GUCHI GYURSYAL 

Frente a lo que pudiera parecer a simple vista, el lenguaje es la principal condición de nuestra existencia. Por tanto, parece obvio que hayan corrido ríos de tinta frente al poder que lo envuelve: particularmente, cuando se emplea para fines políticos. Siglos de investigación han abordado la dificultad epistémica para lograr unanimidad en torno a los efectos del lenguaje en el individuo.

No en vano, desde la comunicación política se intenta dar cuenta de ello mediante pesquisas que viran de un lado a otro. A pesar de que no existen claves para ese proceso, ni llaves inglesas que nos trasladen a la solución, las modificaciones sociales e individuales en la percepción del lenguaje apuntan a factores clave que acaban facilitando la tarea.

A la luz de ese interés, aquí se pretende dar cabida a la relación de la comunicación política y el imaginario colectivo. Para tal fin, se ha optado por hacer énfasis en un cuento tradicional, Caperucita Roja, el discurso de Trump sobre el fraude electoral y el mitin recientemente pronunciado por Abascal en Barcelona para la campaña del #14F. Todo ello, mediante el trabajo que el lingüista e investigador semiótico A. J. Greimas dejó y que heredó, en su mayoría, de Ferdinand de Saussure. A continuación, se expone brevemente la secuencia narrativa de los tres según el cuadro actancial greimiano:

Tabla 1. Modelo actancial de Greimas en Caperucita, discurso Trump y discurso Abascal.

Fuente: Elaboración propia a partir de Greimas.

Lo que la presente tabla intenta mostrar, es la similitud entre la estrategia discursiva y la cultura popular. Si se observa la secuencia uno puede advertir que es idéntica en los tres casos. Los cuentos populares, son muy útiles en la medida en que conducen -e inducen- a un imaginario colectivo de aquello que “esperamos que ocurra”. Así, nadie pondría en duda por qué el cazador acude en ayuda de Caperucita, o por qué el príncipe rescata a la princesa de la torre. O, por qué no, los verdaderos americanos -víctimas de un fraude- no recuperan su país y lo vuelven a hacer grande de nuevo. Del mismo modo, por qué no gana VOX las elecciones catalanas y salva a la nación de unos enemigos terribles y malvados que desean acabar con ella.

No hay que olvidar que todo discurso, hablado o escrito (o incluso no pronunciado -ironía-) lleva grandes dosis connotativas.

El esquema de Greimas evoca, a través de una sencillez y eficacia, esos espacios compartidos que nos persuaden (y acaban convenciendo), casi sin ser conscientes de ello. En el fondo -y también en la forma- tanto Trump como Abascal se presentan constantemente como héroes que desarrollan diversas pericias con tal de salvar a la ciudadanía. En ese sentido, se puede decir que comparten propaganda no solo electoral, sino también narrativa. A través del relato construyen una realidad orientada a una serie de personajes con características “x” y unos elementos con atributos “y” que dan lugar a ese conjunto de representaciones, metáforas y significados compartidos que, después de todo, acaban seduciéndonos.

Los semblantes que la comunicación política adopta son muy variados, y guiados casi siempre dependiendo de la postura u objetivos que se desean proyectar. Las nuevas y sutiles técnicas empleadas para la persuasión no están libres de crítica. Como tampoco lo está la fisionomía que adoptan en cada caso. Si realmente se desea conocer el arte de la propaganda política, el hecho de recurrir a dimensiones mitificadas y narraciones populares podría ayudar a comprender la persuasión como espejo de una cultura compartida. En nuestros días, la dificultad se encuentra precisamente en virar la mirada hacia un conocimiento que está fuera de las lógicas de la razón. Por tanto, todo aquello que queda fuera de los márgenes estereotipados corre el riesgo de ser acusado como impreciso, e incluso, de considerarse falso.

Guchi Gyursyal es estudiante de Sociología en la Universidad de Alicante (@guchigyursyal)