Reseña de ‘Al Filo de la Democracia’

ALEXANDRA MORALES

Netflix estrenó hace unos meses Democracia en Vertigem, traducida al español como Al Filo de la Democracia, una producción dirigida y producida por Petra Costa. El trabajo de esta joven brasileña se presentó en 2019 y ha sido nominado a los premios Oscar como mejor película documental de ese año. Además, Costa fue distinguida a partir de este documental como “personalidad destacada de América Latina” en los premios Democracia, que entrega Caras y Caretas. 

Entre relatos y sucesos documentados se puede ser testigo de los enclaves y  contradicciones del juicio político a Dilma Rousseff, las sospechas de conspiraciones en el arresto del ex presidente Lula da Silva y uno de los mayores casos de corrupción dentro del sistema político del país conocido como “Lava Jato” que desembocaron en el crecimiento del ultraderechista Jair Bolsonaro, actual presidente del país. 

En este excepcional trabajo, su directora relata en primera persona cómo se van desarrollando los hechos, mientras enlaza su historia personal con la historia política de Brasil en las últimas décadas. Es destacable que, si bien Petra Costa deja entrever sus inclinaciones políticas y tiene un acceso directo a Lula da Silva y Dilma Rousseff, en momentos claves se observa siempre un posicionamiento crítico por su parte. A lo largo del documental, Petra busca entender qué sucedió con la democracia política de su país y en este camino intenta dar respuesta a diferentes preguntas.   

Si bien al pensar en un documental solemos esperar encontrarnos una investigación objetiva basada en los diferentes acontecimientos de un determinado periodo, esta investigación se desarrolla como un thriller político que consigue captar la atención de sus televidentes de una forma asombrosa. En donde lo más interesante fue descubrir –una vez más– cómo la realidad muchas veces se encuentra tan cercana a la ficción que incluso consigue superarla.

Al Filo de la Democracia comienza con el relato de Petra explicando brevemente la dicotomía de su historia familiar, que metafóricamente consigue vincular con la realidad del país. Ya que Petra es hija de militantes de izquierda que se rebelaron contra la dictadura militar en Brasil y nieta de uno de los fundadores de la reconocida constructora multinacional Andrade Gutierrez, que también se vio salpicada en la investigación por corrupción en la obra pública que desató parte de la crisis política. 

El documental, por su parte, hace referencia a la identificación de Lula da Silva como la personificación de un ideal, de una revolución que nunca se había concretado pero conseguiría reivindicar toda una sociedad a partir de políticas públicas, como Bolsa Familia, al sacar a veinte millones de brasileños de la pobreza durante sus ocho años de gobierno.

Mientras avanza en la historia política y partidaria de Brasil, Costa sigue el relato con algunos pensamientos y preguntas que se plantea, en las cuales consiguen evidenciar su necesidad de entender el porque de lo que sucedió.

Lo cierto es que Lula termina su segundo mandato presidencial con un 87% de aprobación en 2011 y deja en manos de Dilma Rousseff la presidencia junto a Michel Temer, líder del Movimiento Democrático Brasileño. En 2013, en el contexto de la primavera árabe, surge la primera manifestación estudiantil que reclamaba un aumento en el boleto estudiantil, en una etapa en la que el país había dejado de crecer económicamente. Esta movilización es respondida con una fuerte represión policial, que fue viralizada por redes sociales y medios de comunicación, obteniendo una presencia aún mayor de ciudadanos en las calles que comienzan a rebelarse contra los sistemas políticos afianzados que eran manejados desde la corrupción.

En medio de  imágenes de cientos de estudiantes prendiendo fuego a las banderas rojas del Partido Trabajador, Petra exclama, “Después de una década en el poder, las banderas rojas del partido de los Trabajadores ya no parecían representar las demandas sociales y los sueños de las clases más vulnerables de la sociedad brasileña, sino que se convirtieron en el nuevo enemigo”. Y de esta forma, entre las pancartas en contra del PT, la ciudadanía cantaba: “El pueblo unido no pertenece a ningún partido” dejando entrever como el tejido social empezaba a ser testigo de una grieta que no tendría retorno. 

Después de semanas seguidas de protestas, la presidenta Rousseff decidió tomar algunas fuertes medidas  anticorrupción para mejorar su imagen. Sin embargo, estas decisiones tiempo después terminarían desestabilizando todo el sistema político del cual formaban parte. 

Con el tiempo, se descubre una investigación internacional sobre corrupción que salta a la luz un método sistemático arraigado en el país, en donde cada contrato de Petrobras incluía una tasa de entre un 1% y un 3% destinada exclusivamente al soborno. Esta nueva investigación y acusación llegaría a manchar a diferentes referentes de todos los partidos políticos, algunos CEO de empresas multinacionales y gran parte de la administración de la constructora brasileña Odebrecht.

