Váyase, Señor González

¿Podemos esperar que con usted en el gobierno las cosas vayan de otra manera? ¿Que con usted en el gobierno las cosas mejoren? ¿Podemos esperar que usted rectifique? Yo creo que no. Que usted no va a rectificar, y no a rectificar porque no puede hacerlo. Usted no puede rectificar porque en el fondo no ve claro el camino, porque no sabe que habría que hacer. Y si lo sabe, no puede porque camina al ritmo que le marcan las presiones y los compromisos que necesita para gobernar. Usted no puede rectificar porque hacerlo equivaldría a enmendar su propia plana, a reconocer que debemos solucionar problemas que usted mismo ha creado consentido.

Usted no puede rectificar porque su principal preocupación consiste en salvar de un día para otro ese precario equilibrio en que se encuentra. Usted no puede rectificar porque ni siquiera después de oírle esta mañana considera que sea necesario hacerlo. Confía simplemente en que cambie el viento, que las circunstancias exteriores arreglen la situación, que se olviden los escándalos y que mejore su sueldo. Le importa muy poco el precio que los españoles hayamos de pagar. Usted no va a rectificar. Y seguiremos oyéndole llamar empleo al paro, recuperación al estancamiento e impulso al desánimo. Llamará gobierno sólido al inestable, gobierno eficaz al inoperante, ética a la vista gorda y esfuerzo a malgastar el dinero ajeno.

Usted no puede rectificar, de modo que mientras que siga en el gobierno no podemos esperar ninguna sinceridad, ningún cambio y ninguna solución. Usted señor González, no está a la altura de las necesidades de España, y usted no está en condiciones de seguir gobernando. Podrá usted parchear situaciones para salir del paso, pero no puede gobernar, no está en condiciones de abordar con rigor ni un solo problema. Usted no puede seguir en el gobierno. Usted que ha sido el causante del daño, no puede ser quien lo corrija, asuma la responsabilidad que le corresponde y váyase, y no alegue más escusas. No diga que está esperando a que los jueces confirmen los hechos. El verbo dimitir, señor González, se conjuga con responsabilidades políticas y no, con sentencias judiciales.

España necesita un impulso y usted se ha convertido en una demora. No le pido que disuelva las cortes, yo no soy partidario, aunque pudiera convenirme, de someter, en estos momentos, al país a unas elecciones generales, no estamos hablando de mis intereses sino de lo que mejor conviene a España. Por lo tanto, no le pediré que disuelva las cortes. Su partido, su partido ganó las elecciones legítimamente y yo no voy ni a discutir ni a entorpecer esa legitimidad.

En mi opinión, se lo digo honestamente, en un momento en que está en juego la dignidad de la vida publica española, el prestigio de nuestras instituciones políticas, la credibilidad de la democracia, la moral pública y el credo internacional de España, debería usted aparecer como el primer interesado por evitar que se produzcan mayores deterioros en la imagen del gobierno. Debería ser usted quien de ejemplo de entrega a los intereses de la nación, al prestigio de la democracia y a la dignidad de las instituciones.

En las actuales circunstancias, no le queda más que una salida honorable: presentar su renuncia al rey y aconsejarle respecto a que miembro de su partido reúne las mejores condiciones para sustituirle. Váyase señor González. No le queda ninguna otra salida honorable, resuelva sus problemas con su partido, busque el sustituto que le parezca más oportuno y prepare el tramite de investidura. Pero hágalo ya, porque además de necesario, es urgente. Mientras que usted continúe en el gobierno no se resolverán los escándalos de corrupción, el prestigio de nuestro país no se va a recuperar, la estabilidad democrática será más precaria y la confianza de los ciudadanos más reducida. Y lo que es normal, saludable y deseable en una democracia debería ser también normal, saludable y deseable para usted. Y no le niegue a España su oportunidad, señor González.

España necesita un gran proyecto nacional que le devuelva confianza en sí misma, que aúne voluntades de los ciudadanos, que la fortalezca y que la permita proyectarse al exterior en busca de nuevas metas. Y usted ya no esta en condiciones de ofrecérsela.

España necesita un acuerdo nacional que sea reflejo del espíritu y de la letra de la constitución, que respete pluralidad nacional pero que garantice la solidaridad, la cohesión y la eficacia que nuestro estado nacional debe representar. Y usted ya no está en condiciones de ofrecérselo.

España necesita una fuerte recuperación ética asentada en la responsabilidad, en el sentido del deber, en el cumplimiento de la palabra dada y en el compromiso con nuestra nación. Y usted no está ya en condiciones de ofrecérselo.

España necesita regenerar su democracia, que las instituciones funcionen mejor y ganen credibilidad, que la transparencia y la responsabilidad sean la norma, que los gobernantes den ejemplo de austeridad y que la justicia funcione. Y usted no está ya en condiciones de ofrecérselo.

España necesita restaurar su economía y ponerse a trabajar, recuperar su sector industrial, establecer un marco favorable al inversor, alentar a empresarios y a trabajadores, fortalecer la seguridad jurídica como corresponde a un país serio, controlar el gasto y producir mejor. Y usted no está ya en condiciones de ofrecérselo.

España requiere una gran política nacional. Una política que ahuyente al desanimo y movilice todas sus energías que le permita recuperar el entusiasmo con un proyecto sugestivo de vida en común, que le sirva de acicate para defender su historia, su lengua, su cultura, su originalidad.

España quiere una oportunidad para renovar sus energías para luchar por ser protagonista en España y en el mundo. Y usted no está ya en condiciones de ofrecérselo. Ustedes señores de la mayoría no están en condiciones de hacerlo, al menos espero que tengan el decoro de cambiar a las personas, gracias señor presidente.

Enviado por Marina Ezquerra