Queridas uruguayas y queridos uruguayos, ciudadanos de este país: ustedes, nosotros, que estamos en este momento cumpliendo con la base, con el cimiento, con el sustento, del legado artiguista, cuando dijo: «Mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana», seguramente ustedes comprenderán el cúmulo de emociones, sensaciones, vivencias, que estamos viviendo en estos días y en este instante. Y quisiera, muy brevemente, hacer referencia al momento y al tiempo.
El momento, en la vida de las personas, cualesquiera de nosotros, tenemos circunstancias, situaciones, que nos pegan y nos golpean fuertemente en nuestro pensamiento y en nuestro corazón. En la razón y en la intuición.
Y esos momentos, que quedan indeleblemente grabados en nuestras mentes y en nuestros corazones, tienen, sin duda, algún momento muy especial y muy particular. Siendo todos importantes, hay momentos que son especialmente mágicos y particulares.
Y ese momento se puede destacar, como lo decía con su pluma excepcional Jorge Amado en el Romancero a Castro Alves, cuando en el prólogo quien iba a relatar la vida de Castro Alves en aquel Brasil de algunos siglos atrás, le decía, sentado en los muelles de Bahía, en una tardecita, mirando el cielo, le decía: «Â¿Ves, compañera, ves aquella estrella en el cielo que brilla más que cualquier otra en este momento?», o cuando apreciamos en la noche de nuestros campos, o a los bordes de los montes ribereños de nuestros ríos y arroyos, cuando cae la noche el canto de los grillos, infinidad de ellos. Pero hay uno, quizás porque es el que está más cerca de nosotros, o quizás por otras cosas que no sabemos apreciar adecuadamente, uno que sobresale demás en su canto sobre los otros grillos.
Para mí, uruguayos y uruguayas, este momento es el momento muy especial de todos los que hemos vivido hasta este momento. Para mí es un momento mágico, y es un momento donde muchas cosas nos vienen a la cabeza, pero quizás no es con muchas palabras que podamos expresarlo.
Lo del momento, para expresarlo, yo quiero entregarle al pueblo uruguayo, a mis conciudadanos, la tranquilidad de conciencia con la que dejo este cargo. Lo dejo profundamente emocionado por las muestras de afecto, de cariño, de respaldo, de todo el pueblo uruguayo.
Y quiero recordar cuando aquel 1º de marzo de 2005, en las escalinatas del Palacio Legislativo, les pedía «Por favor, no nos dejen solos». Y nunca nos dejaron solos.
Gracias, pueblo uruguayo.
Quiero decir, también en este momento que, más que siempre, nos sentimos apenas enanos subidos a los hombros de quienes nos precedieron. De aquellos gigantes que soñaron con un Uruguay mejor, más próspero, más justo, más humano. Por ese Uruguay que hemos trabajado tantos y tantos uruguayos, en tantos años de vida de este país. Este es, para mí, un momento mágico.
Y hay tiempos, el tiempo que pasa cíclicamente, hora a hora, día a día, semana a semana, año a año. Y que sigue su curso.
Pero hay otro tiempo, el tiempo de la vivencia y de los cambios, el tiempo de generar cosas nuevas. Y ustedes, uruguayas y uruguayos, en este proceso político histórico, han generado cosas nuevas. Y como dice el Eclesiastés, uno de esos libros de la sabiduría: «hay en la vida un tiempo para todo». Y para mí, este tiempo, este momento, es un tiempo de reconocimiento, de agradecimiento. Y en algunos minutos, quisiera expresarme en ese sentido.
Mi agradecimiento a mi familia, que me ha acompañado y respaldado permanentemente en estos cinco años. Mi reconocimiento a los amigos y a los compañeros, miles y miles y cientos de miles, amigos y compañeros en todo el territorio nacional. Especialmente, si ustedes me permiten, quisiera personificar ese reconocimiento y agradecimiento particularmente en aquellos compañeros que nos siguieron, que nos acompañaron en el Poder Ejecutivo. Ministros, Subsecretarios, Directores, Director de la OPP, Subdirector de OPP, Presidente de Comisiones, Presidentes y Directivos de Entes Autónomos y Servicios Descentralizados. A todos ellos, mi reconocimiento porque, sin ellos y tantos otros, no hubiera sido posible cambiar al Uruguay en estos tiempos de cambios.
Mi reconocimiento y agradecimiento a los señores Legisladores, de todos los partidos políticos, que aportaron positivamente. A aquellos que aportaron positivamente, llevando su grano de arena para que los uruguayos pudieran vivir mejor. Y hubo legisladores de todas las fuerzas políticas que así actuaron.
Mi reconocimiento y agradecimiento a los señores Intendentes de todo el país. Del Partido Nacional del Partido Colorado, del Frente Amplio, que junto con ellos pudimos lograr que los uruguayos de todo el territorio nacional vivieran mejor.
Mi agradecimiento a todos y cada uno de ustedes, uruguayas y uruguayos, que en la medida de sus posibilidades y en el marco de sus responsabilidades, acá y en el Uruguay peregrino, pusieron todo de ustedes para que el Uruguay fuera un mejor país en estos días.
Mi reconocimiento y agradecimiento a ciudadanos de otros países, que también colaboraron, ayudaron, para lograr una mejor calidad de vida para todos los uruguayos.
Es muy difícil expresar en palabras, en este momento tan emotivo para mí, todo lo que siento. Las emociones nublan mi pensamiento, empañan mis ojos, y me quitan la palabra. Pero lo único que les puedo decir, uruguayas y uruguayos: gracias, de verdad, de corazón. Muchas gracias.
Y si ustedes me permiten, expresar mi más profunda confianza, la seguridad que el Gobierno que nos va a suceder con el compañero José Mujica como Presidente de todos los uruguayos, también va a responder como los uruguayos quieren, como los uruguayos necesitan, como los uruguayos se merecen; un mejor país para todos nosotros.
Y si ustedes me permiten, simplemente, para terminar como antes, como lo hiciéramos al finalizar tanto de nuestros discursos, pero ahora lo digo como Presidente de todos los uruguayos, en nombre de todos los uruguayos, pesando en un Uruguay mejor, soñando con un Uruguay mejor para todos nosotros, para nuestros hijos, recordando a quienes nos precedieron, y para que no se entienda mal, en nombre de todos los uruguayos, les ruego, les pido, me permitan despedirme, en nombre de todos los uruguayos: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!