Turismo Político en Estambul

DILARA E.SALES

Estambul es considerada una de las ciudades más bellas e importantes del mundo, pues su situación como enclave estratégico entre Asia y Europa la ha convertido históricamente en uno de los puntos más codiciados por parte de casi todos los imperios a lo largo de la historia.

Durante los últimos años, la imagen de la ciudad –y del país en general– está  manchada por la deriva autoritaria del gobierno de Erdogan y por cierto auge de sectores conservadores de la sociedad. A pesar de esto, Estambul fue, es y será una ciudad mestiza en donde se entremezclan distintas culturas, religiones, sabores y olores que crean una identidad propia fruto de dos mundos que se comprenden y conviven.

Hacer una guía turística de una ciudad que abarca siglos y por la que han pasado tantos pueblos es complicado. Habrán muchas cosas importantes que me dejaré a propósito y otras por ignorancia. Más de 2.500 años de historia dan para mucho. Hay zonas y edificaciones que han permanecido a lo largo de centenares de años siendo utilizadas, modificadas y reconvertidas por distintos imperios, así que las catalogaciones son orientativas.

Vamos allá.

 

Contexto

Sobre una parte de la actual Estambul fue fundada Bizancio –colonia griega que pertenecía a Megara–.  Esta población fue fundada, según datan, durante el tercer año de la trigésima olimpiada, es decir en el 667 a. C. Posteriormente y durante centenares de años, Bizancio fue escenario de luchas entre distintos pueblos que querían controlar el preciado enclave que permitía el control marítimo del comercio entre las dos orillas.

Se tiene constancia de que Bizancio fue sometida por Darío I de la dinastía aquímeda persa. Éste pretendía expandir su imperio a los dos continentes y controlar el aprovisionamiento de trigo y de materiales de construcción a Grecia. Tras la revuelta jónica que enfrentó a persas y griegos fue recuperada por los atenienses. Posteriormente fue conquistada por Esparta durante la Guerra del Peloponeso, fue también asediada por los macedonios durante el reinado de Alejandro Magno (336 a. C.-323 a. C.) y mantuvo cierta independencia hasta que en el año 197, Séptimo Severo la saqueó y destruyó completamente. Posteriormente la reconstruyó a imagen y semejanza de otras ciudades romanas.

No es hasta el año 330 que Constantino I decide nombrarla Constantinopla y la convierte en la capital del Imperio romano. Y en este punto empieza la historia de esplendor.

 

Época bizantina

La Basílica de Santa Sofía es una visita obligatoria. Construida por orden de Constantino, fue incendiada y no quedó nada. Teodosio II la mandó reconstruir, pero corrió la misma suerte. Fue Justiniano quién levantó el majestuoso templo que es hoy en día. Dicen que Mehmet II en 1493 entró en la basílica para agradecer su victoria a Dios y tras postrarse en el suelo se convirtió en mezquita. Atatürk la restauró y la convertió en museo en 1935.

De buenas a primeras una cisterna no llama mucho la atención, pero la de Yerabatan situada cerca  –a unos 100 metros– de Santa Sofía es un lugar digno de ver. Fue construida por orden de Justiniano para abstecer al palacio de Constantinopla y a otros edificios del Capitolio. Está formado por 336 columnas de distintos estilos  –jónicos, corintios y alguno dórico–. La explicación a que las columnas sean distintas es que se robaron de templos de la zona de Anatolia.

Las murallas de Constantinopla fueron en su día uno de los mayores sistemas de fortificaciones de la antigüedad. Teodosio II construyó un innovador sistema defensivo de dos murallas y un foso que mantuvo a la ciudad inexpugnable por tierra durante casi mil años, hasta que Mehmet II la atacó con cañones en 1453.

Una de las partes más interesantes de las murallas es Yedikule  –o castillo de las siete torres–. Fue construido posteriormente a la conquista de Constantiopla por Mehmet II aprovechando parte de la muralla ya construida. De las siete torres, dos fueron empleadas como cárceles. Se encerraron allí a los prisioneros de guerra y diplomáticos extranjeros. Y en otras se guardaban los tesoros del imperio. En este escenario se produjo el primer magnicidio del Imperio otomano. El sultán Osman II fue ejecutado por sus súbditos. No sería el único, otros muchos príncipes y emperadores extranjeros serían asesinados allí.

 

Época otomana

Todo gran imperio construye edificaciones majestuosas para quedar en las páginas de la posterioridad y el otomano no fue menos. No hablaré de las mezquitas más conocidas: la mezquita de Suleimán el Magnífico o la mezquita Azul, situada frente a Santa Sofía.

Aunque mucho menos ostentosas, hay dos mezquitas que son muy importantes por lo que representan en la historia de la conquista de Constantinopla y en la historia del Islam. Ir hasta esas zonas supone aproximarse a una Estambul menos cosmopolita y más conservadora que permanece “alejada” del circuito turístico. Interesante si queremos comprender bien la doble alma de la ciudad.

