El pasado 2 de enero, en el Restaurante malagueño Alea, nos reunimos con amigos, profesionales y académicos interesados y curiosos por la comunicación política. Como siempre, para compartir experiencias y puntos de vista alrededor de unas cuantas cañas. Esta vez, el tema principal fue Soberanía Tecnológica, germen de la revolución en las calles. El título que los organizadores escogieron podría sonar un tanto “barroco”, como diría el consultor Rafa Rubio. Pero lo cierto es que engloba muchos temas a la vez que son el origen principal de una nueva forma no sólo de comunicarse sino de hacer política.
Ramón Ramón fue el consultor y protagonista de la noche. Su enfoque fue desde el principio definir que es Soberanía Tecnológica. Según él, nada tiene que ver con tener más ordenadores o usar las redes sociales… “La idea, el principio de soberanía tecnológica, se nutre del Republicanismo Cívico Moderno, el definido por Philip Pettit, y que se focaliza en la idea de libertad basada en el principio de no dominación”. En ese sentido, ¿puede ser la soberanía tecnológica el resultado de la libertad? “Es el resultado de la libertad, entendida como no dominación, de los estados frente a los poderes tecnológicos (ostentados por corporaciones tecnológicas privadas)”, dice Ramón Ramón. Y continúa: La base de la soberanía tecnológica es la garantía de la ciudadanía en libertad, sólo posible mediante la educación (en sentido amplio y en concreto la educación tecnológica) y la investigación (la Universidad). Y como la propia ética hacker, que nada tiene que ver con cosas oscuras o ilegales, dota de una serie de principios, compartidos por la mayoría de la ciudadanía, a los principales movimientos cyberactivistas, dando lugar a la democracia digital, la cyberdemocracia o a la tecnopolítica”.
Aunque no fuera el objetivo principal de Ramón Ramón, al final la conversación dio paso a un gran debate sobre la actualidad y sobre los movimientos que en España se están dando, así como el surgimiento de otras fuerzas políticas que quieren desplazar el poder de los partidos tradicionales.
Durante el pasado Beers & Politics se habló mucho de soberanía, pero también de aplicaciones móviles que están rediseñando el panorama actual de “soberanía”. La tecnología, según contó Ramón Ramón “no puede ser el fin, ni tampoco la que provoque el cambio por el simple hecho de estar ahí. Nada sirve estar en la Sociedad-Red si no se comparten los valores que están implícitos en dicha Sociedad, al igual que tecnopolítica no trata de estar en las redes sociales, sino de conversar, entender esta nueva forma de organización y conversación entre semejantes”.
Las preguntas y las intervenciones del resto de asistentes estuvieron enfocadas a poner en jaque esa nueva soberanía y a debatir entre la democracia deliberativa y la democracia de la representativa. Por este último motivo no pudo faltar una especial mención a la democracia líquida. Pero también se trataron otros temas como la ética en la comunicación política, y la necesidad de la regeneración en la política y en la propia comunicación política. “Vivimos una nueva realidad política impulsada por un cambio tecnológico que, una vez más, es comunicativo. Una nueva forma de interactuar que fija sus pilares en la Sociedad-Red y cuyos valores aún siguen sin entenderse por los modelos sociales tradicionales”, selló Ramón Ramón.