ALEJANDRO HERNÁNDEZ VARGAS
Hoy más de la mitad de la población global vive en entornos urbanos. Las ciudades son unidades complejas de analizar, en ellas se encuentran inmersos una serie de componentes que las hacen fascinantes. En las ciudades coinciden actores que le dan vida a nuestra creación más acabada del hombre moderno; en ella se encuentran actores y portadores de intereses, redes, relaciones, escalas, territorio y dinámicas por lo que estudiarla requiere de una aproximación sistémica.
El estudio de la ciudad como podría pensarse no es una disciplina vinculada solamente a la arquitectura y al urbanismo, es una disciplina que puede ser abordada por distintas disciplinas que a simple vista podrían parecer contradictorias. Las ciudades poseen componentes que pueden ser analizados desde el derecho, la economía, la sociología, la ciencia política, la antropología, la geografía… y súmele usted.
Por lo general, la literatura sobre la ciudad tiende a ser altamente especializada, por lo que en esta entrada me permito recomendar un libro de divulgación urbana vista desde el crisol de la economía. El reconocido economista Edward Glaeser, de la Universidad de Harvard, hace un recorrido global sobre las ciudades en su libro El triunfo de las ciudades en donde apela a que los entornos urbanos nos hacen más ricos, más inteligentes, más ecológicos, más sanos y más felices. El recorrido por estas densas aglomeraciones aporta conocimiento asequible para los lectores no especializados sobre el tema y puede ser una puerta para aproximarnos al fenómeno urbano.
Desde Bombay a Tokio, pasando por Dallas y París, las ciudades poseen sus respectivas particularidades. Este connotado economista hace un recorrido con una lectura fácil y recursos que permiten de manera gráfica entender los problemas que suceden alrededor de estas urbes. Las ciudades, tal y como argumenta Glaeser, son un polo de atracción para los más desfavorecidos con una perspectiva de mejorar su suerte. Entre quienes tienen la posibilidad de elegir entre ciudad y campo para mejorar su situación económica, la inmensa mayoría encuentran en las ciudades el mecanismo más adecuado para la movilidad social.
¿Qué atrae a los pobres a las ciudades? El trabajo; la gente tiende a volverse más productiva cuando existen mercados de competencia en donde se encuentran personas que proveen mano de obra cualificada. Por otro lado, tal y como argumenta el autor, se ha demostrado que el contacto continuo con otras personas cara a cara produce mayor cohesión social, que se traduce en mayor confianza, generosidad y cooperación, por encima de las relaciones a partir de plataformas tecnológicas.
Las ciudades pasan por periodos de transición, tienden a tener un alto crecimiento y posteriormente a decaer. Uno de los grandes retos de las urbes es la reinvención. En El triunfo de las ciudades hay un capítulo dedicado completamente a esta cuestión titulado “¿Por qué decaen las ciudades?” En éste se explica la creación del “cinturón de óxido”, que hace referencia al cinturón industrial en el Medio Este de Estados Unidos, una extensión territorial que va desde la costa atlántica a Wisconsin. Ciudades vinculadas a actividades productivas de manufactura e industria pesada. En los años cincuenta era conocido por ser el epicentro de la mano de obra norteamericana, por lo que la apertura de los mercados, el libre comercio y la globalización determinaron el declive de estas ciudades.
La explicación propuesta en el libro hace énfasis en la incapacidad de desprenderse por completo de una economía basada en el modelo industrial. Por lo que una reinvención exitosa de estas ciudades podría haber sido tan completa que podríamos olvidar que en otro tiempo y en otro siglo fueron potencias industriales. Tan sólo de 1950 a 2008, Detroit perdió más de un millón de habitantes, que representó más del 58 por ciento de su población. Y pese al declive de distintas ciudades hay otras que resurgen de manera extraordinaria: hoy es imposible argumentar que Nueva York no es un polo de atracción global. No obstante, su resurgimiento se debió a muchas variables, sería imposible adjudicar a un solo fenómeno el éxito de la reinvención neoyorquina desde los setenta. Las explicaciones pueden ser tan variadas que ninguna de ellas puede ser descartada e incluso podría haber sido un cruce de todas ellas. Unos argumentan que se debe a la exposición masiva y a una cruzada para convertirse en una de las capitales globales del arte, encabezada por Andy Warhol. Otro caso podría ser el político, en donde actores como Giuliani se adjudican el mérito del renacimiento de la ciudad. Otra explicación tiende a ser su ubicación geográfica y todas estas explicaciones gozan de parte de verdad.
Hoy las ciudades son unidades de análisis que requieren de ciudadanos cada vez más informados. Las ciudades también poseen vicios y pese a eso la misma ciudad tiene la capacidad de recomponer y eliminar los fantasmas que la acechan. Quienes habitamos en países en vías de desarrollo podemos encontrar en este libro una explicación a los problemas que nos agobian, tales como la segregación, la mala calidad del aire, la desigualdad, la corrupción y la falta de instituciones públicas que nos aseguren un piso mínimo de bienestar que permita crear ciudades más igualitarias e incluyentes.
Las ciudades latinoamericanas han apostado por el diseño de infraestructura en torno al automóvil, bajo la premisa de la ortodoxia urbana que reza que, a mayor inversión en vías públicas, menor será el trafico. No hay nada tan falso como lo es esa afirmación. Las ciudades tienen como premisa acercar a las personas, por lo que aventurarse por el automóvil termina por crear condiciones totalmente opuestas. La congestión vial o convierte a los desplazamientos al interior de las ciudades en algo lento y tortuoso. Sin embargo, en nuestros países vemos al automóvil como símbolo de estatus social, por lo que el parque vehicular crece de manera descomunal. Cada nueva autopista, carretera o vía rápida no hace sino ser un centro de atracción para un mayor número de automóviles.
A lo largo de este libro encontraremos argumentos con los que podremos estar o no de acuerdo, pero de lo que sí estaremos seguros es de que Glaeser nos aventura a pensar de manera más profunda los temas que suceden en torno a las ciudades y su enorme potencial. Este libro es una oda a las ciudades, una oportunidad para comprender el papel de las ciudades en la era de la globalización. Un elogio a la civilización occidental.
Las ciudades son en suma el escenario por antonomasia para la solución de nuestros problemas más próximos y complejos. Este libro representa la oportunidad para acercarnos al fenómeno urbano desde la economía. La publicación de este texto es también la invitación de Glaeser a involucrarnos a los entramados de nuestros entornos, a nuestras escalas cotidianas y a nuestra expresión cívica en las ciudades. Este libro puede ser el primero de muchos capítulos en la vida de quienes defendemos el derecho a la ciudad, el hábitat, la movilidad sustentable, la cohesión social, el desarrollo local y la participación política. Y a una ciudadanía activa, atractiva, responsable con su medio ambiente y con sus coterráneos.
Tal y como escribió Neruda:
El hombre
separará la luz de las tinieblas
y así
como venció su orgullo vano
e implantó su sistema
para que se elevara el edificio,
seguirá construyendo
la rosa colectiva,
reunirá en la tierra
el material huraño de la dicha
y con razón y acero
irá creciendo
el edificio de todos los hombres.
Alejandro Hernández Vargas es politólogo por la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México. Maestrante en Ciudad y Espacio Público Sustentable, especializado en políticas públicas para la ciudad. Interesado en la planeación urbana, la desigualdad, la gobernanza urbana y la comunicación política.
Publicado en Beerderberg
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