Reseña de «The Wire»

LAUTARO ARIAS

Michael K. Williams ha abandonado el plano terrenal y es una buena razón para recordar “The Wire”, la serie que lo catapultó a la fama cuando interpretó al fascinante personaje de “Omar Little”. Una de las producciones más icónicas del nuevo milenio, revisada y analizada por un amplio abanico de expertos; recientemente redescubierta por buena parte de la sociedad cuando fue tendencia en los servicios de streaming de HBO durante las cuarentenas del 2020.

Su creador es David Simon, un periodista y escritor egresado de la Universidad de Maryland. Previo a The Wire había participado en el guión y la producción de las series Homicide: Life in the Streets” (1993 – 1999) de la cadena NBC; y The Corner” (2000) una miniserie realizada por HBO. Ambas son adaptaciones de libros escritos por el mismo Simon, en los que hace gala de su vasta experiencia como periodista policial para un periódico de la ciudad de Baltimore. Algunos de sus proyectos posteriores a “The Wire” son miniseries como “Generation Kill” (2008) sobre la invasión de EEUU a Irak; o Show Me a Hero” (2015) que versa sobre un conflicto político y social en la ciudad de Yonkers, Nueva York.

La “ciudad” es la marca registrada de Simon en la mayoría de sus producciones, pero alcanza su punto máximo en “The Wire”. Es perfectamente posible que su forma realista de mostrarnos los sucesos de la serie, provengan de sus orígenes como periodista de Baltimore. El creador conoce el lugar, por eso se vale de locaciones auténticas y grandes planos generales para transportarnos hacia allí. Los proyectos de viviendas sociales, el puerto, el centro político-administrativo, las escuelas, son algunos de ellos. Se nutre de su trabajo periodístico en los barrios marginales para incluir en los guiones una variedad de modismos urbanos, de forma tal que cuando escuchemos a sus personajes los sintamos verosímiles. En el mundo en el que Simon cubría casos policiales, la mayoría de los homicidios seguramente no estuvieron cargados de suspenso, ni de heroísmo; nadie resiste cinco balas, ni pronuncia discursos existenciales antes de apretar un gatillo. Los recursos técnicos cuando se trata de la “acción” son planos efectivos pero no por ello simples. Es decir, a escenas violentas se las trata con la velocidad del mundo real. Nada de cámaras lentas, ni planos detalle y que siga el show. Esa crudeza, esa falta de suspenso, es la que nos produce incomodidad y la sensación de que nadie está a salvo (ni siquiera nosotros).

La historia es desarrollada durante cinco temporadas, que cuentan con alrededor de 13 episodios cada una, cercanos a una hora de duración. La primer temporada se concentra en el Departamento de Policía de Baltimore con la formación de una unidad especial de investigación abocada a casos que involucran narcotráfico y homicidios. No se puede decir que existan protagonistas absolutos en la serie, aunque se puedan identificar algunos personajes con cierta preeminencia. El indómito Detective Jimmy Mcnulty (Dominic West), su compañero de insultos en Homicidios el Detective Bunk Moreland (Wendell Pierce), o la eficaz Kima Greggs (Sonja Sohn), entre un sinfín de exquisitos e importantes personajes. El Sistema de Justicia Penal también es un tema que se aborda en la primer entrega, pero que atraviesa sustancialmente toda la serie. A medida que avanza se nos van introduciendo nuevos escenarios dentro de la ciudad, y otros personajes, pero nunca abandona la óptica de la investigación policial con las herramientas técnicas de la época. La segunda temporada exhibe la vida en el Puerto y sus alrededores, la problemática entorno a un Sindicato que pelea por defender su fuente de trabajo. La arena política es el ambiente seleccionado para continuar con la historia en su tercer temporada. Dentro de la cuarta encontramos quizás los guiones más novedosos y reflexivos ya que se desarrolla entorno a un grupo de amigos que asisten a Escuelas Públicas de barrios periféricos. Por último vamos a ver como se introduce más profundamente el rol de los medios de comunicación en todo este relato, enfocándose en la redacción de un diario local.

