Braavos. La importancia de estar fuera del Juego

SERGIO JIMÉNEZ

Quizá los seguidores de Juego de Tronos vivan Poniente y todas sus intrigas. Sin embargo, desde la aparición de Syrio Forell, el “profesor de baile” de Arya Stark, el nombre de Braavos ha generado mayor fascinación entre gran parte del fandom que los Siete Reinos. Este carisma no ha hecho más que crecer a cada pequeño descubrimiento de la Ciudad Libre: los Hombres Sin Rostro, que luego conoceríamos en persona con Haaqen J’haqar, el Banco de Hierro, la casa del Blanco y del Negro, sede de los anteriores. Puede que Poniente sea emocionante, pero es muy difícil que mole más que Braavos. ¿Pero, por qué Braavos? ¿Qué es lo que hace que cada vez que veíamos al Coloso en los créditos nos emocionara y que, sin embargo, cuando vemos la Arpía de Mereen nos diera pereza? Pues en gran parte esa posición que tiene la ciudad de los Canales (y no es el único parecido con Venecia) de estar por encima del bien y del mal. Braavos es importante porque va por libre, pero es que no podría ser así si no fuera tan especial.

Pese a que en el inicio de Juego de Tronos (y de los libros) Braavos no ha sido especialmente importante, su relevancia ha ido creciendo tanto en la construcción dramática de la serie, como en los arcos argumentales, que es donde nos vamos a centrar. Braavos es una ciudad que no pertenece a Poniente. Esto es fundamental, dado que tiene un papel básico: es, posiblemente, junto a los Caminantes Blancos, lo único que rompe la entropía de los Siete Reinos. Dicho de otro modo, posiblemente, si no fuera por Braavos, la guerra entre las distintas casas por el Trono de Hierro sería una cuestión demográfica: aquella que tuviera más población tendría mayores posibilidades de ganar la guerra. Sin embargo, sin esa opción nuclear que son los dragones, lo que puede desequilibrar la guerra más allá de esos criterios “naturales”, es la suma entre las espadas de pago y quien puede proveer medios para hacerse con ellas. En ese sentido, lamentablemente, Braavos ha tenido, al menos en la serie, un papel discreto. Hasta la fecha, sabemos que el Banco de Hierro ha financiado a la corona de Robert y Geoffrey, que apostó por Stannis Baratheon dándole una segunda (y breve) vida tras la batalla de Aguas Negras y, finalmente, a una Cersei que ha saneado sus cuentas.

Esta independencia es la base, como ocurre en el mundo real, de su libertad frente a Poniente. Ejemplos, como Costa Rica o Suiza (por poner dos casos fáciles), sobreviven fuera de guerras e invasiones (la primera incluso, sin ejército) manteniendo una imparcialidad en diferentes escenarios. Su posición de estar fuera del juego depende de no tomar parte por sólo una de las partes implicadas. Ser útil para todos es la mejor manera de evitar ser un botín demasiado jugoso para uno solo de los actores.

Como decía, Braavos se ha especializado en tener un recurso necesario para la guerra y mantenerse fuera de ella: el oro. Esto hace que todo aquel que tema necesitar oro en un futuro (lo que es muy probable en tiempos de guerra) querrá tenerlo contento. Esto condiciona enormemente el margen de decisión de los contendientes por el Trono de Hierro, al menos en términos económicos. Como bien podemos ver en la última temporada hasta la fecha, Cersei Lannister no aprovecha el dinero del saqueo de Altojardín para pagar más mercenarios, sino que lo liquida sus deudas para obtener más crédito. A fin de cuentas, el Banco de Hierro ha ejercido un papel básico para mantener viva a la Lannister en un mundo donde el otro bando tiene dos dragones. Esto realiza dos acciones importantes, aunque poco evidentes, para la economía de Poniente. Por un lado, ha perpetuado la guerra, lo que es evidentemente bueno para su negocio. Cuanta más guerra hay, más crédito se necesita y esto es bueno para el propio banco. En segundo lugar, y no es algo a obviar, su política ha reducido los riesgos de inflación en los Siete Reinos. Ya sé que parece una cuestión accesoria en el panorama actual: incluso sin muertos vivientes acechando, la vida de un campesino multi saqueado cada seis meses no está marcada por la preocupación por el valor de la moneda. Sin embargo, un tema poco tratado (si es que queda alguno así en Juego de Tronos) es la crisis inflacionaria que genera la monarquía de Robert Baratheon, que básicamente ha dejado al trono al límite de la quiebra, lo que facilitó en gran medida las rebeliones de la guerra de los Cinco Reyes. Es decir, el Banco de Hierro, ha sido un remedo fantástico del FMI y Cersei Lannister no ha tomado una política económica no muy distinta a la de Tsypras, supongo que por supervivencia.

Sin embargo, esto no es todo. Los Braavosis tienen además a los mejores asesinos a sueldo del mundo. En verdad, el mercado de asesinos a sueldo no parece tener una mecánica muy diferente a la del mercado crediticio: independencia, venta al mejor postor y sostenibilidad del mercado parecen ser los principios de la Casa de Negro y Blanco. De hecho, un tema muy interesante, es que cuando hemos tenido un hombre sin rostro que tomara partido (en este caso, una mujer), como es Arya, esto podría suponer el desequilibrio de Poniente. Si en aquella posada Pastel Caliente no hubiera dicho a Arya que Jon Snow estaba vivo, la guerra en los Siete Reinos estaría más que acabada… Puede que no tengan parte en la guerra, pero tienen principios… y esos son no meterse en otros conflictos.

Una última cosa es que la neutralidad no significa una falta de valores o principios, que es, quizá, una de las cuestiones que aún nos plantea la serie. Braavos es una ciudad fundada por antiguos esclavos y, por lo tanto, siente un desprecio hacia la trata de esclavos y las ciudades esclavistas. Cuando Cersei cuenta con el apoyo del Banco de Hierro para contratar a la Compañía Dorada, puede que olvide no sólo la relación de los mercenarios con los Targaryen, sino, además, los servicios que hacen a las ciudades esclavistas. Posiblemente ahí sea el momento en que Braavos muestre que hay una diferencia entre ser neutral, ser egoísta y no tener valores… pero para esto tendremos que esperar o dos novelas o hasta 2019.

Sergio Jiménez es doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid. Editor de Poder y Series (@craselrau)

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