The Office: una metáfora del trabajo en el Siglo XXI

PABLO MONTENEGRO

The Office es una serie diferente. Sin ninguna duda se trata de una comedia, pero su forma de entender el humor es muy distinta a la forma en la que el resto de las series lo hacen o, mejor dicho, lo hacían hasta antes de que esta existiera.

The Office narra el trascurso del día a día en una oficina, en este caso, de la oficina de una empresa papelera llamada Dunder Mifflin. En ese día a día, se da lugar a la interacción de distintos personajes entre sí, creando una serie de diferentes momentos divertidos. La oficina es el centro de la acción de la trama, pero esta serie no trata solo del humor, sino que habla también del trabajo, algo que sin duda alguna ocupa un gran parte de nuestra vida. En este caso, The Office toma como recurso humorístico la exageración de ciertos roles que se producen en el trabajo que pueden no ser muy diferentes de lo que hemos podido observar a lo largo de nuestra vida. Un molde que en algunas ocasiones es llevado más allá de sus propios límites para causar momentos graciosos, pero que en otras ocasiones se queda demasiado corto en comparación con la realidad que hemos podido vivir.

1° El jefe inútil: Micael Scott

 La historia del trabajo es una historia compleja, esta se ha ido modificando a lo largo de los siglos, pasando por fases muy diferentes en la que podría englobarse desde la propia esclavitud, hasta el oficinista actual.

Si pudiese trazarse un gráfico de cómo esto ha ido evolucionando, quizás podríamos decir que, a grandes rasgos, o por lo menos en los países con una estructura de trabajo más regulada, se ha producido un cambio progresivo en la relación entre jefe y empleado.

Así como en siglos anteriores la relación entre trabajador y jefe era una relación claramente vertical marcada por una alta exigencia y un marco de orden-obediencia, vemos como hoy en día el jefe ha “dejado de ser” esa figura autoritaria para ser un compañero más de la oficina, un amigo que, por lo menos de palabra, está ahí para ayudarte y hacer que tu trabajo sea más liviano. De manera metafórica podríamos decir que el jefe ha soltado el látigo para coger una cerveza y sentarse a charlar a nuestro lado.

En el caso de The Office, Michael Scott representa a la perfección este papel. Es el jefe que no quiere mandar. El jefe que es un compañero más, dispuesto a ayudar al resto y a ser uno más. En términos políticos podríamos hablar de un: primus inter pares, un empleado más cuyo privilegio reside en que su nombre aparece el primero en la lista.

La serie banaliza este tema hasta límites insospechados. Son numerosos los momentos en los que Michael aparece como esa figura de “colega” que quiere integrarse con el resto. No solo intenta ir de guay con sus empleados, también intenta proyectarse a sí mismo como un trabajador más; con cosas que hoy en día se producen en cualquier trabajo como: retiros de empresa, partidos de baloncesto… Michael trata de mostrarse como alguien que está al mismo nivel que el resto, pero que en el fondo cuenta con privilegios que el resto nunca tendrá.

Sin embargo, hay un elemento esencial para que esta relación funcione, y sobre todo para que resulte tan cómica como resulta en la serie. Michael es una persona completamente inútil. Esto en parte sirve para eliminar el componente moral de alguno de sus actos, que podrían ser entendidos como despiadados, con un componente de vileza, para ser sustituidos por una clara incompetencia.

En este caso, Michael no es el colega del resto porque quiera que con ello funcione mejor la empresa. Lo es porque toma decisiones absurdas, porque quiere ser el guay de la oficina y que sus empleados no le vean como el malvado jefe, quiere ser colega del resto porque en su cabeza la oficina no es algo muy diferente a un instituto, y Michael quiere ser el popular de ella.

Pero esta incompetencia no sería nada sin un factor clave: la suerte. Nadie tiene muy claro cómo Michael ha llegado a estar ahí, como alguien que toma unas decisiones tan cuestionables puede ser quien mande dentro de una oficina, pero sin embargo está ahí. En este caso, Michael es jefe por puro azar, por estar en el lugar correcto en el momento correcto. Lo mejor es que su suerte no acaba ahí, porque pese a sus decisiones absurdas, no es una persona que lleve a la empresa a la ruina, es más, ya sea por el propio azar, o por el buen hacer de sus empleados, la empresa tiene éxito.