A man must have a code” (Un hombre debe tener un código)

                                                                                                              Bunk Moreland

¿Por qué en términos generales se la considera una obra maestra? Puedo hablar por mi persona cuando digo que coincido totalmente con esa afirmación. Logra conectar en el proceso una red extremadamente compleja de personajes e instituciones de las grandes ciudades modernas, sin perder nunca el hilo y la atención en la historia. Comienza por un micromundo como lo es el Departamento Policía de la Ciudad de Baltimore, y continúa expandiéndose hacia todos los espacios y sectores sociales, relacionándolos de tal manera que nos presenta un cuadro de situación que se vive en carne propia. Fiel y trágico a la vez. En términos narrativos nunca se había visto una propuesta tan ambiciosa en la televisión. HBO acostumbrada a correr riesgos y darle rodaje a historias complejas era la única cadena capaz de llevar el peso en sus hombros, probablemente en ninguna otra hubiera pasado del piloto sin hacerle modificaciones significativas.

El peso que van cobrando las situaciones de la serie en nuestro interior, es el intento exitoso del creador de que identifiquemos realidades similares en nuestras propias ciudades. Por eso “la ciudad” es considerada la protagonista principal. Y dentro de ella las instituciones que la conforman. Aquellas formales como la Policía o la Escuela; y aquellas informales como las organizaciones de narcotraficantes. Creo que incluso los grandes exponentes de corrientes teóricas como el estructural-funcionalismo, se habrían visto tentados de promover grandes cambios, ante la evidencia explícita en la serie del fracaso de las instituciones como ordenadores sociales. Exhibidas por el autor como maquinarias alienantes que han perdido la función esencial para la que han sido creadas. Espacios donde ha prevalecido la búsqueda ciega hacia objetivos meramente estadísticos. Quienes trabajan al interior de los organismos, son por lo general víctimas de un sistema de reglas jerárquicas y de lógicas de gestión a base de datos manipulados, que los absorben hasta el hastío. Si las instituciones no los alinean en esa lógica, los marginan.

Los no alineados son rebeldes e insubordinados, personajes con vocación muy arraigada, que construyen sus propios códigos de conducta. Utilizan ese código como una coraza que protege su vocación de los vicios estructurales. También los orienta a un comportamiento autopercibido como “ético”, por el cual pueden lograr cierta estabilidad y aceptación de sus acciones. Esos son los antihéroes de esta serie. Aparte del mencionado Jimmy Mcnulty, se encuentra quien motivó ésta reseña, Omar Little (Michael Williams) aquel forajido carismático que se mueve a los márgenes de la ley para delinquir contra los narcotraficantes; el Teniente Bunny Colvin (Robert Wisdom) un policía pronto a retirarse que busca reducir la criminalidad con ideas innovadoras; o Stringer Bell (Idris Elba) un importante gángster que se capacita en economía y administración para salir elegantemente del circuito de negocios ilegal y del ghetto en el que se crió; entre otros tantos excelentes personajes.

La circularidad de los hechos a veces resulta sofocante, todos los patrones sociales se repiten. El punto de inicio de la serie es el punto final de una vida que se desarrolla en las condiciones citadinas que describe Simon; a saber, punitivismo institucional o muerte en la calle. Mientras se desarrollan las temporadas la idea es ir retrocediendo para explorar aquellas condiciones. Problemáticas como la empleabilidad, la función pública, hasta llegar incluso a enfoques sobre escolarización. Éste momento histórico nos permite no solo verla o repasarla por el disfrute mismo, sino darle el lugar adecuado como una obra audiovisual trascendente para tratar de comprender mejor los ambientes urbanos que nos rodean. Lo hace desde la ficción minuciosamente elaborada y con un gran desarrollo de personajes. Cualquier serie que nos pueda interpelar de esa manera, creemos que merece la pena ser vista.

 

Lautaro Arias es politólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires, analista y consultor político. (@lautaro_catrian)

 

The Wire

Creadores: David Simon

Protagonistas: Dominic West; Wendell Pierce; Sonja Sohn

Productora: HBO, Blown Deadline Productions

Fecha de Estreno: 2002 – 2008