MONTSE PRATS
En 2008, Hillary Rodham Clinton se presentó por primera vez a unas primarias presidenciales y entonces, como ahora, se veía como la candidata natural. Perdió contra el actual presidente, Barack Obama. Ahora, como entonces, Clinton continúa encabezando las encuestas como futura candidata. Sin embargo, en sólo dos meses –de julio a septiembre– ya ha perdido 21 puntos. Y hay una larga lista de candidatos o potenciales candidatos en el partido demócrata que le van a la zaga. ¿Volverán a ser los caucus decisivos?
Dos affaires se han cruzado en la esperada dorada campaña para la candidatura presidencial de Hillary Clinton. El primero, el caso Bengasi. Se la acusa de ignorar las demandas de más seguridad para la residencia diplomática estadounidense en Bengasi, justo antes de que ésta sufriera un ataque terrorista. El segundo escándalo, también de su época como secretaria de Estado, gira entorno a la utilización de su servidor de correo electrónico privado para gestionar y discutir documentos gubernamentales sensibles, de manera que podían haber sido vulnerables al espionaje.
Y son dos sombras negras que amenazan con planear a lo largo de toda la campaña. El mes pasado, Clinton tuvo que testificar por el escándalo de Bengasi ante el Congreso, una comparecencia pública pactada con la mayoría republicana de la Cámara de Representantes. Además, continúan apareciendo nuevos detalles sobre la delicada naturaleza de los mensajes de su correo electrónico. Las encuestas reflejan que la candidata está pagando un alto precio por todo ello.
Aún así, Clinton continúa siendo la favorita. La mayoría de demócratas la apoyan, incluso tiene un alto índice de aprobación entre los indecisos. También los republicanos dan por sentada su candidatura y centran en ella los ataques asegurando que hacer a Clinton presidenta sería como tener un tercer mandato de Obama. La baja popularidad del actual presidente –47% según Gallup a mediados de septiembre– actúa como criptonita para cualquier demócrata que intente aprovechar el tirón presidencial para su campaña.
La frustración causada por las modestas reformas del presidente Barack Obama amenaza en convertirse en un voto de castigo a los que se vinculen a él y recuerda de forma alarmante el revés que sufrió el partido republicano en la era post Bush.
A diferencia de entonces, la lista del partido del presidente actual, aunque larga, no es un interminable conjunto de piezas fragmentadas del partido. Hay una candidata fuerte y otros cuatro o cinco situados en la línea de salida.
La fuerza sanderista
El senador por Vermont, Bernie Sanders se define como demócrata socialista, reivindica un “regreso a las raíces” del partido, con propuestas más progresistas. Con un escaso equipo de campaña -entre el que se cuenta Tad Devine, consejero de Al Gore en la campaña del 2000,- está movilizando a un cada vez más numeroso grupo de seguidores que se autodenominan los sanderistas. Su popularidad no deja de crecer y se ha afianzado en las encuestas como el recambio de Clinton.
Las dudas de Biden
La página DraftBiden anuncia en su portada un objetivo muy concreto: conseguir que el vicepresidente Joe Biden presente su candidatura. Y es que, sin ni siquiera confirmar si va o no a presentarse, Biden es uno de los favoritos. Sin embargo, el político y su familia aún se están recuperando de la muerte de su hijo Beau el pasado mes de mayo y por el momento la candidatura parece quedar en un segundo plano.
El voto anti-Clinton
Descartando al vicepresidente Joe Biden, el tercer puesto en la mayoría de las encuestas es para el exsenador Jim Webb. Este veterano de Vietnam tiene un amplio reconocimiento social. Capitaneó la protesta de los demócratas contra la guerra de Irak y tiene una gran experiencia en materia de seguridad y política exterior. No cuenta con un grupo de fervientes seguidores sino que aglutina especialmente a los opositores de Hillary Clinton, aunque su reciente defensa de la bandera confederada no le ha generado muchas simpatía.
Candidatos pero no alternativas
El exgobernador de Maryland, Martin O’Malley, busca ser la cara joven del partido; genera simpatía pero no entusiasmo. También ha presentado su candidatura el antiguo gobernador de Rhode Island, Lincoln Chafee, que ha ejercido cargos como republicano, independiente y demócrata. Los votantes no confían mucho en su desdibujada política. En todo caso la candidatura puede servir a ambos políticos para mejorar su índice de popularidad de cara a futuras aspiraciones.
La cuesta de enero
El proceso para conseguir la nominación se inicia en enero con el caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire y se alargará hasta verano. Hay encuestas que indican que Sanders podría dar la sorpresa en esta primera prueba de fuego. En 2008, Clinton perdió Iowa ante Barack Obama. Los caucus no fueron el fuerte de la exsenadora que sólo ganó en Nevada y en la Samoa Americana. Para conseguir la nominación, Obama se concentró en ganar los caucus, además de determinadas victorias clave en primarias de los estados del sur y del medio oeste. Los sanderistas están demostrando una nada despreciable capacidad de movilización a la hora de convocar asambleas, así que Sanders podría intentar también concentrar su fuerza en los caucus, especialmente en aquellos en los que el votante demócrata liberal blanco, su target, es mayoría. Respecto a las primarias de New Hampshire, de entrada parecen ser más favorables a Clinton. El perfil de votante en New Hampshire también es el de un liberal –no hay más que recordar el lema del estado del granito “Vive libre o muere”– pero el peso de otros factores, como el voto femenino, puede ser aquí una de las claves para la victoria de Clinton.
La convención en la que se resolverá la nominación de la candidatura demócrata para la presidencia de Estados Unidos se celebrará a partir del 25 de julio de 2016. La exsecretaria de Estado tiene los números y los recursos a favor para ganar esta nominación. Que ésta se materialice parece que dependerá más de su estrategia y de la gestión de los escándalos que de lo que realmente puedan hacer otros candidatos.
Montse Prats es consultora de comunicación @montse_prats
Publicado en Beerderberg
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