ANDRÉS OUBIÑA
Fue la politóloga alemana Noelle-Neumann quien propuso la teoría de la espiral del silencio, teoría que defiende que los individuos cuyas opiniones son minoritarias o pueden ir en contra del pensamiento de la mayoría, prefieren no mostrar aquello que piensan en público a riesgo de ser aislados socialmente, es decir, una suerte de control social, o eso que hoy en día está tan de moda, la dictadura de lo políticamente correcto.
El por qué he decidido llamar a este pequeño artículo así se debe a lo que, en mi humilde opinión, ha sucedido recientemente en las elecciones autonómicas de Andalucía, en las que el partido político Vox ha sido la gran sorpresa, y no solo por haber sido capaz de entrar en el Parlamento andaluz, sino por haber sido capaz de cosechar unos resultados inesperados, puesto que, ha pasado de no tener representación, a tener 12 escaños y a poder incluso llegar a ser clave a la hora de conformar un nuevo gobierno de derechas que, de darse, podría llegar a terminar con la hegemonía del PSOE en Andalucía.
Algunos analistas están comparando la irrupción de Vox en estas elecciones con la de Podemos en las elecciones europeas de 2014, pero a todas luces, la forma en que ambos partidos han sido capaces de obtener unos resultados tan sorpresivos es el resultado de causas bien distintas.
En el caso de Podemos se debió a una estrategia planificada con antelación que se fue cocinando a fuego lento con la aparición de su líder en distintos medios de comunicación, y de esta manera, ser capaces de ir introduciendo su mensaje paulatinamente y dando visibilidad a Pablo Iglesias.
El caso de Vox es bien distinto, ya que en ningún momento este partido ha aparecido en grandes medios de comunicación, ni ha tenido la oportunidad de difundir su mensaje a grandes audiencias. Es verdad que algunos líderes o miembros de Vox han aparecido en algunos medios de comunicación, pero han sido, o bien medios de comunicación minoritarios, o en televisiones autonómicas, como puede ser la catalana.
Así pues, ¿de qué manera se puede explicar el éxito de Vox en las elecciones autonómicas en Andalucía?
La explicación que se ha esgrimido de forma un tanto gratuita y sin ningún tipo de explicación es en parte que, en España hay un número elevado de personas de extrema derecha y, por ende, este electorado vota a un partido de extrema derecha. Pero, si nos fijamos en los resultados de las distintas formaciones en las elecciones andaluzas veremos que, el Partido Popular ha bajado 6 puntos con respecto a las últimas elecciones, y que Ciudadanos ha mejorado sus resultados, mientras que Vox ha subido más de 10 puntos, así que suponiendo que los 6 puntos que ha perdido el PP han ido a parar a Vox y que Ciudadanos ha aumentado sus votos ¿de dónde vienen los 4 puntos restantes? Aunque es muy precipitado afirmar que eses 4 puntos vienen de la izquierda, no sería descabellado pensar que una parte del electorado que en otras ocasiones había votado a partidos de izquierda, ahora ha decidido votar a Vox.
Pero la pregunta sigue en el aire, ¿a qué se debe el éxito de Vox? Pues, aunque muchos lo nieguen o no lo quieran ver, a que hay una parte del electorado que hasta ahora no contaba con un partido político que se atreviera a cruzar la línea de lo que muchos consideran lo políticamente correcto, y decir en voz alta aquello que muchos no se atrevían a decir por miedo a ser señalados o tachados de una suerte de adjetivos que no vamos a reproducir en este artículo.
En tanto que un partido político agarra la bandera que ningún otro partido de derechas se había atrevido a sostener por ‘miedo al que dirán’, se ha producido un fenómeno que, aunque pueda resultar extraño en los días que corren, ha generado un movimiento por el que una parte del electorado ha decidido mostrar indiferencia ante el qué dirán y votar a un partido político que se atreve a decir sin complejos, que es de derechas y que va a defender valores tradicionales o conservadores que otros partidos habían dejado de lado.
Es decir, que ahora aquel individuo del que hablábamos al principio del artículo y que tenía miedo al aislamiento social, ve que hay más gente que piensa como él y por tanto ya no se siente ‘solo’.
Como vemos, la situación -llamémosla de partida- de Vox, es completamente distinta a la de Podemos. Es verdad que ambos son resultado de cierto anhelo social de cambio, pero mientras que en el caso de Podemos se debió a una estrategia bien definida y prolongada en el tiempo, en el caso de Vox se debe tanto a factores coyunturales muy específicos como puede ser la situación en Cataluña, como a un electorado que hasta ahora no había encontrado un partido político que dijera sin matices lo que una parte de la población llevaba un tiempo pensando.
Al parecer el silencio se ha terminado, y con las elecciones andaluzas el ruido no ha hecho más que comenzar.
Andrés Ouviña Queiro es Politólogo por la Universidad de Santiago de Compostela y Máster en Comunicación y Marketing Político (CESCOMPOL). (@Queiro_A)