Quieren ser gerentes de campaña a toda costa y piensan que son estrategas

FABRICIO BETANCOURT

Había una vez un chic@ que pasaba todo el día con el candidato de un lado para el otro. Llevaba su agenda, lo representaba cuando no podía asistir, intermediaba con los proveedores e incluso, fue candidato tiempo atrás en un partido político. Hacía de todo un poco, pero todavía no era visto como el gerente de campaña del candidato. Le decían “el asistente”.

Con el transcurso de las semanas, su incidencia en la campaña electoral era tal que decidía con qué personas se reuniría el candidato, a quiénes recomendaría para servicio de campaña y además le decía al oído del candidato que el estratega era un simple especialista que conocía muy poco de la campaña, que no conocía la política local y que no era necesario ser contratado desde el inicio de la campaña porque el equipo aún no estaba formado y además, su incidencia en la campaña electoral no era importante.

Se notaba que el asistente aspiraba a ser gerente de campaña. Él pensaba que el consultor en marketing político le podía quitar el “puesto o no recomendarlo” como el idóneo para el cargo. La ambición de poder lo inflamó y empezó a imaginarse a la derecha del padre en el palacio de la alcaldía. De acuerdo a lo leído hasta ahora, pregunto: ¿Qué le interesaba más a él? Creo que el puesto de gerente de campaña mucho más que ganar la campaña electoral. Dado que ese ha sido el puesto más importante que ha tenido y estaba muy obnubilado con el minúsculo poder. Sin embargo, él suponía que su aporte era inmenso. Y todo aporte en la campaña electoral era minúsculo en comparación a lo que él podía hacer. Sumado a la dependencia del candidato hacia él que iba en aumento

El candidato todavía no había descubierto que la incidencia de un consultor de marketing político era muy importante. Desconfiaba mucho de los consultores políticos, dado que en una anterior campaña electoral contrataron un pseudo consultor que le presentó datos incorrectos y no aportó nada significativo en la campaña. ¡No todos son así, mi querido lector!

Volvamos a la historia, a pesar de eso, el candidato ya comenzó a presentir que las cosas no iban bien.

Una mañana mientras el candidato desayunaba, un buen amigo suyo, lo encontró en uno de los recorridos junto al asistente.

–Hola Javier, ¿Cómo estás? – Dijo el amigo, quien había estudiado Comunicación Política en España.

El candidato lo saludo y le dijo:

–Acompáñame, –su amigo lo siguió mientras observaba el recorrido y escuchaba el mensaje que transmitía a los ciudadanos mientras caminaba.

El aspirante a gerente de campaña se puso muy celoso. Cuando terminó el recorrido el aspirante hizo lo posible para alejarlo de su amigo, llamando al candidato para que saludara a más personas mientras lo halagaba frente a los ciudadanos. El candidato se sentía emocionado por los recorridos que organizaba el aspirante. Es en ese momento de emoción del candidato. Nombró al aspirante como su nuevo gerente de campaña, el aspirante sin conocer nada sobre campañas electorales afirmaba que conocía de estrategia y administración de empresas. Y que eso es suficiente.

El candidato después de todos los halagos de su equipo durante varios meses ya estaba obnubilado. El aspirante ya había conseguido convertirse en el gerente de campaña y comenzó a decidirlo todo. Lograda su meta, el gerente ahora sí sintió en su interior la sensación de que necesitaba un estratega en marketing político, pues estaba consciente de que las cosas nunca empezaron bien y ahora estaban peor, aunque no lo supiera el candidato.

En contraste, el olfato político del candidato detectó que la realidad de la campaña electoral que pintaba el gerente no era la correcta.

Al no conocer las competencias de cada puesto en la campaña electoral. El gerente de campaña exigió los siguientes puntos para contratar al consultor de marketing político: ser tratado como un cliente por el estratega; ser condescendiente con él, dado que es el puente con el candidato; y conocer todas las conversaciones que mantenga con el candidato puesto es el mayor depositario de la confianza de él. Además, exigió que le diga al candidato lo bueno que él es en su trabajo y que gracias a él toda marcha al 100%. Y le dejo muy claro al consultor que la estrategia no está sobre él y esta última no puede mandar el rumbo de la campaña. Así que la permanencia del estratega depende de él porque fue quien lo contrató.

