JORDI SARRIÓN I CARBONELL
Hace 9 años salía en Dinamarca la serie Borgen. Unos años más tarde, con el boom de las series, esta ficción política danesa llegaría a muchos de nuestros hogares en Iberoamérica. Recientemente, también ha llegado a muchos nuevos frikis #compol, que la han descubierto gracias a su incorporación en el catálogo de Netflix.
La producción danesa trata la historia de Birgitte Nyborg, una política danesa interpretada por Sidse Babett Knudsen. Nyborg, sin apellidos compuestos ni padrinos en política, consigue, con su espontaneidad y su cercanía, el hito de convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra en Dinamarca, de la mano de su partido, los Nuevos Demócratas.
En la nueva temporada, el conflicto territorial e identitario entre daneses y groenlandeses y los intereses estratégicos en la región de grandes potencias como China, Rusia o los Estados Unidos son el hilo conductor. La incorporación de las agendas ecologista y feminista en los gobiernos europeos y las limitaciones de su praxis ponen la guinda a una nueva temporada vibrante.
Una Nyborg convertida en la nueva ministra de Exteriores de Dinamarca tiene que hacer frente a una cascada de crisis en su partido y en su gobierno de coalición que la hacen cuestionarse cuáles son los límites de la política y del poder. Decía Maquiavelo que para ser un buen príncipe es mejor ser temido que amado, pero a Nyborg la apoyan porque la aman. ¿Será capaz de resistir las tentaciones autoritarias? Están en juego el reino, el poder y la gloria.
Birgitte Nyborg y los spin doctors
Para muchos de nosotros, Borgen fue la primera ficción en que descubrimos el trabajo de los spin doctors, esos profesionales capaces de “cambiar de sentido” (to spin) y dar la vuelta a la tortilla política para favorecer los intereses del político o el partido que los contrata. Convertidos en auténticos gurús, como explica Toni Aira, de la política-espectáculo del presente, han ido ocupando un rol creciente en nuestras sociedades. Más allá de la estigmatización a que son sometidos, se han convertido en figuras con un protagonismo creciente, capaces de construir la imagen de un político y proyectarlo como alguien solvente y capaz de gobernar.
En la serie se muestra una dicotomía muy interesante con respecto a los spin doctors. Y es que, si bien en culturas políticas anglosajonas como la británica, la estadounidense o la canadiense hace tiempo que los spin doctors son populares y ocupan un puesto de responsabilidad privilegiado (a veces, incluso con acceso directo a los despachos de los primeros ministros), en los sistemas parlamentarios este fenómeno es de surgimiento mucho más reciente. Por ello, no resulta extraño que, ya sea en el parlamento danés (Borgen) o en el Congreso de los Diputados algunos todavía miren incrédulos la llegada de figuras como la de Iván Redondo o la de Miguel Ángel Rodríguez.
De los funcionarios públicos a Michael Laugesen
Siempre se habla de los países nórdicos como utopías democráticas. Sin ánimo de contribuir a engrandecer o empequeñecer este mito, lo cierto es que sus sistemas democráticos cuentan con importantes contrapesos al poder, como por ejemplo sus poderosos medios de comunicación públicos. En la serie se observa el papel de los funcionarios públicos, que actúan como brazo ejecutor de las decisiones del político, prácticamente como asistentes de este. En uno de los momentos de Reino, poder y gloria, los funcionarios debaten entre ellos si su papel consiste en ceñirse a ejecutar lo que diga el político o cuestionar sus decisiones si las cree erróneas o perjudiciales para el país.
A medida que avanza la serie, algunos de los funcionarios más cercanos de Nyborg le insisten que debe buscarse a un spin doctor, pues estaba haciendo recaer sobre funcionarios el peso de algunas de sus decisiones. Es en Michael Laugesen, ex político reaccionario que había intentado acabar con su carrera años atrás, en quien Nyborg confía para que se convierta en su spin doctor. Como ella misma afirma, él es la figura indicada para hacerle ver más allá, para pensar como ella nunca pensaría y para ayudarle a no ser predecible y saber cuándo y cómo concentrar el foco mediático. A pesar de que ni sus hijos ni sus funcionarios entienden la decisión, Laugesen se acaba convirtiendo en la mano derecha de Nyborg. Es realmente paradigmático, porque él propone soluciones a los problemas de la ministra de Exteriores y es ella quien finalmente acaba decidiendo.
El eterno dilema
En todo caso, cada vez parece, en términos gramscianos, de un mayor sentido común la consolidación de los spin doctors en todo el mundo. En una sociedad acelerada, hiperconectada 24/7 y donde la comunicación ha dejado de ser unidireccional (de arriba hacia abajo) para convertirse en multidireccional, Nyborg intenta resistirse a optimizar sus redes sociales o a emplear a profesionales que le ayuden a gestionar sus canales de comunicación. El intelectual Marshall McLuhan decía que la tecnología se convertía en el propio mensaje, y obviar que las redes sociales tienen un rol protagónico a la hora de configurar cómo hablamos y como pensamos quizás sea asumir la derrota de antemano. Al fin y al cabo, como dijo el estratega de la guerra Sun Tzu, “conoce al adversario y, sobre todo, conócete a ti mismo, y serás invencible”. Vienen tiempos de política de precisión quirúrgica y los spin doctors serán cruciales.
Jordi Sarrión i Carbonell es periodista, politólogo y máster @compolin de la UPF. Fundador y director de la revista Mirall País Valencià, colabora en medios como Contexto y Acción, Chilevisión o À Punt (@srcarbonell)