Símbolo, ritual y templo: la relación intrínseca del Barça y el catalanismo político

JAUME RÍOS

Aquellas naciones que carecen de estructuras estatales sobreviven, en gran parte, gracias a los símbolos. La simbología, el relato histórico, la lengua y las tradiciones son fundamentales para cualquier construcción nacional que quiera permanecer en un contexto sociopolítico. El caso catalán no es distinto: la tradición política catalanista se ha nutrido de símbolos que han construido un imaginario colectivo necesario para su propia existencia y éxito electoral.

Desde el nacimiento del catalanismo político, en el siglo XIX, los diferentes movimientos sociales que requerían más autogobierno para Cataluña adoptaron un discurso que reivindicaba el nacionalismo cultural: defensa de la identidad nacional, basado en una cultura propia; que se diferencia de forma estructural con las demás regiones de la comunidad estatal. Su principio político básico era el reclamo de una mayor autonomía y la promoción del autogobierno para Cataluña. Al mismo tiempo, buscaban fórmulas que blindaran la lengua y cultura propia, rechazando que estas fueran adulteradas o minimizadas por la nación dominante.

En esta corriente política y a la vez cultural, encontramos diferentes actores con roles e influencias diversas: empresarios, asociaciones culturales, sindicatos, partidos políticos, sectores de la iglesia católica y también entidades deportivas.

El Barça forma parte de este tejido histórico desde su fundación. En sus 120 años de historia, se ha posicionado en múltiples ocasiones al lado del catalanismo político, evolucionando y mutando al mismo tiempo que el propio movimiento.

 

Historia del vínculo

No se puede entender la identidad del Fútbol Club Barcelona sin repasar su vínculo histórico con el movimiento catalanista. Desde su fundación en 1899, liderada por Joan Gàmper, el club tomó una serie de decisiones que lo posicionaron políticamente: en 1916 el Barça adoptó el catalán como lengua oficial del club y dos años más tarde, se añadió a una larga lista de entidades que pedían un Estatuto de Autonomía. En el contexto de la Mancomunitat Catalana, se hizo un frente para presentar la propuesta a las Cortes Generales, donde fue rechazada.


Joan Gàmper, fundador y presidente del Barça, con los jugadores Samitier, Alcántara, García y Martínez en el estadio de Les Corts. Fuente: Mundo Deportivo

El episodio más icónico del Barça en esa época, dentro de su importante rol en el catalanismo político, fue en 1925. En un partido amistoso en el antiguo Estadio de Les Corts, los aficionados culés pitaron la Marcha Real al inicio del encuentro. En un contexto de dictadura, encabezada por Primo de Rivera, la actitud de la grada supuso el cierre durante 6 meses del estadio y una multa para el club. La represión llegó hasta la presidencia, ya que forzaron al propio Joan Gàmper a irse al exilio.

En la etapa republicana el Barça también tuvo un papel relevante con un protagonista destacado: Josep Suñol. El nuevo presidente del club, que asumió sus funciones el julio de 1935, era diputado en las Cortes Republicanas por Esquerra Republicana de Cataluña. Durante su mandato se vinculó como nunca antes el club con los valores catalanistas mediante iniciativas de los propios socios. Suñol fue asesinado por las tropas franquistas el 6 de agosto de 1936, cuando cruzó accidentalmente el frente por la sierra de Guadarrama. Fue fusilado sin juicio previo.

Durante la Dictadura franquista el club, como todas las entidades que habían simpatizado con el ideario catalanista, tuvo que sumarse al silencio de la oposición hasta que no llegó la Transición.

En los años 70 tenemos los siguientes episodios destacados que nos ayudan a entender la relación entre el club y los valores políticos del catalanismo: en 1972 el histórico speaker del Camp Nou, Manel Vich, anunció en catalán que un niño se había perdido en el estadio. Este hecho, que a primera vista parece anecdótico, provocó airadas reacciones de los miembros del Gobierno presentes ese día en el palco.

Con la recuperación de la democracia, el Camp Nou y el barcelonismo volvieron a ser un espacio para la expresión del catalanismo: desde la normalización lingüística en el propio estadio, en el 74, recuperando el “Cant del Barça” como himno oficial, la recuperación de la Senyera en el escudo en el 77, la adhesión del club a la campaña a favor de la escuela en catalán en el 72, hasta el histórico concierto de Lluís Llach en el 85.

 

Del catalanismo al independentismo: el “Procés” y la institución azulgrana

Durante los 25 años de presidencia de Núñez y Gaspart (1978-2003) el Barça no se desvincula del movimiento catalanista pero todo cambia cuando, en 2003, llega a la presidencia Joan Laporta. El nuevo presidente tenía antecedentes políticos, habiendo militado en el Partit per la Independència (PI) en los años 90. Durante su presidencia, que coincidió con fechas clave del proceso soberanista, Laporta dobló la apuesta del club para vincularse a la causa catalanista.

Fue el presidente que, al mismo tiempo, obtuvo los mayores éxitos deportivos de la historia del club de la mano del entrenador Josep Guardiola, con el que se ganó el primer triplete de la historia del club (Liga, Copa del Rey y Champions League). En 2009 además, el club ganó todos los títulos que jugó, sumando 9 en una sola temporada. El propio entrenador del que se considera el mejor Barça de la historia se significó repetidas veces políticamente, participando en movilizaciones a favor de la realización de un referéndum de autodeterminación en Cataluña y en las grandes manifestaciones de la Diada del 11 de setiembre.