Como te habrás dado cuenta, muchos de estos supuestos gerentes de campaña, apenas tienen un emprendimiento empresarial y quieren aplicar esas destrezas para campañas reales. Creen saberlo todo y No se asesoran de expertos. Son tan osados que organizan el equipo sin ayuda del estratega o especialista como ellos lo llaman. Convencen al candidato de que el estratega se contrata al último cuando menos margen de acción e incidencia vayan a tener en la campaña. Y todo esto por celo y creer que son el centro del equipo. ¡No caigas en ese error!

Cuando ya faltaban 30 días para el “día D” (día de elecciones). El pseudo estratega contratado por el gerente de campaña para dar el empujón al candidato, no transcendió y pronto el gerente lo culpó del desastre. Esto y sumado a experiencias anteriores de pseudos consultores hicieron muy difícil que el candidato buscara un nuevo consultor porque todos ellos le dicen que le van hacer ganar y además son unos abusivos en sus tarifas. ¿Han escuchado esto antes?

A pesar de todo, tuvieron que contratar a un estratega, pues la campaña electoral no tenía rumbo y se habían llenado de regalos, como: camisetas, esferos promocionales, fundas de basura, manillas, etc. Pero no tenían estrategia política, estrategia de comunicación y estrategia de propaganda. La campaña era un barco en altamar sin rumbo.

Son esos momentos cuando el candidato gracias a su olfato desautorizó al gerente de campaña y regresó al mundo real. Entendió que no hay que temer nunca la incorporación de verdaderos expertos que aporten a la campaña, que no sean sumisos y que digan la verdad a pesar de herir los delicados sentimientos de quienes los contratan porque de otra manera no se corrige el camino.

Los aduladores se sintieron amenazados porque iban a ganar menos e incluso ser reemplazados, las comisiones del gerente se reducirían y además si ganaban imaginaban que ellos podían tener un espacio de poder menor al ofrecido (a la derecha del alcalde). Llegado el momento, el estratega a quien lo veían como una parte complementaria, se transformó en parte esencial, dado que el candidato en ese momento de la campaña electoral para hacer una analogía de fácil entendimiento “se encontraba en Cuidados Intensivos” como dice el consultor político Roberto Chediak, a causa de la gran cantidad de errores, aunque sus bodegas estaban llenas de camisetas.

El diagnóstico del consultor en marketing político sobre manejo de campaña concluyó que el gerente de campaña no le ahorró dinero, no le proveyó una estrategia y además lo endulzó demasiado al candidato, ya que siempre le susurró al oído cosas bonitas y lo peor, le mintió y permitió que la campaña no sea asesorada por quienes eran, a kilómetros, mucho mejores que él.

La campaña era un desorden total. Llevaba meses siguiendo la receta equivocada y no se había dado cuenta por el celo de su gerente de campaña que la solución estuvo frente a ellos. El candidato, por cierto, se aburrió de los halagos y despertó a poco tiempo de final para enderezar su campaña electoral. Después de un alto gasto en camisetas por fin contrató un estratega serio. El precio del estratega se incrementó a pesar de que el tiempo era menor y se debía a que el candidató “se encontraba en Cuidados Intensivos” , enfermo por la gran cantidad de errores que no se evitaron..

En la vida hay que tener cuidado con las personas que nos adulan y nos dicen demasiadas cosas bonitas sin motivo, porque a lo mejor sólo pretenden engañarnos y conseguir algo de nosotros. Por ello, es crucial tanto para el candidato como para el gerente de campaña contratar un estratega lo antes posible para que desde fuera pueda hablar de lo que sucede en la campaña electoral para no caer en las creencias falsas de las encuestas de carne y hueso.

Moraleja: Un candidato destaca en inteligencia cuando distingue lo que es esencial y lo que se puede desechar. Es sabio el que toma decisiones esenciales y deja aquellas secundarias a otro equipo de profesionales que le acompañen en su campaña.[1]

 

Fabricio Betancourt es licenciado y Abogado. Master en Marketing Político (UAB).Especialista en Marketing Político Digital. Con experiencia en campañas políticas en Ecuador y Colombia. Escritor y comentarista en programas de tv, radio y redes sociales. Autor del libro “ El arte del ataque y la defensa con humor político”. Gerente de la Agencia de Marketing Político www.ataqueydefensa.com (@betancourtordon)

Publicado inicialmente en la web Ataque y defensa

 

[1] Walter Correa me recuerda una frase de José Ingenieros que decía: “No hay peor jefe que el antiguo asistente, ni peor amo que el antiguo lacayo”