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Reseña: El control audiovisual de las campañas electorales (Rafael Sánchez)

SERGI SABATÉ

La televisión en campaña

La televisión es todavía el principal terreno de juego electoral. Quizá sea por eso que el mundo de Twitter y de los memes no comprenda el resultado electoral del pasado 26J en España. La política se chilla en Twitter. El voto, todavía por una cuestión generacional y de edad de la población, está en el sofá y se capta a través de las tertulias y, sobre todo, de los informativos de televisión.

Los partidos políticos son muy conscientes de la fuerza que tiene un corte televisivo que incluya bien su mensaje. Batallan tanto como pueden para extremar su control, limitando la tarea periodística. Así las cosas, el periodista madrileño Rafael Sánchez investigó la relación entre campañas electorales y periodismo televisivo y lo plasmó en el libro El control audiovisual de las campañas electorales (ed. Fragua, 2014), en el que profundiza en la campaña electoral al Congreso de los Diputados del año 2008.

El volumen analiza, con fichas y entrevistas detalladas, la cobertura que TVE, Telecinco y Antena 3 hicieron de las campañas del PSOE y del PP. Los dos grandes partidos españoles captaron la mayoría de los recursos y atención de los servicios informativos de estas cadenas. IU, por entonces tercer partido estatal en votos, tuvo un papel secundario –sólo TVE envió un equipo diario a sus mítines–. Según se deduce del estudio de Rafael Sánchez, que fue su tesis doctoral, la aparición del resto de partidos fue imperceptible.

Las herramientas de los partidos

Si tienes buenas herramientas, podrás controlar tu mensaje. Y, para eso, PSOE y PP no escatiman recursos. Datos para evidenciarlo: en el área de comunicación del PP trabajan más de 100 personas, tienen un departamento de telegenia y disponen de un plató para ensayos y directos en televisión. En el PSOE transcriben todo lo que se menciona de ellos en los informativos para su posterior análisis.

PSOE y PP son generadores y emisores de material audiovisual. Son canales que graban, realizan, producen y envían imágenes de sus mítines para que las televisiones las recojan vía satélite directamente en sus estudios. Esto lo acompañan con la prohibición, total o parcial, del acceso de cámaras de televisión a los actos de sus líderes, una actuación que levanta polémica en la profesión periodística. La señal institucional, que los partidos utilizaron por primera vez en el año 1996, condiciona la elección del corte de voz y de las imágenes que se emiten y, por lo tanto, el mensaje que llega al espectador.

Cuando el autor pregunta sobre esta praxis, ambas formaciones lo argumentan con razones económicas y de eficiencia para las televisiones. Pero, en realidad, vigilan los movimientos de su rival. Los socialistas justifican el uso de la señal realizada porque los populares también la utilizan. Dicen que si estos no la usaran, ellos harían lo mismo.

La investigación señala que los debates se mantienen como el acontecimiento mediático más importante previo a las elecciones. Las audiencias lo certifican. En aquella ocasión se celebraron dos debates con los candidatos en la Academia de la Televisión y uno de carácter económico con el especialista de cada candidatura.

El rol del periodista

¿En qué situación se encuentran los profesionales de la información? Ni más ni menos que ante quince días de noticias que se cocinan en los búnkeres de los partidos. Los periodistas colisionan con una agenda que viene impuesta por PSOE y PP y quedan en un papel secundario, como espejos de la campaña.

Los corresponsales políticos coinciden en señalar el hermetismo con el que los spin doctors tratan a sus candidatos. Les ven y les escuchan a diario, pero no se relacionan. La interacción es casi nula, si no fuera por el tópico viaje que el candidato tiene que hacer en la caravana periodística o cuando, por insistencia de los periodistas, algún día los líderes políticos se acercan al corralito de prensa para saludarles y, en el mejor de los casos, contarles algún off the record.

Aunque las barreras a los medios persisten, los periodistas han encontrado vías de escape. Actualmente, Twitter es un canal para contar otros elementos de la campaña fuera de las crónicas. En 2008 no se usaban de este modo las redes sociales. Pero IU ya vió en la red una senda para evadirse de los límites legales y televisivos. Creó sus espacios de difusión en los portales Second Life y MySpace. YouTube también le valió.

El control audiovisual de las campañas electorales se actualizó para comentar la irrupción de las redes sociales en la contienda del 2011, en la que Twitter jugó un papel. Con 140 caracteres los políticos pretendían acercarse a los ciudadanos al tiempo que podían saltarse las limitaciones que ellos mismos habían impuesto por la vía de la Ley Electoral.

¿Se impone la política o el actor? La disyuntiva se abre tras ver los esfuerzos que dedican los partidos a colocar una sonrisa y una frase clave en cada telediario. El objetivo siempre es que los mensajes ocupen, de la forma más lúcida posible, el mayor espacio en todos los medios, pero su foco es la pequeña pantalla. La mediatización de la política puede conllevar el riesgo de perder las políticas, los programas y las ideas ante las actuaciones, el espectáculo y los gestos simbólicos o populistas para captar la atención. Es el dilema, ineludible, entre contenido y simplicidad; entre la realidad y la televisión.

Sergi Sabaté es periodista y consultor en comunicación institucional (@sergisabate).

Publicado en Beerderberg

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