Aunque Guardiola no participó directamente en las movilizaciones durante su cargo de entrenador del primer equipo de fútbol, sí que lo hizo en reiteradas ocasiones cuando dejó de serlo. Su figura fue aprovechada por los partidos independentistas en 2015, en las elecciones del 27 de septiembre, cuando se incorporó como miembro de la lista de Junts pel Sí, coalición independentista que ganó las elecciones. Entonces, Guardiola era entrenador del Bayern de Munich.

Josep Guardiola en una manifestación que organizaron las principales entidades soberanistas en 2017, dentro de la campaña del Referéndum del 1-O de ese mismo año. Foto: Albert Garcia / El país

Josep Guardiola en una manifestación que organizaron las principales entidades soberanistas en 2017, dentro de la campaña del Referéndum del 1-O de ese mismo año. Foto: Albert Garcia / El país

A nivel institucional, también se posicionó en diferentes ocasiones más allá de la etapa Laporta: en las juntas posteriores Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu (2010-actualidad) el club se adhirió al Pacto Nacional para el Derecho a Decidir en 2014 y en 2017 al Pacto Nacional para el Referéndum. Estos dos pactos reunían centenares de entidades, entre ellos los principales sindicatos, entidades culturales y partidos, que solicitaban al Estado español un referéndum pactado para decidir el futuro político de Cataluña.

El Barça también ha jugado un papel fundamental durante los últimos años del procés dentro de los movimientos de la sociedad civil: la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural organizaron en 2013 dos importantes eventos dentro del propio Camp Nou. En primer lugar el Concierto para la Libertad, que reunió a diferentes artistas con el lema “Freedom for Catalonia” y en setiembre de ese mismo año, la gran movilización de la “Via Catalana para la Independencia” tuvo uno de sus tramos dentro del estadio culé.

Concierto por la libertad, organizado por ANC y Òmnium Cultural en 2013. Fuente: Diari Ara

Más allá de los movimientos institucionales o la utilización del estadio por parte de entidades independentistas, la propia afición del Barça ha jugado un papel protagonista durante los últimos años del Procés: desde 2012 hay la tradición de empezar a corear “Independència” en el minuto 17 con 14 segundos, haciendo referencia al año 1714, cuando tuvo lugar la Guerra de Sucesión Española y se publicó el Decreto de Nueva Planta que anulaba las instituciones catalanas.

Además, la afición ha utilizado el estadio como escenario internacional para poder exponer sus reivindicaciones en distintos momentos del proceso independentista. Es habitual ver un gran número de banderas independentistas, hecho que le valió la penalización de la propia UEFA en múltiples ocasiones.

El 1 de octubre de 2017 fue una fecha donde el Barça tampoco se quedó al margen del debate soberanista catalán. Coincidiendo con el Referéndum convocado por el Gobierno de Carles Puigdemont, el primer equipo de fútbol tenía programado una jornada de liga que le enfrentaba al Unión Deportiva Las Palmas. Durante toda la jornada, y viendo las imágenes de violencia en muchos centros de votación, el club debatió internamente si se debería jugar el partido en esas circunstancias. La decisión de la Junta Directiva, que fue motivo de crítica por parte del independentismo, fue jugar el partido a puerta cerrada.

Por parte del UD Las Palmas, salieron al campo con una equipación especial, con una bandera española en el pecho y la fecha del partido. Ese gesto hizo que se cancelara la tradicional comida entre las dos juntas directivas previas al partido.

Equipación del UD Las Palmas en el partido del 1 de octubre de 2017. Fuente: UD Las Palmas

Es necesario recordar que el club no se ha posicionado en el debate independentista. El club, que ha mostrado su voluntad a trabajar para la ejecución de un referéndum en Cataluña, siempre se ha mantenido al margen de campañas a favor o en contra de la independencia. Su actual presidente, Josep Maria Bartomeu, y su equipo han dicho en reiteradas ocasiones que el club estaría al lado de la decisión que tomara la sociedad catalana.

 

La simbiosis entre club y país

Más allá de las tensiones que pueden surgir entre un club global con valores regionales, no se puede entender el Barça sin el catalanismo político ni este movimiento político sin una institución universal como el FC Barcelona.

Se han nutrido el uno del otro de forma simbiótica: por su parte el club ha fidelizado a una masa social más allá del deporte, de ahí su lema “Més que un club”. Su vínculo con el movimiento catalanista le ha valido para posicionarse como una institución de peso en la sociedad y representar, más allá de la ciudad condal, un sentimiento de pertenencia.

Del mismo modo, el catalanismo político, incluso el movimiento independentista, ha encontrado en el Barça una simbología importante para su imaginario colectivo, un estadio global que ha ejercido de templo para sus reivindicaciones y demostraciones de fuerza y por último, todo ha girado entorno al ritual más reconocido a nivel global: un partido de fútbol.

 

Jaume Ríos es politólogo. Consultor de comunicación en Ideograma (@riosjaume)

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