CARME GOMILA
La película Malditos Bastardos (2009) –Inglourious Basterds– es una de las más famosas del repertorio de Quentin Tarantino. Su cine se caracteriza por la representación de historias no lineales y por la presencia de violencia desmesurada, sin complejos. Sin embargo, Tarantino tiene la habilidad de lidiar con la violencia de manera diferente a otros cineastas, siendo capaz de convertir estas escenas en algo que evoca belleza y casi arte. Gracias a su estilo propio y personal, consigue que, tanto sus personajes como sus películas, se sientan reales y cercanas al espectador.
Desde principios del siglo XX, el cine es considerado un medio de masas, capaz de influir en la forma en que las personas estructuran el mundo. Las películas pueden ofrecernos otras versiones del pasado. En este sentido, en Malditos Bastardos confluyen elementos como la historia, la guerra, la política, el conflicto entre lo que evoca la venganza y el arrepentimiento. Se enmarca en el género de novela ucrónica. Dicho termino describe la reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder.
En la película se desarrollan dos historias diferentes, que convergen en un punto concreto por motivos causales. La trama sucede en Francia. En primer lugar, se presenta la historia de una joven judía, Shosanna Dreyfus, que ha sido testigo de la muerte de toda su familia por parte de un verdugo nazi. Ella consigue escapar y, después de algunos años, es dueña de un cine en París donde se desarrollará la acción principal de la película. Simultáneamente, Tarantino nos presenta la historia de un grupo de soldados judíos, dirigidos por el teniente del ejército estadounidense Aldo Raine Apache, cuyo objetivo principal es matar a los nazis. Ambas historias se entrelazan gracias a que, tanto la joven como el grupo de soldados judíos, están buscando venganza. El cine de Shosanna es el lugar elegido para llevar a cabo su misión, matar a Hitler, como símbolo de la derrota del Tercer Reich y de la guerra.
El primer elemento característico que debemos resaltar es la estetización de la violencia, gracias a varios elementos como los planos utilizados y la banda sonora, que juegan un papel excelente en este sentido. Tarantino consigue evocar arte a través de la violencia, provocando que al espectador le resulte algo agradable y bello de ver. Se mezcla la violencia sanguinaria, sádica y excesiva con la violencia sugerida fuera de la pantalla, donde es la mente del espectador quien se la imagina. Se concibe la muerte como espectáculo y como símbolo histórico, en este casi, el fin de la II Guerra Mundial y el hundimiento y la venganza del régimen nazi con la muerte de Hitler.
En segundo lugar, destaca el uso de la memoria histórica y colectiva. La memoria, por tanto, se puede concebir como el resultado de una construcción y reconstrucción sucesiva por parte de los sujetos. Ésta ocupa un lugar esencial en las sociedades occidentales actuales, donde los medios masivos de comunicación ya no solo trasladan el conocimiento del presente, sino que juegan un papel fundamental en la reconfiguración del pasado.
Esta película es un ejemplo perfecto para explicar la relación entre el cine y la historia política de un país como Alemania. Aunque está lejos de ser una película histórica, muestra una alternativa de lo que podría haber sido la victoria sobre el régimen nazi. Tarantino se toma la libertad de alterar lo que realmente pasó para transformarlo y hacer que todo suceda a su manera, a través de una mezcla de elementos reales con otros inventados. Es capaz de hacer presente el pasado e incitar a hacer realmente que el espectador se sienta parte de la historia.
En conclusión, podemos afirmar que en Malditos Bastardos, Tarantino consigue matar a Hitler, no sólo como persona física, sino como la representación del fascismo, de la barbarie, de un monstruo. “Esta es la cara de la venganza judía”, dice Shosanna en la última escena de la película. Tarantino termina con uno de los mayores enemigos de la historia a través de la máxima expresión de la violencia convertida en estética, belleza y arte.
Carme Gomila Domínguez es politóloga y estudiante del master de comunicación política y social de la Universitat Ramon Llull (Blanquerna) (@carmegomila)
Publicado en Beerderberg
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