, mediante su construcción diaria, en cuál de las dos opciones quieren vivir.
  3. Despotismo democrático. La igualdad por encima de la libertad. Es el que más le preocupaba y consideraba que era lo que les estaba ocurriendo a las democracias del siglo XIX. Para él es el peor y más peligroso de todos por la falta de libertad, porque la igualdad es usada por el ser humano para su propio interés, y porque, en última instancia, el afán humano de diferenciarnos de nuestros conciudadanos provoca que sólo nos esforcemos y nos centremos en aspectos materiales, dejando de interesarnos por la política. Todo, en última instancia acaba reducido a lo económico y lo material. La tiranía material deriva en una tiranía de la mayoría.

Alexis de Tocqueville considera fundamental la reflexión y aspira con sus escritos a contribuir al pensamiento de cuestiones que le preocupan. Para él, la escritura y los textos no son una guía, sino que sirven para aprender de los errores. Para sus grandes libros de referencia, los dos volúmenes de La Democracia en América (publicados en 1835 y 1840 respectivamente), usa como fuente a los escasos autores clásicos que lee y relee y a través de ellos va dando forma a sus pensamientos. El francés trabaja sobre dos conceptos fundamentales, aunque no son los únicos en su obra.

La libertad. La práctica totalidad de su obra es una reflexión permanente sobre este concepto. Para Tocqueville la libertad, como tal, no existe. Es una sensación, un sentimiento que debe ser permanentemente construido. Se han recogido dos reflexiones que podrían dar una definición más ajustada (pero no por ello más clarividente) sobre el concepto: no se puede explicar a alguien que nunca se ha sentido libre; y funciona como el amor, es un comienzo continuo.

La igualdad. Todos los movimientos de las sociedades, el cambio social, van encaminados hacia una mayor igualdad. Las diferencias creadas por la riqueza, la raza o el estatus social ya no tienen la relevancia que tenían en sistemas pasados, mediando entre los ciudadanos de los nuevos sistemas el contrato social. Es un concepto muy atractivo y la base y principio de la razón.

En relación a la filosofía política, ante el “deber ser” de los sistemas políticos, de la democracia, Tocqueville (además de aceptar y defender cuestiones como la separación de poderes) propugna el fomento de la conciencia cívica de los ciudadanos, transformándolos de ciudadanos a políticos. Así seríamos verdaderamente libres, no sólo una vez cada cuatro años. No puede existir una verdadera democracia en la que los ciudadanos no participen de manera activa y formada en los asuntos trascendentales de su vida. Uno de los mecanismos que defiende es el municipalismo. El proceso de toma de decisiones cercano al ciudadano. Por otro lado, defiende el asociacionismo e invita a la organización de la sociedad civil para defender sus intereses y por el aprendizaje e intercambio de ideas que se producen en el seno mismo de estas organizaciones (sindicatos, asociaciones de vecinos, partidos políticos, etc.). Considera que son necesarios elementos aristocráticos en los sistemas políticos. En una sociedad en que todo funciona en términos de igualdad, es necesario incorporar elementos para evitar que un solo principio se imponga a todos, y pone de ejemplo a los jueces, cuyas interpretaciones de la ley están por encima de las del resto de ciudadanos.

Entender a Tocqueville resulta ilustrativo para comprender su obra. Hijo de un tiempo convulso y de cambio, considera que la revolución de 1789 no es una verdadera revolución, porque únicamente materializa concepciones que se venían ya asumiendo o trabajando en épocas anteriores. Para él, las verdaderas y necesarias revoluciones eran aquellas en las que el cambio se producía en las mentes de los ciudadanos. Las fuerzas motrices que le llevan al estudio del sistema penitenciario (como excusa para embarcarse rumbo a Estados Unidos) y del sistema político norteamericano son múltiples. Por un lado, entender si Europa iba a estar abocada a un permanente proceso de revoluciones y contrarrevoluciones. Tratar de aplicar la democracia norteamericana en Europa, comprender los factores que permiten la creación de sistemas democráticos, pues el debate de la época estaba en si era la geografía, el clima o las leyes, la causa de una mejor democracia. Para Tocqueville el factor religioso condiciona en gran medida la configuración del sistema político y lo considera interesante en los sistemas políticos por la característica estable de las organizaciones de ella derivados.

En definitiva (destacar en este punto la obra del politólogo Eduardo Nolla, gran divulgador actual de la obra del francés), Alexis de Tocqueville, poliédrico y multifacético en tanto que fue jurista, político (llegó a ser ministro de Exteriores en un gobierno de centro-izquierda), historiador, ideólogo, sociólogo o viajero, sentó las bases para la comprensión y estudio de la democracia en los Estados modernos.

 

Antonio Aznar Vergara estudió Derecho y Ciencias Políticas en la UPO de Sevilla, el MCPC de la UNAV y una estancia en la George Washington University. Profesional de los Asuntos Públicos. (@aaznarvergara)

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