A pesar de todo, Michael es un personaje profundamente carismático que, pese ocupar una posición superior a la del resto, hace inevitable que se sienta cierto tipo de compasión por él. Todo ello sin olvidar que, en el fondo, Michael esconde algo que por mucho que intente librarse de ello u ocultarlo, nunca terminará por desprender, Michael siempre seguirá siendo tu jefe.

2° El siervo racional: Dwight Schrute.

 Si antes hemos hablado del jefe/amo, ahora nos toca hablar del empleado/siervo. En este caso no se trata de hablar de un empleado cualquiera, se trata de hablar del empleado perfecto o, mejor dicho, del empleado que quiere ser perfecto.

De la misma manera que la posición del jefe se ha modificado con el tiempo, algo similar le ha sucedido a lo posición del empleado. Ahora el empleado parece dejar un poco de lado ese papel de obediencia, pasando a personalizarse como parte de la empresa. Ya no hablamos de la fábrica a la que los trabajadores tienen que acudir a soportar una dura jornada de trabajo, hablamos de un trabajador que siente a la empresa como algo posesivo. De la misma manera que alguien tiene un coche o una casa, el trabajador pone en el mismo lugar a la empresa, se siente algo más que un engranaje para la que la empresa funcione, entendiéndose como una pieza vital en su funcionamiento.

En este caso, Dwight Schrute es quien juega este papel en The Office. De la misma forma que lo hace con Michael, The Office lleva su papel hasta el extremo. En este caso, Dwight no es alguien que se quede exclusivamente en el trabajo de la empresa, es alguien que va más allá, llegando a realizar tareas domésticas de su jefe con tal de cumplir con su deber. Dwight es una persona que dedica la plenitud de su vida en su trabajo, está totalmente comprometido con lo que sucede allí y pretende encarnar el papel de protagonista a la hora de llevar a la empresa al éxito.

En este sentido no se trata de que Dwight se arrodille y obedezca todo lo que le manden, sino que tiene un papel activo; pretende ponerse por delante de la propia empresa, es él quien trata de llevar la voz cantante y que sean sus compañeros los que se vean obligados a funcionar como este quiere.

Desde un plano abstracto, Dwight es un compañero insoportable, lo que la serie hace en este caso es llevarlo a un plano tan delirante que Dwight resulta gracioso. Pero este papel no funcionaría sin un elemento imprescindible que forma parte de la esencia de lo que permite comportarse de esta manera a este personaje. Dwight es un personaje que actúa de una manera absurdamente racional.

Dwight es el orden lógico llevado a su extremo, capaz de dejar de lado cualquier elemento sentimental o humano. Para Dwight solo existe ese orden, y todo lo que le rodea es un obstáculo para conseguirlo. Las cuestiones personales, las relaciones humanas, pueden suponer un obstáculo que dificultan el éxito de la empresa. No le importa pisar a quien sea o humillar a quien haga falta, ha eliminado de sí mismo esos elementos y asume que nadie más puede tenerlos. Dwight es el ejemplo de que lo racional llevado al extremo es estúpido.

Parte de esto convierte a Dwight en el Nazi perfecto, el Nazi que decide eliminar de la sociedad todo aquello que no es “útil” para que esa sociedad triunfe. En este caso no se trata de una discriminación basada en la raza, religión, o algo por el estilo, simplemente se basa en la funcionalidad que tiene cada uno para con la empresa. La serie llega a bromear con esto en alguna ocasión, dándole al personaje un pasado alemán y a su figura claros rasgos autoritarios.

Dwight es ese compañero de trabajo que todos hemos visto alguna vez, que pretende exigir al resto cosas que van más allá de lo que el propio contrato de trabajo puede exigirte, aunque lo más oscuro que esconde este personaje no es esto. Lo más oscuro que esconde es que todos hemos podido se él alguna vez o, mejor dicho, que Dwight es alguien en quien todos podemos convertirnos. Dwight es el ejemplo de lo que sucede cuando vives tan obsesionado con el trabajo que te olvidas del resto de cosas, cuando te olvidas de quienes trabajan contigo también son seres humanos, Dwight es lo que sucede cuando piensas que los demás son simples peldaños de una escalera que debes pisar para seguir ascendiendo.

 

Pablo Montenegro del Pozo está cursando un doctorado en teoría política por la UCM. Es licenciado en Ciencias Políticas por la UCM, con un Master en Teoría Política y Cultura democrática por la UCM. Ha publicado en alguna otra revista como la revista Mirall o la revista La Trivial. (@PabloMonP)