De esta forma, la investigación “Lava Jato” se convierte en un thriller policial brasileño que llegaría a afectar a otros diez países de Latinoamérica. Y como en una película de ficción, a medida que los empresarios empiezan a hablar, comienzan a caer cada vez más líderes políticos. 

En medio de todo ese desmoronamiento político, Aécio Neves, rival político en la campaña presidencial de Dilma en 2011, solicita al Congreso la apertura de un juicio político contra la presidenta. Este juicio será conocido por todos como el Impeachment, en el cual la presidenta de Brasil fue, por primera vez en la historia democrática del país, destituida de su cargo.  

Si hay algo que no podemos obviar en este documental, son los testimonios de algunos de los senadores y diputados. Los mismos nos permiten ver que muchos de ellos jamás habían aceptado la presidencia de Dilma, y no solo por ser parte del Partido Trabajador o por haber sido encarcelada durante la dictadura. Lo que aquellos hombre no podían perdonar era que su presidenta fuera una mujer. 

En uno de los testimonios en el cual explicaban por qué votaban a favor de su destitución llegaron a comparar la gestión de Dilma Rousseff con el desempeño de una mala cocinera, de la misma forma que se podían observar grupos de congresistas rezando dentro del congreso a la espera de la votación. Por el otro lado, nos encontramos con congresistas a favor del Partido Trabajador comparando el tribunal del Impeachment con la inquisición, torturadores y mafiosos. Como dijimos anteriormente, a veces la realidad supera la ficción. 

La destitución de Dilma Rousseff nos deja muchas dudas de si la democracia realmente formó parte de este proceso. O si en realidad el juicio político fue una burla contra la democracia usando sistemas y herramientas creadas para protegerla que terminarían atacando la elección del pueblo brasileño. 

Lo cierto es que tiempo después de la destitución de la presidenta se inició una nueva votación para investigar a Temer –presidente interino– después de que se filtraron grabaciones telefónicas y pruebas que podrían incriminarlo en más casos de corrupción. Sin embargo, no se le dio lugar argumentando que la democracia de Brasil no podría aguantar un nuevo juicio político y más investigaciones. 

Quizás aquí sí podemos afirmar lo injusto que es ver cómo de un lado de la disputa el poder político tiene la capacidad de activar y desactivar las instituciones de acuerdo a sus propios intereses.  

Lamentablemente, la historia no termina ahí. Sino que la investigaciones de corrupción llegan hasta el expresidente Lula da Silva, y entre idas y vueltas es condenado por corrupción y blanqueo de dinero a doce años de prisión.

De esta forma, en plena campaña presidencial de 2018, en la que Lula era uno de los candidatos más favorecidos, se observa cómo el juez Moro pide su excarcelación.

Y aquí nuevamente se puede destacar el material que consigue Petra Costa, ya que capta esos momentos, e inclusive cuando Lula duerme en la sede del partido y tras un discurso a sus militantes decide entregarse. No obstante, sus seguidores no acatan con aceptación su decisión y no le permiten salir y entregarse. Se pueden observar escenas muy movilizantes y emocionantes en esta parte de la historia. A pesar de ello, no sería justo olvidar también aquellas escenas del otro sector de la sociedad cuando reclamaban justicia con la misma intensidad y exigían la prisión para todos los políticos corruptos del país. 

Si bien el documental es un poco extenso, lo cierto es que consigue pasearnos por momentos de tensión extrema y atravesar diferentes emociones entre tantas desilusiones, conspiraciones y traiciones al pueblo brasileño y a su democracia. 

La narración de esta historia brasileña sorprende con el empoderamiento social que ha consolidado el partido trabajador, entristece la desilusión que causa a sus militantes cuando se descubren los casos de corrupción, como así también enfurece ver aquellas injusticias que se llevan a cabo en nombre de la democracia. 

Cabe destacar que, indistintamente de la ideología o simpatía de cada uno, el documental consigue a partir de su material fílmico y fotográfico y de las entrevistas realizadas, abordar un tema político y social de gran trascendencia para todos los que formamos parte de este ámbito y, sobretodo, para los defensores de la democracia.

De cierta forma, todos estos acontecimientos instigados o no –eso queda a criterio de cada uno– acompañan un cambio de época, ideologías y afinidades. Porque no todo es conspiración y traición. También fue el resultado de la transformación de una sociedad exhausta y enfadada con un sistema político corrupto que termina creando una división y polarización en la toda la sociedad brasileña. 

 

Alexandra Morales es consultora en comunicación política (@alexx_mor) 

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Bibliografía