La mezquita de Eyüp –y la tumba– se considera uno de los lugares sagrados más importantes del mundo para los musulmanes –sólo por detrás de la Meca, Medina y Al- Aqsa–. Durante la conquista de Constantiopla en 1453 se descubrió la tumba de Eyüp Ensari –adalid y amigo de Mahoma–. Éste había participado en el año 670  en la primera incursión otomana a la ciudad. El hallazgo fue interpretado como un signo de buena suerte y una vez conquistada la ciudad fue el lugar elegido para construir la primera mezquita del imperio otomano.

Tras la construcción de Eyüp, Mehmet II mandó construir la mezquita de Fatih y su tumba sobre la Iglesia Ortodoxa de los Santos Apóstoles –dónde estaba enterrado Constantino I–. El sultán quería superar en belleza y grandiosidad a Santa Sofía y a Justiniano reflejando la supremacía del Islam. Dicen que no le gustó el resultado y por esta razón cortó la mano del arquitecto y lo encarceló.

Uno de los palacios más bellos que se conservan de la época otomana es el Palacio de Topkapi. Fue residencia de los sultanes durante más de 400 años y una de las partes más importantes sin duda fue su harem. Una de las historias más importantes que pasaron entre esas cuatro paredes fue la de Hürrem, quien pasó de esclava a mujer oficial del sultán Suleimán el Magnífico desbancando a las dos mujeres oficiales, tuvo influencia en la política de Estado y confabuló para matar al sucesor legítimo al trono para que su hijo fuera el futuro sultán cambiando el curso de la historia.

 

De mediados del siglo XX al neosultanato

La plaza de Taksim es uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad y sería el equiparable a la Puerta del Sol en Madrid o a la plaça Catalunya en Barcelona. Los sindicatos de trabajadores en Turquía tienen mucha fuerza. Cada primero de mayo se producen manifestaciones masivas en todo el país, pero si hay un día del trabajador que se recuerde en Estambul es el 1 de mayo de 1977. El sindicato DISK (Devrimci Isci Sendiklari Konfederasyonu) convocó la manifestación sabiendo que existían pequeños grupos radicales, de corte maoísta, que no compartían la visión del gran sindicato y podían haber incidentes.

En los días previos, algunos periódicos advirtieron de que se podían producir actos que pusieran en peligro la seguridad del evento. Taksim estaba –está– rodeada de teatros, hoteles, comercios… A las 19 horas de ese día, cuando el líder del sindicato empezó su discurso en la plaza, empezaron a disparar desde un hotel cercano. Se creó un absoluto caos entre los 500.000 manifestantes llegados de todo el país. Murieron muchas personas a causa de los disparos, de los tanques y el agua a presión y por las estampidas de gente que intentaba huir.

Hubo 407 detenidos pero nunca se esclarecieron los hechos. Se dice, se comenta y se rumorea que fue un grupo clandestino –el equivalente a la Gladio italiana– creado por Estados Unidos, que actuó en los 70 en distintos países. Su objetivo era atentar y desarticular grupos comunistas y socialistas.

En el bohemio barrio de Beyoglu, a medio camino entre Taksim y la Torre de Galata –una de las más antiguas del mundo, construida por los genoveses– nos encontramos una puerta que destaca por su belleza en la agitada calle Istiklal. Corresponde a la entrada del prestigioso y antiguo Liceo de Galatasaray. Desde el golpe de estado de 1980,el más terrible y sanguinario de la historia de Turquía comandado por el general  Kenan Evrem, las madres de los desaparecidos se reúnen todos los sábados para pedir justicia y recordar los crímenes de la dictadura. Si llegamos hasta allí, podemos continuar por la calle Istiklal hasta llegar a la Torre de Galata.

Para algunos de vosotros el nombre Gezi Park no os sonará extraño. Situado entre  la plaza de Taksim y la calle Asker Ocagi es una de las pocas zonas verdes que quedan en el centro de la ciudad. En 2013 fue el escenario de las concentraciones y protestas de los ciudadanos de Estambul ante las intenciones del gobierno de Erdogan de convertirlo en un centro comercial.

Los ciudadanos salieron a la calle hartos de ver cómo en los últimos años se ha masificado la ciudad con mezquitas y centros comerciales. La respuesta del gobierno de Erdogan fue desproporcionada: cañones de agua, balas de goma y gases lacrimógenos. Actualmente es vista como un símbolo de resistencia.

Durante los últimos 10 años Erdogan ha mostrado su fijación en querer formar parte de las páginas de la historia de Estambul.

Esto ha quedado reflejado no sólo en sus discursos, sino en las numerosas construcciones que ha hecho. Hay una línea frágil entre el necesario desarrollo y modernización de una ciudad y los delirios de grandeza de un presidente que se dedica a construir mezquitas y centros comerciales allá dónde puede en lugar de colegios. La religión y el consumismo son su opio.

A pesar de los últimos tiempos, la ciudad sigue siendo belleza en mayúsculas: por sus gentes, su gastronomía y por una arquitectura mestiza que te traslada a lo largo de los siglos y te permite soñar.

Dilara E. Sales es Politóloga. Gobernanza y DDHH. Catalana con raíces kurdas. (@dilaraesales)

Ver artículo en PDF

Ver el resto del monográfico sobre turismo político