Turismo Político en Roma

SERGIO PÉREZ DIÁÑEZ

Roma es una de las ciudades más bellas del mundo. Su patrimonio histórico y su proyección en la cultura popular son inigualables, lo que ha contribuido a que sea uno de los destinos preferidos a la hora de hacer turismo. Toda persona que ha tenido la oportunidad de visitar Roma coincide en que cada paso andado es especial, permitiéndote revivir la historia o las emociones que nos han provocado autores y cineastas a lo largo de nuestra vida.

Además, la ciudad está repleta de lugares que reflejan su evolución política a lo largo de los siglos, pudiendo contemplar desde los restos del Imperio Romano hasta la más viva sede del parlamentarismo actual. Se trata de escenarios de una Roma más o menos democrática, pero siempre majestuosa e imponente.

A los románticos de la etapa del Imperio no podemos sino recomendarles una visita al Monte Palatino, donde según la mitología romana, estaba la cueva donde la loba Luperca amamantó a Rómulo y Remo, siendo el primero de ellos el fundador de la ciudad, cuyo nombre acuñó en memoria de su hermano. Dado el carácter simbólico y el prestigio social de las colinas del Palatino, repleto ahora de restos arqueológicos, el emperador Augusto convirtió el monte en la residencia oficial de los emperadores de Roma. La Casa Augusto, tras muchos años de restauración, es accesible hoy para los turistas, que podrán disfrutar de las pinturas de la Sala de las Máscaras y la Sala de los Pinos, muy frecuentadas por el que una vez fuera el hombre más poderoso del mundo.

A los pies del monte Palatino, los romanos comunes caminaban por el Foro Romano, uno de los lugares de imprescindible visita turística dada su belleza y su relevancia histórica como eje de la vida política, social, económica y religiosa de la ciudad por aquel entonces. A día de hoy, la mística de este lugar en ruinas te traslada al pasado y permite imaginar a los romanos que paseaban por sus calles debatiendo sobre asuntos públicos y privados.

Por otra parte, lejos de aquellos tiempos en los que un solo hombre marcaba el destino de Roma al atesorar un poder inmenso, podemos visitar el Palazzo Montecitorio, que desde 1871 alberga la Camera dei Deputati o Cámara de Diputados. Su actividad legislativa y dinámica política lleva años dando a la ciencia política el más claro ejemplo de fragmentación parlamentaria y falta de gobernabilidad, si bien algunos no han dudado en reconocer a los italianos una capacidad inusitada para la negociación y consecución de acuerdos de toda índole. El Senado, cuya función legislativa estuvo a punto de ser cercenada por la reforma constitucional planteada por el ex primer ministro Renzi, tiene su sede en el Palazzo Madama y permite visitas gratuitas a cargo del personal de la Cámara Alta.

Así, los monumentos y edificios de Roma reflejan cómo sus ciudadanos han vivido bajo el yugo de distintos sistemas políticos, si bien la grandeza del Vaticano nos recuerda cómo el poder e influencia de la Iglesia sí ha venido siendo una constante a lo largo de los años. El Vaticano es un país autónomo con sus propias leyes y forma parte de la reducida lista de microestados europeos, siendo el Papa la máxima autoridad y quien ostenta los tres poderes del Estado. Si bien la constitución de la Ciudad del Vaticano como Estado garantiza la independencia de la misma respecto a poderes externos, no es menos cierto que la Santa Sede siempre ha tenido una gran influencia sobre la política italiana. El Palacio Apostólico, que alberga tesoros, los Museos Vaticanos o los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina es visitado por una masa ingente de turistas todos los años, aunque estos nunca llegarán a conocer las intrigas vaticanas para con el poder político que tantos años llevan señalando algunos periodistas.

En estos momentos, Italia se prepara para las elecciones generales del 4 de marzo. Las calles de Roma se ven inundadas de carteles de los principales candidatos, de actos electorales con simpatizantes y de voluntarios encargados de distribuir mensajes y propaganda política. Estas mismas calles fueron recorridas en el año 64 a. C. por Marco Tulio Cicerón, quien siguió los consejos de su hermano Quinto para acceder al consulado romano y era consciente de la importancia de las multitudes, simular aquellas cualidades que no se poseen y realizar promesas, aunque no se puedan cumplir. Así pues, se trata de un momento muy adecuado para visitar la ciudad y disfrutar de la festiva política italiana, si bien, como hemos comprobado atendiendo a algunos de los consejos de Quinto, el “turista político” comprobará que las principales formas de hacer campaña no han cambiado sustancialmente a lo largo de los siglos.

 

Sergio Pérez Diáñez es consultor de comunicación política y, actualmente, forma parte del gabinete online de un partido político. (@spdianez)

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