GUILLEM PURSALS
Desde la guerra civil de Siria, y la lucha contra el Estado Islámico, las redes sociales se han convertido en un campo de batalla más. Ya no solamente a nivel propagandístico, o para elevar la moral, sino también como una manera de dar tu punto de vista al respecto. Y cuando hago referencia a ello no me refiero a charlas, simposios o ponencias, sino que podemos seguir el día a día de ciertos frentes de combate gracias a las cuentas de TikTok, Twitter, Instagram, Facebook o Reddit de los soldados, oficiales, políticos o incluso el presidente ucraniano.
Los discursos del presidente Zelenski a través de las plataformas digitales, incluso vídeos a pie de calle sujetando el teléfono él mismo. De la misma forma que sus ministros hacían lo mismo, o directamente se hacían fotos en las barricadas. Han revolucionado la manera de entender un conflicto, como también la manera de poder seguirlo constantemente. Y no solamente a nivel político, es que, si analizamos los perfiles en redes de diferentes diputados de la Rada Suprema, el parlamento ucraniano, se han convertido en ídolos colgando selfis con el subfusil, al mostrar como entrenan, algunos como disparan desde su posición, entre otras cosas.
Muchas de las imágenes de corren, si apartamos los bulos, son de gente que, con su teléfono, en el balcón o en el comedor de casa, graba y sube como bombardean, avanzan, retroceden, se reúnen o celebran cosas. Fuente de información directa. Por ejemplo, en la conquista de Khersen, teníamos vídeos de como los vehículos rusos formaban en la plaza, y la gente se manifestaba con banderas ucranianas gritando a los soldados. Y tenemos vídeos de la manifestación desde dentro, como también de los vecinos en los balcones. Esta guerra está revolucionando la manera de seguir un conflicto.
Pero volviendo al presidente Zelenski, quizás es por su pasado como actor, es una persona que rápidamente ha conseguido centrar en él el foco de la guerra. Sus gestos, sus reacciones, como también la manera de comunicar han incidido mucho en como percibimos la guerra, y las diferencias entre el gobierno ruso, el gobierno bielorruso y el gobierno ucraniano. En el caso de las reuniones del gobierno ruso hay una interacción entre Putin y los demás miembros de la reunión, en la conocida ya mesa larga. En el caso del gobierno bielorruso, Lukashenko habla e incluso sermonea a los asistentes, mientras estos le replican afirmando lo que dice. Y en el caso de Zelenski, las fotos y videos que cuelga son vestido informal, con la tropa, con los ministros, de tu a tu, etc. Lo hace tener una imagen de proximidad, cercanía. Incluso la espontaneidad parece no estar planificada. Igual que sus expresiones informales lo hacen más próximo.
De la misma manera diferentes alcaldes se han grabado en su día a día. El caso más conocido el alcalde de Kyiv, Vitali Klitschko. En su caso pasa lo mismo que con Zelenski, ya era una persona conocida en el país, pues era el mejor boxeador de peso pesado, de cuarenta y siete combates, ganó cuarenta y cinco. Como alcalde de la capital, supuesto principal objetivo de las tropas rusas ha liderado en redes toda una campaña de mostrar como se prepara él mismo para el combate, y así demostrar a los conciudadanos que no ha huido, ni se esconde. Es importante entender esto en el caso ucraniano. Existe una desconfianza hacia las instituciones políticas ucranianas desde el Maidan de 2014-2015, que, aunque la guerra ha desplazado y ahora la confianza es de récord, es un hecho vigente en el país.
Ihor Terekhov, alcalde de Kharkov, ciudad asesiada por las tropas rusas, y fuertemente bombardeada, mantiene un perfil diferente. Igual que el de Natalia Balasynovych, alcaldesa de Vasylkiv. Su discurso no es el de luchar, es el de resistir. Es por ello por lo que en sus apariciones públicas siempre buscan calmar a sus convecinos, que la situación de bombardeos y combates les afecte lo menos posible, y demostrar cierta normalidad en el día a día. En el caso de Kharkov destaco que se trata de una ciudad ruso-parlante, de mayoría rusa, y una cuarta parte de sus habitantes está emparentada con rusos. Y aun así está siendo ferozmente atacada. Sus discursos y posicionamientos intentan mantener la moral elevada de sus conciudadanos, y que no caigan en un derrotismo y depresión. Recuerda Pyotr Popkov, alcalde de Leningrado durante el sitio de cuatro años durante la II Guerra Mundial, que intentaba que sus convecinos no acabaran hundidos moralmente, más allá del resultado de la batalla.
Pero no solamente tenemos en redes al presidente del país, diputados de la Rada Suprema y alcaldes. O los soldados, como citaba al principio. También tenemos una campaña continua para generar un mensaje a favor que es el uso de fotos con animales. La más celebre de todas, que incluso tiene una estatua, es un soldado entregando un gato a una niña en Simferópol, Crimea. Y no solamente allí, sino también en Belogorsk, también Crimea. El motivo de esta es una foto de Aleksandr Ryumin de un soldado ruso entregando un gato naranja en plena ocupación.
Pero la excentricidad no queda aquí. Si buscamos por las redes podemos encontrar fotos que incluso han llegado a ser publicadas en cuentas de políticos o gubernamentales, de soldados de batallones con gatitos. Y es indiferente cual sea el batallón. Desde el conocido batallón Azov compuesto por ultranacionalistas ucranianos, hasta batallones secesionistas de Donetsk o Luhansk, aparecen fotos de soldados con gatitos, perritos y demás mascotas. El motivo es sencillo, si pones en las redes una foto con un gatito, directamente puede convertirse en viral.
En el caso de vídeos que corren por las redes ucranianas, quizás el más destacado es el de una joven rusa que nos enseña paso a paso como conducir un vehículo blindado ruso. Un vídeo de 2021, que debido a que muchos ucranianos dicen encontrarse vehículos rusos atascados en el barro, ha vuelto a correr. O el de un grupo en un coche que al pasar al lado de un convoy le tiran un coctel molotov, el de unos milicianos cantando encima de un carro de combate dirigiéndose al frente. O uno de los más interesantes, los soldados ucranianos que recrearon el cuadro “Los cosacos zapórogos escriben una carta para el sultán” de Ilia Repin. Es la segunda vez que lo hacen, la primera fue en 2017. La historia cuenta que después de ganar la batalla, el sultán mandó un escrito solicitando que igualmente se rindieran, y los le cosacos mandaron una respuesta llena de insultos, calumnias y blasfemias.
En conclusión, la comunicación política es una herramienta más en la invasión rusa de Ucrania que los ucranianos saben utilizar bien. Más allá del resultado bélico, o de las propias negociaciones que hay ahora, y habrá después, los vídeos de Zelenski se estudiarán. Ha conseguido que, aun perdiendo la guerra, la habrá ganado por el apoyo popular que ha conseguido hacia él, el gobierno y la hostilidad despertada contra Rusia. Los millones de seguidores que tiene él en redes difunden su mensaje, y esto genera que sea seguido por más gente fuera, que dentro del país. Incluso una guerra convencional como la presente, con cientos de miles de refugiados que han escapado de ella, las redes sociales la convierten en algo carne de meme, llena de vídeos virales, e incluso, como algo distópico.
Guillem Pursals es Politólogo y Máster en Seguridad. Analista de Relaciones Internacionales y Conflictos (@GPursals )