RAFAEL MARROQUIM
Como ya había hecho en India, después de una ola de linchamientos en julio del año pasado, WhatsApp limitó el reenvío de mensajes hasta cinco grupos o destinatarios. El anuncio ocurre en la misma semana en que el Edelman Trust Barometer apuntó, en Davos, el aumento del 22% en el consumo y en el intercambio de noticias de los medios tradicionales con respecto a 2018. El informe también mostró que el 73% del público alegó tener miedo de la diseminación de noticias falsas como arma política.
En medio a la lluvia de fake news, antes y después de los períodos electorales, los usuarios, aún desconfiados, buscaron refugio en las fuentes más tradicionales de información. Bajo el riesgo de perder legitimidad, las redes sociales entendieron el recado, sea con el cambio en el algoritmo de Facebook hace pocos años, hasta la novedad global anunciada por el WhatsApp. Al parecer, los riesgos reales a la democracia golpearon a la puerta y encendieron el debate sobre la individualidad y el acceso a la información en una era donde la nueva economía de datos prevalece.
Aunque sea oportuna, la contraofensiva atestigua que el desarrollo tecnológico no ha sido capaz de reducir asimetrías en los campos de la política y la ética. Por el contrario, el equilibrio entre el avance digital y el extremismo de opiniones probó que supo ganar terreno, con impacto directo en el curso electoral de grandes democracias del globo.
El antiguo foso entre representantes y representados políticos sigue falsamente acortado por declaraciones polémicas, ahora potenciadas por el uso ostensible de tweets, transmisiones en vivo o posts cada vez más vistos o compartidos en red. Independiente de los medios, si modernos o tradicionales, la búsqueda del recuento permanente de los hechos enciende la luz al final de un túnel apto para la propagación de ecos. Se queda por saber si habrá espacio para el debate público seguir adelante, o si la democracia, como el ejemplo de varios países ya ha demostrado, va a pedir parada.
Rafael Marroquim es Periodista y consultor en comunicación pública y política. Socio director en Rima – consultoría de estrategia y contenido para gobiernos y empresas. Máster en comunicación por la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Guionista de tv series en Brasil, ha laborado en varias campañas electorales.